miércoles, 31 de agosto de 2011

INVASIÓN- CAPÍTULO 16


DOMINGO 00:00HS…
Paramos de hacer guardia para comer. Teníamos un hambre que nos podíamos comer una ballena.
Entramos a la cabaña y comimos lo que había. Algunas latas de sardina o pate. Qué triste teniendo tantos lugares para agarrar comida y solo podemos tener comida enlatada.
Los tres estábamos cansados. A mí me dolían las piernas. Me sentía destruido.
Pero una vez que comimos, nos fuimos nuevamente afuera, pero esta vez los tres íbamos a patrullar el campo.
Cerramos bien la puerta, y nos fuimos caminando.
No hablábamos nada. Tan solo caminábamos. Estábamos muy atentos por cualquier cosa que se aparezca.
De repente, vemos a lo lejos como unas siluetas de personas.
Ahí fue cuando mi mente, se quedó en blanco y solo miraba aquellas cosas que se veían caminando a lo lejos.
Todo estaba oscuro, solo la luz de la luna nos iluminaba.
El soldado que tenía su rifle fue el que se adelantó un poco más de nosotros. El en su arma tenía mira nocturna.
Fue rápido hacia adelante hasta poder ver bien con su mira. De pronto, no lo vimos más.
El cura y yo caminábamos separados pero no tan lejos. Los dos llevábamos las armas apuntando hacia adelante.
Hasta que por fin volvió el soldado.
¡Los vi, son alrededor de cinco!.
¡Muy bien,¿ qué es lo que vamos hacer ahora?, pregunte.
¡Iremos caminando y cuando estemos a cincuenta metros, nos acercaremos a unos árboles que vi. Ellos están lejos de ahí. Nos esconderemos y luego les dispararemos!.
¡Perfecto, vamos!, dijo el cura.
Luego los tres íbamos caminando por el campo.
¿Qué pasaría si hay más?, me preguntaba. Tenemos balas, pero es mejor guardarlas.
Aunque yo pensaba esto, tenía que hacer lo que ellos me decían. Fuimos caminando con mucho cuidado, cuando llegamos a estar cerca de ellos. Nos fuimos hacia los árboles. No eran cinco sino unos diez o quince.
Mi corazón iba muy rápido todos los tiros tienen que dar en el blanco. Sino habremos derrochado balas.
Esperamos a que ellos, se acercaran un poco más. Estaban a unos veinticinco metros, luego a diez y luego a cinco. Fue ahí cuando el soldado disparo. Creo que derribo a cinco de ellos luego tomo la retirada.
Esas cosas comenzaron a seguirlo, pero cuando eso sucedió, el cura y yo los terminamos de matar.
Que suerte, que pudimos matarlos, pensé por dentro.
Agarramos los cuerpos los juntamos  todos. Hicimos una pila y luego los incendiamos.
Entre todos había niños también. Fue un espanto ver eso.
Creo que no lo voy a olvidar.
                          DOMINGO 02:45HS…
Luego de incendiar a estas cosas, volvimos a patrullar. Pero nada sucedía, todo estaba tranquilo.
Tan tranquilo estaba todo que el soldado se fue arriba del techo con su rifle. Se quedó ahí hasta dormirse. Por otro parte el cura, se quedó dormido en el piso.
Mientras que yo me quede dando algunas vueltas por el campo solo. Necesitaba pensar un poco.
Caminaba y pensaba en todo lo que sucedió.
Desde el día en que esto empezó hasta ahora.
Me pregunto cuándo va a terminar y si todos vamos a sobrevivir.
Me quede apoyado en un árbol, mirando la luna.
Comienzo a recordar aquellos momentos que viví con mi padre. Agarro su cadenita con su medalla. La miro y recuerdo.
Aquellas tardes inolvidables que pasamos juntos.
Todas las cosas que me enseño. Que buenos recuerdos que quedaron en mi mente.
Lo peor de todo es que ni siquiera pude llevarme el cuerpo, porque esas cosas se lo habían llevado.
Ahora está mi madre conmigo, pero veo que está mal. No sé cuánto tiempo más aguantara.
Me hubiera gustado que todavía estemos los tres acá, luchando juntos.
                       DOMINGO 03:30HS…
Luego de haberme tomado mi tiempo para pensar todo. Volví a la cabaña. Me fui caminando despacito disfrutando la noche. Se podían ver todas las estrellas.
Estaba perfecta.
A los lejos podía ver la cabaña, el cura y el soldado estaban ahí.
Y cuando al fin llegue el soldado me dice:¿Dónde estabas?.
¡Solo salí a caminar por el campo. Necesitaba pensar!.
¡Estás loco, con esas cosas rondando por este lugar!.
¡No sé qué es mejor. Si vivir o morir en este momento!.
Los dos se quedaron callados, porque sabían que yo tenía razón con lo que decía.
No hubo una palabra más los tres nos fuimos adentro de la cabaña a dormir.
Trabamos bien la puerta y nos acostamos donde pudimos.
El soldado y el cura ya estaban dormidos, porque se podían escuchar los ronquidos.
Pero yo no puedo dormir, estoy dando vueltas en este sofá sin saber qué hacer. Maldición.
Quiero tratar de dormir, no quiero que vuelva todo de nuevo como antes.
Quiero poder estar tranquilo. Sin sentirme perseguido.
Hice fuerza para dormir, hasta que lo logro.
                      DOMINGO 05:00HS…

Me despierto. Otro día más, en este lugar horrible.
No se escuchaba nada.
Me levante del sofá en el que estaba tirado y camine hasta la cocina. Ahí tampoco había nadie.
Me fui caminando hasta la puerta y vi que estaba abierta.
¿Dónde se habían ido todos?, me preguntaba.
Todavía no había amanecido. Estaba oscuro afuera.
Salí. Me subí al techo y no estaba el soldado.
Me baje y comencé a gritar:¡¿Dónde están?!.
Miraba para todos lados, pero no podía ver nada todavía estaba oscuro.
Fui directamente hacia el interior de la cabaña. Agarre mi arma.
Salí nuevamente, camine por el campo mientras gritaba. Quería encontrarlos.
Pero, ¿dónde estaban?.
Me adentre por el campo, y no había rastros de ellos.
De pronto escucho un ruido. Me quedo parado. No sabía quién era. No sabía que era.
Seguí caminando sin mirar atrás, pero un poco más rápido que antes.
Pero los ruidos seguían, y ahora comencé a trotar.
No quería mirar para atrás. Hasta que de repente, escucho un grito y luego otro, otro, y otro.
Entonces fue ahí cuando me di vuelta y vi que estaban esas cosas atrás mío.
Comencé a correr sin parar. Ellos venían detrás de mí. Con esos gritos insoportables.
No quiero morir.
                           DOMINGO 05:45HS…
No podía más. Dispare con mi arma pero eran demasiados. Ya no tenía balas. Solo me quedaba correr y correr por mi vida.
Ya estaba amaneciendo. Se podía ver apenas los rayos del sol en el horizonte.
Ya no podía más. No puedo correr más. Esas cosas no se cansan para nada.
Estoy perdido en este campo. Creo que voy a desmayarme. Me falta el aire.
De pronto caigo en el pasto, ellos estaban cerca. Pude escuchar sus gritos. Sabían que me había caído. Si, perdí. Ellos ganan.
Me agarraron de mis pies y de mis brazos. Luego cerré los ojos, ya todo había terminado. Pero de pronto abro los ojos y justo enfrente mío tenia a una de esas cosas con su cara llena de sangre, y cuando me va a morder…
                      DOMINGO 05:55HS…
Me despierta mi madre diciendo :¡ Fernando, Fernando!.
Abrí los ojos y ahí estaban todos mirándome.
¿Qué te paso?, me pregunto el cura.
¡Nada, solo un mal sueño!.
Todos se fueron. Se acostaron y siguieron durmiendo.
Yo no podía dormirme, fue tan real ese sueño.
Todavía tengo la imagen de aquel maldito infectado.
Pero no puedo dormirme, tan solo me quedare acostado. Hasta que amanezca bien, así me levanto.
Lo peor de todo, es que hoy me toca ir a buscar comida al pueblo y no hay vehículo.

lunes, 29 de agosto de 2011

INVASIÓN - CAPITULO 15


                     DOMINGO 09:00HS…
Todos nos sentamos para escuchar que nos iban a decir los soldados.
Los mirábamos, ellos estaban pálidos. Como si hubieran visto un fantasma.
De pronto, uno de ellos dice:¡ acabamos de ver a unos kilómetros de acá a esas cosas, creemos que es la misma horda que nos cruzamos antes de llegar a la ruta, están muy cerca!.
Todos nos miramos, que rayos. Tenemos que hacer algo rápido sino esas cosas podrían llegar a esta cabaña y destruirla.
Los soldados comenzaron a hablar de lo que podíamos llegar a hacer.
Luego nos pusimos manos a la obra.
Cerramos puertas y ventanas la única puerta que quedo abierta es la del fondo de la cabaña.
A esa puerta la utilizaremos para ver si llegan esas cosas, además los francotiradores se suben al techo y se quedan ahí mirando, según lo que contaron.
Todos estábamos trabajando en la cabaña, hasta Santiago.
La hora pasaba y teníamos que apresurarnos, no sabíamos en que momento iban a llegar si es que llegaban.
Una vez que tapamos las ventanas con maderas y a la puerta principal le hicimos una barricada.
Todos nos sentamos a comer algo, teníamos muchísima hambre.
Santiago me miraba y se reía. Yo hacía lo mismo.
Ni bien terminamos de comer, cada uno se fue a acostar para descansar un poco, ya que habíamos echo mucho desde temprano.
Yo por mi parte me quede en un sillón sentado, hasta que me dormí.
                         DOMINGO 17:00HS…
Me despierto. Con un poco de dolor en la espalda, dormí muy mal.
Me levanto del sillón y comienzo a caminar hacia la cocina, ahí se encontraba mi madre, estaba preparando café.
Saludo a mi madre y luego le pregunto:¿ dónde están todos?.
¡Los soldados con el cura se fueron a buscar algunas cosas al pueblo para comer, y Santiago y su madre duermen todavía!.
Me serví un poco de café y mire a mi madre. Tenía su cara cansada se podía ver que ya no le interesaba más nada. Ya no quería luchar contra todo esto que estaba pasando.
Después de que mi padre murió, ni siquiera hablaba. ¿En qué pensaba?, me preguntaba.
Tomaba el café y pensaba si esto algún día va a terminar.
Me fui hacia afuera de la cabaña. El sol todavía estaba dando su luz. Corría una brisa muy linda no estaba fresco, el clima era perfecto.
Como me gustaría que mi padre este aquí conmigo.
La tarde era perfecta. Fui caminando hasta un árbol y me senté. Disfrutando de la brisa y del hermoso día que fue hoy aunque hayamos pasado todo lo que pasamos.
                         DOMINGO 17:45HS…
Me quede ahí sentado un buen rato. Luego me levante y me fui nuevamente al interior de la cabaña, no había nada para hacer. Estaba realmente aburrido.
Una vez que entre, fui al cuarto donde estaba la radio y me quede tratando de ver si podía comunicarme con alguien. Era realmente en vano, ya que nadie contestaba.
De pronto, escucho la camioneta que llega a la cabaña.
Salgo por la puerta de atrás y cuando los veo a los tres, el cura me dice:¡ rápido no hay tiempo, están muy cerca de aquí, tenemos que prepararnos!.
¡Muy bien!, respondí.
Entre con ellos a la casa nuevamente, los dos soldados agarraron las ultimas pocas balas que les quedaban.
Uno de los soldados me mira y me dice:¡tú vete de aquí, lleva a tu madre, al pequeño y a la mujer a otro lugar. Nosotros te cubriremos. Agarra toda la comida y la camioneta y aléjate de aquí. No pierdas tiempo!.
Yo lo mire y fui en busca de mi madre, de la mujer de Ricardo y de Santiago.
Les dije todo lo que sucedía y lo que iba a suceder.
Agarraron sus cosas, ya estaban preparadas, al igual que Santiago que no entendía lo que ocurría que pasaba.
De repente, unos gritos a los lejos se escucharon. Fue ahí cuando todos nos quedamos callados.
Uno de los soldados se fue hacia afuera. Se subió al techo y miro por donde estaban con su rifle.
Al volver nos dijo que estaban lejos, pero que no teníamos tiempo.
¿Están seguros de que no quieren que me quede?, pregunte.
¡si, estamos muy seguros, ahora vete por que el tiempo se acaba!.
Maldición no quería irme sentía que me tenía que quedar no sé por qué, pero tenía que hacerlo.
Otra vez se escucharon los gritos, uno de los soldados, salió nuevamente y se subió a la camioneta. La encendió. Al escuchar esto, todos salimos.
El soldado que estaba adentro del hammer, nos miró y dijo:¡ con lo que haga ahora aniquilare a estas cosas, pero no pierdan tiempo en irse!.
¿Qué vas hacer?, no hagas ninguna idiotez, le dijo su compañero.
Pero ya era tarde, el soldado salió a toda velocidad con la camioneta iba directo hacia donde estaban los infectados.
Todos mirábamos lo que iba hacer. Se podía escuchar el motor que iba a fondo.
Ya estaba cerca de esas cosas. Ni bien vieron la camioneta, todos se echaron contra ella. Comenzaron a seguirla, hasta que no pudimos verlos más.
Tan solo se escucha en el silencio de este lugar la camioneta. Luego se escucha que frena.
Nadie levantaba la voz, que rayos estaba pasando allá a lo lejos que no podíamos ver.
Luego se escucharon unos disparos, todos esperaban que suceda lo que todos estaban pensando.
Fueron unos dos minutos, cuando se escuchó una terrible explosión.
¡nooooooooooooooo!, grito su compañero.
Luego comenzó a disparar, tenía mucha bronca.
Cada vez quedamos menos, pensé. Que rayos íbamos hacer ahora.
Nadie dijo nada todos nos fuimos adentro después de esta escena. Ahora si debemos quedarnos aquí. No tenemos camioneta. Y nos quedan pocas balas.
¿Cómo vamos hacer si viene una horda?, me pregunte.
El cura se persignaba, pero dios se había olvidado de nosotros. No pertenecíamos en la lista de sus milagros. Pertenecíamos en la lista del ángel de la muerte.
                       DOMINGO 20:30HS…
La noche ya llego. El único soldado que quedaba estaba arriba del techo con su rifle.
El cura recorría los alrededores sin alejarse, y yo estaba en la puerta de la casa.
Todo estaba muy silencioso, la luna plateada ahí suspendida en el cielo, alumbraba todo el campo.
Esperemos que esta noche, sea una noche tranquila.
Cuando se cumpla la medianoche, los tres volveríamos a entrar, para poder descansar.
Mientras tanto teníamos que quedarnos aquí.
Estando aquí afuera, pensaba por que no agarre la camioneta y me fui bien lejos. Tendría que haberle hecho caso al soldado. No me tendría que haber quedado. Me arrepiento de lo que hice, ahora por lo menos tendría un vehículo y mi madre, Santiago y su mama estarían a salvo.
Estando aquí afuera, puedo sentir el aroma a la comida.
Tengo muchísima hambre, no me importa que hagan de comer tan solo quiero tener algo en mi estómago.
A lo lejos veo al cura que se viene acercando a mí.
Y una vez que está conmigo, saca un cigarrillo y lo enciende.
¡No pensé que fumaba padre!.
¡Hijo de que vale la vida en este momento, por lo visto el de arriba nos dejó aquí varados, sin saber a dónde ir!.
Me ofreció un cigarrillo y yo lo tome. Lo encendí y comencé a fumar. En eso aparece el soldado y le pide que le convide un cigarrillo. El padre saca uno y se lo da.
El soldado enciende el cigarrillo y lo comienza a fumar, muy tranquilamente.
No hablábamos tan solo fumábamos como si estos cigarrillos fueran los mejores del mundo.

sábado, 27 de agosto de 2011

INVASIÓN - CAPÍTULO 14


                DOMINGO 04:30HS…

Me levante media hora antes de que nos vayamos. Estaba muy cansado. Me dolía la cabeza. Otra vez volvió ese dolor.
Los dos soldados ya estaban despiertos, el cura estaba rezando y pidiendo que todo nos salga bien. Que dios nos proteja, decía.
Eso es lo que espero, pero tenemos algo que nos va a proteger mejor que son nuestras armas.
Santiago seguía durmiendo al igual que su madre.
Yo por otra parte, fui al baño y me lave la cara. Me mire al espejo y me di cuenta de que estaba arruinado otra vez.
Me miraba y pensaba, ¿ qué más queda por hacer en este lugar?.
Ya todo está perdido. Perdí a mi padre, no sé cómo están mis amigos. Seguramente deben estar todos muertos.
Todavía recuerdo como si fuera ayer la última vez que yo estuve con ellos. Me divertí muchísimo.
De pronto, llega un soldado y me dice:¡ es el la hora, vamos bajando lentamente!.
Llego el momento, debemos irnos hacia la cabaña que los soldados dicen. Espero que por lo menos sea segura.
Desperté a mi madre, a la mujer de Ricardo y a Santiago. Ellos se prepararon y una vez listos, le di la orden a los soldados de que ya podíamos bajar.
                     DOMINGO 05:00HS…
Salimos del cuarto. Caminamos hacia las escaleras y comenzamos a bajar. Todos estábamos armados menos mi madre, Santiago y la mujer de Ricardo.
Los soldados iba adelante nuestro con sus rifles apuntando hacia todos lados.
El sol de a poco dejaba ver sus rayos en el cielo. Iba a ser un día hermoso el de hoy.
Seguíamos caminando por el pasillo, ya nos faltaba poco para llegar, a la puerta.
De pronto, me doy cuenta de que pasamos por la sala en la que estaba mi padre.
Me asome un poco para ver, pero su cuerpo ya no estaba.
Les dije a todos que me esperen más adelante que iba a estar bien. Todos me miraron y siguieron. Entre a la sala y encontré en el suelo su cadenita que llevaba  el.
Tenía la letra inicial de su nombre.
La levante del suelo y me la guarde en el bolsillo. Luego de lagrimear un poco me fui, dejando atrás todos esos recuerdos que guardaba esta sala.
Llegue rápidamente al hammer, ya todos estaba arriba de él.
Una vez que me subí, el cura me mira y me dice:¡tu padre, ya está con el señor!.
Yo lo mire, pero no pude decirle nada.
El soldado que estaba en el volante, arranco y nos fuimos del lugar. Nos alejamos rápido, y mientras lo hacíamos yo miraba, pensando en que si mi padre estará bien.
                          DOMINGO 05:45HS…
Comenzamos a andar por todo el pueblo, se podía ver que estaba todo destruido. Ya los locales de comida, kioscos, restaurant, estaban completamente destruidos.
Ya no quedaba más nada en este lugar para hacer.
De pronto, cuando giramos en una esquina, por el espejo retrovisor  el soldado que acompaña al conductor ve que hay cientos de esas cosas que vienen corriendo hacia nosotros.
Por suerte no pueden alcanzarnos. Todos estábamos mirando hacia atrás, cuando me doy vuelta para volver a mirar hacia adelante, digo:¡cuidado!.
El soldado que conduce, frena el auto.
Todos nos quedamos mirando lo que había adelante de nuestros ojos.
Había miles y miles de estas cosas. Todos nos quedamos sin hablar, ni siquiera respirar. De pronto, el soldado, pone primera y aprieta el acelerador a fondo. Todos nos hicimos para atrás de lo fuerte que fue la acelerada.
Íbamos a dar contra todas esas cosas, que venían corriendo hacia nosotros.
Estábamos muy cerca cuando el soldado grito muy fuerte:¡ agárrense!.
Ahí fue cuando el vehículo iba andando entre medio de esas cosas, al mismo tiempo las chocaba. Se podía ver la sangre por la ventanilla.
Además de eso, también las pasaba por encima, parecía que íbamos por una calle llena de pozos.
Hicimos unas cuantas cuadras y seguimos aniquilando a estos malditos infectados.
Por suerte, no nos llevó mucho tiempo dejarlos atrás.
Llegamos a la ruta y fue ahí cuando veíamos que ya los infectados venían persiguiendo pero desde muy lejos hasta que los perdimos y nos lo pudimos ver más.
                        DOMINGO 06:25HS…
Llegamos a la cabaña. Nos bajamos todos de la camioneta, y seguimos a los soldados.
Ellos abrieron la puerta y luego todos pasamos al interior de la casa.
 Era grande, tenía muchas comodidades.
Por suerte, vamos a estar bien aquí.
Los soldados nos dijeron que nos pongamos cómodos, y que busquemos algo para comer. Mientras que ellos entraron en un cuarto donde había una radio.
Trataron de comunicarse pero nadie les contestaba.
El cura miraba todo lo que tenía la casa. De pronto abrió un armario y se encontró con el lugar en donde ellos guardaban las armas y las balas.
Pero en su interior no había nada, estaba completamente vacío.
El cura llama a los soldados y les muestra lo que vio. Ellos no podían creer, eran las únicas armas y balas que iban a poder encontrar. No hay otras seguramente se las robaron. Eso quiere decir que hay gente viva todavía.
Se pusieron de muy mal humor por lo ocurrido, y los dos se fueron afuera.
                          DOMINGO 07:25HS…

Salí para hablar con ellos, pero estaba buscando el lugar por donde entraron.
Entonces decidí quedarme en un costado.
Caminaban por todos lados, hasta que de pronto, uno de ellos, dice:¡acá, entraron por una ventana!.
Tiene que haber otra cosa, decían. Hasta que dan con un sendero que quedo marcado en el pasto de un auto.
Los dos se fueron rápido al hammer y se fueron a toda velocidad.
Yo entre a la casa nuevamente, y una vez ahí el cura me pregunta:¿ qué paso?.
¡No lo sé, se fueron a toda velocidad!.
¡No puede ser que se hayan ido ellos tendrían que estar aquí con nosotros!.
El cura comenzó a cerrar las puertas y las ventanas. Teníamos que estar bien seguros ahora somos dos personas menos.
Mientras el cura, trataba de cerrar toda la cabaña, me fui al cuarto donde estaba la radio. Trate de comunicarme pero no podía. Maldición.
Todo era en vano. ¿Qué vamos hacer ahora?.
                     DOMINGO 08:00HS…
Los soldados no venían, y cada vez más nervioso nos poníamos.
El cura tenía su escopeta en la mano, yo mi arma.
Mi madre preparo algunos te que había en la cocina, para que nos tranquilicemos pero iba a ser difícil tranquilizarnos.
¿Qué pasaría si venia una horda de esas cosas nuevamente?.
Esas cosas están desesperadas por comer, si vendrían nos derribarían las puertas como si fuera de cartón.
El tiempo corre, pero esta vez más rápido, cada vez más nervioso me pongo. ¿Dónde deben estar estos malditos?.
El sol ya estaba arriba brillaba con todo su esplendor, pero nosotros estábamos adentro, nadie quería salir, todos teníamos miedo de lo que podría llegar a suceder. Aunque no se veía nadie por la ventana, no queríamos salir.
De repente escuchamos que se acerca un vehículo por que podíamos escuchar el ruido de su motor.
El cura al escuchar, se levanta y mira por la venta.
¡Son ellos!, me dice.
Fue hacia la puerta y comenzó a abrirla, cuando termina de hacer esto, sale.
Los dos soldados frenan con su camioneta, y se bajan.
Nos miraron y nos dijeron:¡ adentro, rápido!.
Entramos. Cerraron la puerta.
Nos pidieron que nos sentáramos todos, algo nos iban a decir. Pero, ¿qué?.

INVASIÓN - CAPITULO 13


El tiempo corría cada vez más rápido. El soldado trataba de encontrar la bala en el cuerpo de mi padre.
Su mano estaba adentro del agujero que le había hecho su rifle.
De pronto, mi padre comienza a gritar del dolor. El tenía su mano en la mano de mi  madre.
Pero aun así, no se tranquilizaba y gritaba cada vez más fuerte.
Santiago estaba con los ojos tapados y la mujer de Ricardo lloraba sin parar.
Había mucha sangre por todo el lugar. Y mi padre perdía cada vez más y más sangre.
Los gritos eran muy fuertes, y de pronto sucedió lo que nadie de nosotros queríamos que pase. Mi padre comienza a entrar en paro.
El soldado comenzó a trabajar para que el no pierda esta batalla. Pero había perdido mucha sangre.
Y no lo logro, mi madre comenzó a llorar, sin parar, gritando e insultando a los soldados por lo que le hicieron a mi padre.
Por mi parte lo único que hice fue tirarme en un rincón a llorar. Sin parar.
El soldado que estaba atendiendo a mi padre se acerca a mí y me dice:¡ perdón, no lo pude lograr, pero si le saque la bala, perdió mucha sangre. Por eso no aguanto, lo lamento muchísimo!.
Yo lloraba no podía detenerme, ni siquiera podía contestarle a él.
Todo estaba mal, antes Ricardo ahora mi padre. ¿Quién más va a morir?.
Ya no soporto más nada.
De pronto, de los nervios que tenía me levanto y me voy hacia afuera, sin importarme de que esas cosas estén acá.
                            SABADO 20:00HS…
Estaba sentado en el patio de invierno del hospital. Solo llorando. La situación se está poniendo cada vez peor.
Tengo rabia por dentro porque mi padre ni siquiera fue asesinado por una de esas cosas, sino por un estúpido soldado.
¿Y ahora que queda por hacer?, me pregunto.
La única persona que me queda es mi madre. Por ella tengo que estar bien.
Entonces me paro y voy hacia la sala. Hago unos pasos, pero escucho un ruido. Que rayos.
Me escondo justo detrás de la puerta de una oficina de algún doctor. Cierro la puerta lentamente y miro por la ventana.
Veo que pasa una de esas cosas. Caminando muy lentamente. Maldición, pienso por dentro.
Seguramente habrá más de esas cosas. Debo salir rápido de aquí. Si no habrá problemas.
Espere a que esa cosa se aleje un poco. Luego me asome por la puerta.
Ya no estaba ese maldito infectado o mejor dicho se había ido a otro sector del hospital.
Aprovecho el momento y salgo.
Fui corriendo hacia la sala en donde estaban todos.
Una vez que llego, veo que mi padre todavía estaba ahí y junto a él estaba mi madre, con su cabeza en el pecho. Llorando. Todos estaban mal, menos los soldados que estaban con sus caras rígidas como si estuvieran congeladas.
Pero no podía esperar más esas cosas seguramente ya están acá adentro y nosotros no lo sabemos. Entonces les digo:¡ vamos acabo de ver a uno de esos infectados, debemos irnos de aquí rápido, sino será demasiado tarde!.
Los soldados agarraron sus rifles y salieron preparados.
Yo agarre a mi madre y a Santiago con su madre, y los saque de la sala.
Pero necesitaba despedirme de él. Necesitaba despedirme de mi padre.
Camine hasta su cuerpo que estaba en esa camilla de hierro, fría como la misma muerte.
Tan solo lo mire, tenía sus ojos abiertos. Se los cierro y le digo: ¡gracias por todo lo que me enseñaste en esta vida, te prometo que cuidare a mama, como lo hacías vos. Y prometo que tratare de volver a traer aquel futuro feliz que vos querías!.
Le di un beso en la frente. Y me fui.
Tenía que mirar adelante por más duro que sea todo esto. Estaba mi madre, Santiago y la mujer de Ricardo ellos también me necesitaban.
                      SABADO 20:30HS…
Ya estábamos caminando por el pasillo. Los dos soldados iban con sus rifles apuntando hacia adelante.
De pronto, se escucha un ruido. Uno de los soldados le hace una seña al otro con la mano.
Todos nos detenemos, mientras que el que hizo la seña, avanza hacia el final del pasillo. Con su rifle siempre hacia adelante.
Todos estábamos atentos y esperando cualquier cosa.
De repente, el soldado nos mira y grita :¡ corraaaan!.
Todos nos volvimos hacia atrás y empezamos a correr, mientras lo hacíamos, se podían escuchar los disparos que tiraba contra esas cosas. Pero hacia dónde vamos ahora.
Estamos llegando al final del pasillo, no tenemos escapatoria.
Hasta que por suerte, vemos unas escaleras.
Comenzamos a subir por ellas, sin saber que nos esperaba del otro lado.
Los disparos se escuchaban y ahora los dos soldados eran los que tiraban.
Mientras esto sucedía uno de los soldados decía :¡ vamos suban rápido y traten de refugiarse dónde puedan!.
Creo que estábamos en el segundo piso del hospital, de repente una puerta se abre y sale un hombre todo vestido de negro con una escopeta.
Nos hace una seña con la cabeza que entremos, nosotros lo hacemos y luego el cierra la puerta.
Nos mira y nos dice:¿ hay alguno más?.
¡si, dos más!.
El abre nuevamente la puerta y se escucha como va avanzando hacia las escaleras. Luego disparos de su escopeta que parecía que tenía un cañón y no un armar del calibre que el portaba.
De pronto, el silencio volvió a apoderarse del hospital.
Nuevamente los pasos se escucharon. Pero esta vez eran de los soldados y las de este hombre que no sabíamos quién era, pero que nos había ayudado.
                     SABADO 21:00HS…
Estábamos adentro de este lugar. Era como una especie de cuarto, que tenía un baño, una cocina, un pequeño comedor, heladera.
Este hombre nos ofreció agua y comida. No nos habló hasta que todos nos tranquilizamos.
Después de un rato, comenzamos a charlar.
¿Qué hace usted aquí solo, en este lugar?, pregunte.
¡Soy el cura de la capilla que está aquí en este piso y este es mi cuarto. Solo estoy en este lugar los domingos, cuando llegue aquí recuerdo que ese día todo se descontrolo en este lugar!.
Pero,¿ cómo hace para comer?. Pregunto mi madre.
¡ Salgo con esta escopeta y cruzo del lado de enfrente, hay un supermercado y agarro para comer, obviamente estoy a comida enlatada!.
¿No encontró a nadie más?. Pregunte nuevamente.
¡No, ustedes son los primero que veo. Lo único que pude hacer fue refugiarme en mi lugar, espere a que todo pase, pero nunca paso. Por suerte aquí estoy seguro, de vez en cuando me voy a la capilla y rezo!.
Nadie dijo nada, todos se quedaron pensando. Que esto ya no tiene solución.
                         SABADO 21:30HS…
Santiago estaba durmiendo al igual que mi madre. La mujer de Ricardo estaba tomando un té, lo soldados tomaba un whisky que encontraron en un armario, el cura rezaba, yo tan solo estaba sentado mirando lo que hacía cada uno.
Me levanto de la silla en la que estaba sentado, y camino hacia una ventana que está cerrada.
Cuando llego a ella la abro, y veo que esta todo oscuro. Desde la ventana se podía ver el hammer que estaba estacionado. Ahí estaban nuestras armas. No se veía ninguna de esas cosas, quizas este era el momento de ir a buscar nuestro armamento.
Hable con los soldados y estaban de acuerdo conmigo, de ir a buscar las armas que se encontraban en el vehículo.
El cura también nos iba a acompañar. Ahora somos tres por suerte.
Salimos del cuarto, todos estaban armados menos yo.
Bajamos las escaleras, y caminamos por el pasillo.
Estaba todo oscuro y en silencio, solo la luz de la luna alumbraba el interior del hospital.
Llegamos a la puerta principal, andaban tan solo unos pocos infectados en la calle.
Los soldados miraron bien si había más, pero por suerte eran pocos.
Hicimos un plan para salir en busca de nuestro armamento. Y una vez que estábamos de acuerdo, lo llevamos a cabo.
                           SABADO 22:00HS…
Los soldados salieron a la puerta, el cura se quedó haciendo guardia y yo Salí con ellos dos.
Tenía que ir hasta el hammer que no estaba tan lejos, pero aun así con esas cosas caminando si estaba lejos.
Los soldados me iban a dar la orden para ir a buscar las armas.
Los mire a los dos y ellos me dieron el ok para ir.
Salí corriendo hacia el vehículo, de pronto escucho los gritos de los infectados que estaban en la calle.
Los dos soldados dispararon contra ellos. Los liquidaron al instante. De pronto aparecen unos cuantos más.
Yo ya estaba en la camioneta. Agarre el bolso con las armas y Salí corriendo hacia la puerta del hospital.
Mientras me acercaba a la puerta, podía ver que eran como unos casi veinte si no me equivoco.
Entonces saque una ametralladora la cargue y comencé a disparar contra ellos.
Liquide a bastantes pero todavía había más y yo me había que dado sin municiones.
Agarre nuevamente el bolso que estaba en el piso y corrí hacia la puerta.
Por suerte ya estaba ahí, y los soldados tomaron su retirada muy lentamente.
Pero antes de que nos vayamos, el curo dijo:¡tenemos que matarlos a todos sino vendrán más!.
Entonces los soldados cargaron sus rifles y yo mi ametralladora. Y una vez que hicimos esto, salimos y comenzamos a disparar contra ellos.
Nos tomó tan solo unos cinco minutos matar a todos. Luego nos fuimos nuevamente hacia el cuarto.
                       SABADO 23:30HS…
Ya estamos adentro del cuarto del cura. Nos sentamos y charlamos un rato, comimos algo y luego cada uno se puso a hacer algo.
Santiago se durmió al igual que la madre.
Mi mama se recostó sobre un sofá que había y estaba a punto de dormirse.
Los soldados, el cura y yo, nos quedamos hablando de lo que íbamos hacer.
¿Cuál es el próximo plan?, pregunto un soldado.
¡Yo diría que nos vayamos de aquí, este lugar ya no es seguro. Tenemos que hammer afuera, esas cosas van a volver pero serán más que esas que matamos!, respondió su compañero.
El cura y yo pensábamos lo que dijo el soldado, hasta que de pronto, el cura pregunto:¿ y a dónde iremos?.
¡Podemos volver a donde estábamos nosotros es un descampado tenemos muy buena visión ahí. Además a unos kilómetros manejando hacia el campo, tenemos una cabaña!.
¡Muy bien!, dijo el cura.
No deje a que diga algo el cura y pregunte:¿ cuándo nos vamos entonces?.
¡Mañana temprano, partiremos a las cinco!.
¡Muy bien!, dije.
Me levante y el soldado me dijo: ¡no tenemos muchas municiones allá en donde estamos nosotros tenemos algunas más. Por eso hay que ir a la cabaña!.
Yo asentí con mi cabeza y me fui a un sillón que había y me tire a dormir.
Mañana debemos irnos a la cabaña. ¿ Será nuestro último refugio?.

viernes, 26 de agosto de 2011

INVASIÓN - CAPITULO 12


Nos quedamos adentro de ese lugar, sin saber que íbamos hacer.
No sabía la hora. El sol estaba fuerte, seguramente ya era mediodía.
Santiago ya se estaba quejando de que tenía hambre. Pero la madre no hacía caso de lo que le sucedía a su hijo.
Yo pensaba que no va a faltar mucho para que empiece a llorar por el hambre que pasa.
Mi padre estaba tranquilo y por suerte mi madre ya se había tranquilizado también, después de tanto llorar.
Yo por mi parte me levante y me fui hacia donde estaba la entrada del lugar. Me asome y vi que andaban algunas de esas cosas que asesinaron a toda la base.
Ya había pasado un poco de tiempo, desde el ataque, y por lo lejos se pueden escuchar algunos disparos.
De pronto, puedo ver desde arriba que se acerca el helicóptero nuevamente hacia donde estamos nosotros.
Una vez que está encima de nuestras cabezas, comienza a bajar lentamente.
Nosotros nos tapamos los ojos, por la tierra que levantaba al bajar el helicóptero.
Cuando toco tierra, bajo un tripulante de la nave y vino hacia nosotros.
Fui hacia donde estaban mis padres para ver qué era lo que les decía el soldado.
Nos saludó y luego nos dijo: ¡ señores suban al helicóptero, los llevaremos a un lugar más seguro!.
Mi padre me miro y me hizo una seña con su cara para ver que íbamos hacer.
Yo con la cabeza le di a entender que subamos.
Agarramos nuestras cosas y nos subimos al helicóptero.
La nave despego muy lentamente y pudimos ver todos con nuestros propios ojos todo lo que quedo en alrededor de la base.
Nada. Solo eso quedo. Estaba destruida por completo la base. Y alrededor estaba lleno de esas cosas comiendo algunos cuerpos que quedaban tirados en el piso.
Mientras avanzamos por el aire, uno de los soldados que venía con nosotros, tiraba con su ametralladora hacia los infectados. Pero ya nada los detenía, ¿cómo iban hacer para matar a todos?. Ningún ejército podría matar a todas estas cosas asesinas.
Son más fuertes que todo el armamento que un pelotón puede tener. No sé qué es lo que tienen en la sangre, pero realmente son resistentes.
Ya nos estamos alejando de la base y puedo ver el auto de Ricardo, y me da mucha pena de que no se haya podido salvar como nosotros.
                   SABADO 17:30HS…

El helicóptero nos llevó lejos de la base. Todos estábamos callados. Pero un poco más tranquilos, después de lo que paso.
Llegamos hasta un campo con pastos largos, y árboles que se podían ver a lo lejos. Aterrizamos y antes de que yo baje, uno de los soldados que estaba en el helicóptero, me dice:
¡Quédense aquí, vamos a venir por ustedes!.
Luego me aleje, y el helicóptero se elevó y se fue.
Todos nos quedamos mirándolo, ya no sabíamos que hacer.
Nos quedamos ahí parados. Mirándonos entre nosotros.
Pero de repente, mi padre nos dice que caminemos hacia los árboles, ahí vamos a estar a salvo.
Caminamos un largo rato. El sol ya se podía ver que ya se escondía en el horizonte.
No había nadie a nuestro alrededor, todo era silencio.
Todo era muy misterioso en ese campo.
Estábamos como a doscientos metros de los arboles cuando algo sucedió.
Fue como un disparo que se escuchó. Atrás de ese vino otro y otro y otro. No sé cuántos fueron. Pero al escuchar esto grite: ¡¡¡ al suelo todo el mundo!!!.
Todos no arrojamos al suelo. Yo no podía ver a mis padres. Tampoco a Santiago y a la mujer de Ricardo.
Ni siquiera me quería asomar la cabeza, seguramente eran francotiradores, que estaban en la base y lograron escapar.
Pero algo tenía que hacer. Me tome mi tiempo para pensar. No podíamos quedarnos acá tirados. En algún momento nos teníamos que levantar.
Entonces tome coraje y me levante y grite:¡¡¡ no disparen, somos personas!!!. Luego saque mi arma y dispare al aire.
Ahí fue cuanto pude ver, a unas cosas verdes que salían del suelo. Tenía razón lo que yo pensé. Eran francotiradores camuflados.
Me fui acercando lentamente hasta donde ellos estaban. Iba caminando muy despacio con las manos en alto. Ellos no me sacaban la mira de mi cabeza seguramente.
Una vez que me acerque a ellos digo :¡ estamos bien, somos de la base que recién acabaron de atacar, logramos escapar!.
El soldado me mira y me pregunta:¿ cuántos son?.
¡Somos cinco!.
¡Perdón!, dice otro soldado. ¡Son cuatro, estoy casi seguro que a alguien le dispare!.
Al escuchar estas palabras, me di vuelta y fui corriendo hacia donde estaba mi madre y mi padre.
Mientras lo hacía gritaba:¡mama!,¡papa!.¿Están bien?.
Pero no me contestaban. De pronto veo a mi madre que se levanta llorando y con sangre en su ropa.
¡No, hijo!. Dijo mi madre.
Luego pude ver a mi padre tirado en el pasto con un disparo muy cerca del estómago.
¡¡¡nooooooooo!!!, grite con toda mi fuerza.
Me fui directo hacia donde estaban los soldados, que muy lentamente se acercaban.
Y una vez que llegue, les dije:¡ malditos, le dispararon a mi padre!. No podía controlarme.
Ahora ustedes van a hacerse cargo de esto. Pensaba.
¡Llévenlo a un hospital, ustedes tiene que tener algún medico!, dije con mis ojos llenos de lágrimas.
¡No tenemos lugar a donde llevarlo, todo el pueblo esta arruinado!.
¡Muy bien, entonces usted, va a curar a mi padre!.
¿Qué?, me pregunto.
¡Si malditos, ustedes le dispararon!.
No sabían que decir los soldados. Hasta que uno dice.
¡Yo se algo de primeros auxilios!.
¡Muy bien maldito bastardo, tu curaras a mi padre, ahora vamos al hospital del pueblo!. Mientras decía esto sacaba lentamente el arma que tenía guardada.
¡Está bien! Dijo el soldado bajando su rifle.
Entonces ahí aproveche y apunte con mi arma justo en su cabeza.
El me miro, pero no me dijo nada. Al otro soldado le dije que tire su rifle y lo hizo sin ningún problema.
Luego les pregunte:¿ dónde está su vehículo?.
¡Está pasando los arboles!, me dijo el soldado.
¡Muy bien vamos, carguen a mi padre así lo llevamos al hospital!. Dije totalmente con bronca.
¿Ahora vamos a ir?, me pregunto.
¡No mañana. Claro idiota, vamos que se muere!.
Mi padre estaba perdiendo mucha sangre. Los dos soldados cargaron a mi padre hasta el vehículo.
Tenían una hammer. Lo subieron atrás. Luego todos nos subimos y nos fuimos hacia el hospital del pueblo.
                   SABADO 18:55HS…
Llegamos al hospital. Nadie había en la calle. Nos bajamos todos de la camioneta.
Luego antes de que entremos, los dos soldados me piden su rifle.
Yo los miro, pero no dudo en darles sus armas.
Nuevamente cargaron a mi padre y lo llevamos a una sala de operación. Tenían que sacarle la bala que está ahí metida. No le quedaba mucho de vida. Estaba casi blanco como un papel.
No lo iba a lograr.
Mientras estábamos todos en la sala, yo miro por la puerta que no anden esas cosas. Si llegaban a encontrarnos íbamos a ser historia.
De pronto, el soldado comienza a hacer su trabajo.
Yo miro al cielo. Es lo único que falta. Necesito un milagro, espero que la muerte no se lleve a mi padre ahora.