sábado, 27 de agosto de 2011

INVASIÓN - CAPÍTULO 14


                DOMINGO 04:30HS…

Me levante media hora antes de que nos vayamos. Estaba muy cansado. Me dolía la cabeza. Otra vez volvió ese dolor.
Los dos soldados ya estaban despiertos, el cura estaba rezando y pidiendo que todo nos salga bien. Que dios nos proteja, decía.
Eso es lo que espero, pero tenemos algo que nos va a proteger mejor que son nuestras armas.
Santiago seguía durmiendo al igual que su madre.
Yo por otra parte, fui al baño y me lave la cara. Me mire al espejo y me di cuenta de que estaba arruinado otra vez.
Me miraba y pensaba, ¿ qué más queda por hacer en este lugar?.
Ya todo está perdido. Perdí a mi padre, no sé cómo están mis amigos. Seguramente deben estar todos muertos.
Todavía recuerdo como si fuera ayer la última vez que yo estuve con ellos. Me divertí muchísimo.
De pronto, llega un soldado y me dice:¡ es el la hora, vamos bajando lentamente!.
Llego el momento, debemos irnos hacia la cabaña que los soldados dicen. Espero que por lo menos sea segura.
Desperté a mi madre, a la mujer de Ricardo y a Santiago. Ellos se prepararon y una vez listos, le di la orden a los soldados de que ya podíamos bajar.
                     DOMINGO 05:00HS…
Salimos del cuarto. Caminamos hacia las escaleras y comenzamos a bajar. Todos estábamos armados menos mi madre, Santiago y la mujer de Ricardo.
Los soldados iba adelante nuestro con sus rifles apuntando hacia todos lados.
El sol de a poco dejaba ver sus rayos en el cielo. Iba a ser un día hermoso el de hoy.
Seguíamos caminando por el pasillo, ya nos faltaba poco para llegar, a la puerta.
De pronto, me doy cuenta de que pasamos por la sala en la que estaba mi padre.
Me asome un poco para ver, pero su cuerpo ya no estaba.
Les dije a todos que me esperen más adelante que iba a estar bien. Todos me miraron y siguieron. Entre a la sala y encontré en el suelo su cadenita que llevaba  el.
Tenía la letra inicial de su nombre.
La levante del suelo y me la guarde en el bolsillo. Luego de lagrimear un poco me fui, dejando atrás todos esos recuerdos que guardaba esta sala.
Llegue rápidamente al hammer, ya todos estaba arriba de él.
Una vez que me subí, el cura me mira y me dice:¡tu padre, ya está con el señor!.
Yo lo mire, pero no pude decirle nada.
El soldado que estaba en el volante, arranco y nos fuimos del lugar. Nos alejamos rápido, y mientras lo hacíamos yo miraba, pensando en que si mi padre estará bien.
                          DOMINGO 05:45HS…
Comenzamos a andar por todo el pueblo, se podía ver que estaba todo destruido. Ya los locales de comida, kioscos, restaurant, estaban completamente destruidos.
Ya no quedaba más nada en este lugar para hacer.
De pronto, cuando giramos en una esquina, por el espejo retrovisor  el soldado que acompaña al conductor ve que hay cientos de esas cosas que vienen corriendo hacia nosotros.
Por suerte no pueden alcanzarnos. Todos estábamos mirando hacia atrás, cuando me doy vuelta para volver a mirar hacia adelante, digo:¡cuidado!.
El soldado que conduce, frena el auto.
Todos nos quedamos mirando lo que había adelante de nuestros ojos.
Había miles y miles de estas cosas. Todos nos quedamos sin hablar, ni siquiera respirar. De pronto, el soldado, pone primera y aprieta el acelerador a fondo. Todos nos hicimos para atrás de lo fuerte que fue la acelerada.
Íbamos a dar contra todas esas cosas, que venían corriendo hacia nosotros.
Estábamos muy cerca cuando el soldado grito muy fuerte:¡ agárrense!.
Ahí fue cuando el vehículo iba andando entre medio de esas cosas, al mismo tiempo las chocaba. Se podía ver la sangre por la ventanilla.
Además de eso, también las pasaba por encima, parecía que íbamos por una calle llena de pozos.
Hicimos unas cuantas cuadras y seguimos aniquilando a estos malditos infectados.
Por suerte, no nos llevó mucho tiempo dejarlos atrás.
Llegamos a la ruta y fue ahí cuando veíamos que ya los infectados venían persiguiendo pero desde muy lejos hasta que los perdimos y nos lo pudimos ver más.
                        DOMINGO 06:25HS…
Llegamos a la cabaña. Nos bajamos todos de la camioneta, y seguimos a los soldados.
Ellos abrieron la puerta y luego todos pasamos al interior de la casa.
 Era grande, tenía muchas comodidades.
Por suerte, vamos a estar bien aquí.
Los soldados nos dijeron que nos pongamos cómodos, y que busquemos algo para comer. Mientras que ellos entraron en un cuarto donde había una radio.
Trataron de comunicarse pero nadie les contestaba.
El cura miraba todo lo que tenía la casa. De pronto abrió un armario y se encontró con el lugar en donde ellos guardaban las armas y las balas.
Pero en su interior no había nada, estaba completamente vacío.
El cura llama a los soldados y les muestra lo que vio. Ellos no podían creer, eran las únicas armas y balas que iban a poder encontrar. No hay otras seguramente se las robaron. Eso quiere decir que hay gente viva todavía.
Se pusieron de muy mal humor por lo ocurrido, y los dos se fueron afuera.
                          DOMINGO 07:25HS…

Salí para hablar con ellos, pero estaba buscando el lugar por donde entraron.
Entonces decidí quedarme en un costado.
Caminaban por todos lados, hasta que de pronto, uno de ellos, dice:¡acá, entraron por una ventana!.
Tiene que haber otra cosa, decían. Hasta que dan con un sendero que quedo marcado en el pasto de un auto.
Los dos se fueron rápido al hammer y se fueron a toda velocidad.
Yo entre a la casa nuevamente, y una vez ahí el cura me pregunta:¿ qué paso?.
¡No lo sé, se fueron a toda velocidad!.
¡No puede ser que se hayan ido ellos tendrían que estar aquí con nosotros!.
El cura comenzó a cerrar las puertas y las ventanas. Teníamos que estar bien seguros ahora somos dos personas menos.
Mientras el cura, trataba de cerrar toda la cabaña, me fui al cuarto donde estaba la radio. Trate de comunicarme pero no podía. Maldición.
Todo era en vano. ¿Qué vamos hacer ahora?.
                     DOMINGO 08:00HS…
Los soldados no venían, y cada vez más nervioso nos poníamos.
El cura tenía su escopeta en la mano, yo mi arma.
Mi madre preparo algunos te que había en la cocina, para que nos tranquilicemos pero iba a ser difícil tranquilizarnos.
¿Qué pasaría si venia una horda de esas cosas nuevamente?.
Esas cosas están desesperadas por comer, si vendrían nos derribarían las puertas como si fuera de cartón.
El tiempo corre, pero esta vez más rápido, cada vez más nervioso me pongo. ¿Dónde deben estar estos malditos?.
El sol ya estaba arriba brillaba con todo su esplendor, pero nosotros estábamos adentro, nadie quería salir, todos teníamos miedo de lo que podría llegar a suceder. Aunque no se veía nadie por la ventana, no queríamos salir.
De repente escuchamos que se acerca un vehículo por que podíamos escuchar el ruido de su motor.
El cura al escuchar, se levanta y mira por la venta.
¡Son ellos!, me dice.
Fue hacia la puerta y comenzó a abrirla, cuando termina de hacer esto, sale.
Los dos soldados frenan con su camioneta, y se bajan.
Nos miraron y nos dijeron:¡ adentro, rápido!.
Entramos. Cerraron la puerta.
Nos pidieron que nos sentáramos todos, algo nos iban a decir. Pero, ¿qué?.

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