viernes, 31 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS

        SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 8.
Una gota despertó al cura. Se encontraba nuevamente en aquel campo, justo en donde aquel gigantesco guardia iba a cortarle la cabeza.
Levanto su cabeza y miro hacia sus costados. No había nadie. Tan solo él estaba ahí tirado.
Se levantó muy lentamente, pudo sentir que su espalda estaba húmeda, ya que el pasto estaba mojado.
Una vez que estuvo de pie, se dio cuenta que recién estaba amaneciendo en aquel lugar. Hacía mucho frio.
Comenzó a caminar muy lentamente, adentrándose por el campo.
No podía ver por donde pisaba, ya que los rayos del sol todavía no habían invadido todo el bosque.
Caminaba y caminaba, solo. Pero, ¿A dónde iba?.
Algunos ojos brillantes de algunos animales nocturnos, lo espiaban desde la altura de los grandes árboles.
Estuvo merodeando por el bosque unos quince minutos, hasta que se encontró con una gran muralla.
Miro para arriba y vio que era muy alta. No iba a poder saltarla.
Entonces, comenzó a seguirla. No le importaba cuanto más tenía que caminar, pero iba hacerlo. Algo en su interior decía que lo debía hacer.
Camino un largo tiempo siguiendo el mural. Tanto, que el sol ya estaba brillando con todo su esplendor.
De pronto, escucha algunas personas a lo lejos. No sabía de donde provenían las voces, si del otro lado de la muralla o de más adelante.
No podía ver nada. Buscaba esas voces, pero no podía saber su ubicación.
Luego de caminar un largo rato, las voces ya no se escuchaban y a los lejos se podía ver como una especie de laguna.
Cuando pudo llegar hasta ella, sus ojos vieron el lugar más hermoso del mundo.
Se quedó parado mirando unos minutos. No podía creer lo que estaba viendo.
Era una gran laguna, con sus plantas acuáticas con flores perfectas. Algunos patos nadaban tranquilos y se también se podían ver algunos lugareños pescando en un pequeño bote, que seguramente ellos con sus propias manos construyeron.
Se fue acercando lentamente, hasta que vio su cara reflejada en el agua.
Podía ver los peces nadar, su agua era cristalina.
Hasta que, de pronto, ve a aquella mujer que había encontrado. Aquella mujer perfecta que le llamo tanto la atención, que se había olvidado que su amor era de dios y no de esa mujer perfecta.
Ella caminaba por la orilla del lago, disfrutando la mañana. De pronto, ella lo ve y sonríe.
Él se quedó petrificado, no sabía qué hacer. Pero, ella si sabía qué hacer.
Fue costeando el lago hasta llegar al cura y como aquella primera vez en que se miraron a los ojos, se tomaron de la mano y se fueron de ese lugar, adentrándose nuevamente en el bosque.
No emitían sonido, ninguno de los dos hablaba.
El tan solo, la seguía sin preguntarle a donde van.
De pronto, él puede ver, una pequeña cabaña. Parecía abandonada.
Ella se soltó de la mano del cura y salió corriendo hacia aquel lugar. El tan solo la miraba. Miraba como corría y como su pelo perfecto se deslizaba por el viento.
Una vez que ella llego a la puerta de aquella cabaña, dio medio giro con su cara y tan solo con una mirada le dijo lo que quería de él.
El cura, entendió su llamado y fue caminando muy lentamente hasta llegar a ella.
Entraron y pudo ver una cama grande. Ella, lo llevo a él, hasta la cama y lo sentó.
Luego la mujer fue hacia una gran máquina, que para el cura, parecía extraña. Ya que todo parecía la edad media.
Pero dejo de pensar en eso, y fue cuando ella tomo como una especie de disco vinilo y lo puso en la gran máquina.
Fue ahí cuando el cura se dejó llevar por la música.
Ella giro muy lentamente, parecía que su movimiento estaba sincronizado con la música.
Comenzó a caminar muy lentamente, mientras el “adagio” de Tomaso Albinoni, ambientaba ese momento. Parecía una novela de amor.
Ella se acercaba a él y cuando llego a estar frente al cura, dejo caer su ropa muy lentamente.
No podía creer lo que veía, era el cuerpo más perfecto del planeta. Ella tomo su mano e hizo que lo acaricie. Él sintió la piel como si fuera seda. Suave. Perfecta.
Ella inclino su cuerpo quedando frente a frente con su cara y le dijo:
                         -. Tú, serás mío.-
Fue ahí cuando ella lo beso apasionadamente. Él se dejó llevar por ese momento, olvidándose de todo.
Olvidándose que estaba traicionando a dios.
Sus besos fueron de fuego, sus manos contenían brazas.
Todo ese momento fue único. Podía sentir en su pecho la presión. Mientras él, descubría los secretos más puros de aquella dama. Aquellos secretos que a nadie conto.
Pero, de pronto, unos guardias rompen la puerta.
                     -. ¡Ahí esta!, captúrenlo.-
El cura, no tuvo tiempo a escapar. Y un golpe fue el que lo desmayo. Viendo como última imagen a la bella mujer.
                     -.¡despiértate!.- alguien dijo.
El cura sacudió su cabeza, y miro a su alrededor.
Había muchos guardias, lo miraban fijo.
Trato de moverse, pero se dio cuenta que estaba encadenado. De pies y mano.
                     -.¿Qué sucede aquí?.- dijo el cura.
Pero nadie contestaba su pregunta.
                    -. Escúchenme, ¿Qué está sucediendo aquí?.- volvió a preguntar.
Nuevamente, nadie respondió a su pregunta.
De pronto, unos pasos se escucharon. Y la puerta de aquel cuarto se abrió muy lentamente.
Vio entrar a un hombre vestido con un traje de color blanco, con una corbata roja que combinaba con el pañuelo de color rojo que tenía en el bolsillo del saco.
Se acercó muy lentamente hacia el cura, lo miro y no dijo nada.
                     -. Oiga,¿ Quién es usted?.- pregunto el cura.
                        -. ¡Cállate!.- grito el hombre de blanco.
El cura no emitió sonido.
                        -. ¿Tú sabes quién soy?, ¡jajajajaja!. Pues, claro que no lo sabes. Yo soy el padre de la adorable muchacha. Si, la muchacha con la que estabas acostado haciendo asquerosidades. Maldito degenerado.- Luego de decir esto, le dio una bofetada en la cara que le dejo sangrando el labio superior al cura.
                      -. Señor, yo no sabía que era su hija. No sabía. No me haga daño. Solo soy un simple cura. No quería caer en la tentación.- dijo el pobre hombre de dios.
Al escuchar esto, se le pusieron los ojos rojos al hombre de blanco. La furia recorría su cuerpo.
                         -. ¿Eres un hombre del señor?.-pregunto el hombre.
                        -. Sí, señor. No me haga daño por favor. Limpiare mis pecados.- dijo el cura.
                        -. No, yo limpiare tus pecados.- dijo el hombre de blanco.
Hubo un silencio.
                        -. ¡¡¡SALGAN TODOS DE AQUÍ!!!.- grito el hombre.
Una vez que el cura y él se quedaron solos en el lugar, Él le dijo:
                       -.tú quieres lavar tus pecados, por haber hecho, lo que hiciste con mi hija.¿ no es así?.- dijo el hombre de blanco.
                       -.si, señor. Dios me ayudara.-respondió el cura.
                      -.¡¡¡jajajajajjajaja!!!.-rió muy fuerte. Luego se puso serio.
                      -. Aquí no existe ningún dios que pueda ayudarte, solo yo. Yo soy el único dios en este lugar.- dijo el hombre.
                    -.¿ qué?.- pregunto el cura.
                   -. Lo que escuchaste, este es el reino del infierno. Y no creo que tu dios quiera ayudarte en este momento después de abusar de mi pobre hija.- respondió el hombre.
                    -.¿qué?, no puede ser posible.- dijo el cura.
                     -. Si, querido amigo, me presento.- dijo- Soy lucifer.-
El cura, no sabía qué hacer. Tan solo lo miro a los ojos.
                     -. Esto es lo que haremos. Como tú entraste a mi reino, yo seré quien te limpie de tus pecados. Pero, quiero decirte, que no es casualidad todo esto. No existen las casualidades. Yo vengo observándote desde hace mucho tiempo, y esto era lo que el destino quería que pase.- dijo Lucifer.
                     -. No, déjame. Déjame ir.- dijo el cura.
                     -. ¡NOOOOOOOOOOOO!.- grito Lucifer.
Comenzó a rezar el padre nuestro, pero no resultaba.
                    -.¡¡¡jajajajajajaja!!!, ¿crees que ese pobre rezo te salvara de mí?.- pregunto Lucifer.
                  -.si, el señor me protegerá.- respondió el cura.  
                  -. El señor, no te protegerá. Porque tú envidias al cardenal. Quieres su poder. Eso es lo que anhelas. Quieres poder. Entonces yo puedo ayudarte. Dios ya no existe para ti.- dijo Lucifer.
Al escuchar eso, el cura levanto la mirada y dijo:
                     -. Nunca traicionaría, a mi maestro.- respondió el cura.
                   -. Yo dije lo mismo.- dijo Lucifer.
Luego, le dio un empujón que fue como si un choque eléctrico de miles de voltios sacudiera todo su cuerpo.
                   -. ¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!.- grito el cura con sus ojos abiertos.
De pronto, escucha que golpean una puerta.
Trato de volver en sí, y cuando lo logro. Se dio cuenta que estaba en su cuarto, y el que golpeaba era el cardenal.
                  -. ¿ Estás bien?.- pregunto.
                  -. Sí, señor. Solo una pesadilla.- respondió el cura.
                -.muy bien, vístete. Nos vamos a Italia.- dijo el cardenal.
Luego de escuchar esas palabras, el cura se quedó pensando en Lucifer.

             

martes, 21 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS


        SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 7.
Los dos hombres de dios, ya estaban de regreso en el lugar donde ellos se alojaban.
El cardenal, al llegar se va a su cuarto, para comunicarse con el vaticano. Por otra parte, el cura, cuando entro a su cuarto fue directo hacia la cama, dejándose caer como si fuera un edificio en el momento en que es derribado.
Ahí se quedó, boca arriba, mirando el techo, fue entonces, cuando comenzó a recordar aquel sueño.
Mientras tanto, en la otra habitación, el cardenal, pudo comunicarse al vaticano. Tan solo tuvo que esperar unos minutos para que lo atendiera Juan Pablo V.
             -. Ciao, Cardinale. Avete  notizie  per me?.- Dijo Juan Pablo.
           -.si, signore. Ma non credo che sono  buone notizie.- respondió el Cardenal.
            -.dillo a  me. ¿Che cosa é successo?.- pregunto nuevamente el papa.
            -. Diamo al padre del bambino. Ma, ci ha detto non qui nel paese.- respondió el Cardenal.
            -. Ma, gli ha  detto dove si trova ora?.- pregunto el papa con un tono algo preocupado.
            -. Se questo in Austria. Non perché fossero li.- respondió el cardenal.
            -. Erano dalla lancia.- dijo el papa.
El cardenal, se quedó pensando, si la verdadera lanza está en el vaticano.
            -. Solo che é successo?.- pregunto el papa.
            -. Se ho qualcos´altro. Quando siamo andati a parlare con il padre della ragazza. Lucifero, ha ottenuto  nel suo corpo.- respondió el Cardenal.
             -.  ¿Questo é quello che ha detto?.- pregunto Juan Pablo.
             -.nulla, si sa come sia. Dire  cose che non valgono esso.- respondió el cardenal.
             -. Va bene. Ma ricordare. Lucifero, non é solo un demone.- le dijo el papa.
             -. Lo so, signore.- respondió el cardenal.
             -. Il suo compagno. Come questo?.- pregunto el papa con su tono de preocupación.
             -.la sensazione bene. Uno soffre alcuni incubi.- respondió el cardenal.
             -. Incubi, sui quali sono questi incubi?.- volvió a preguntar el papa.
             -. Non lo so. Non ricordare gli incubi.- respondió el cardenal.
             -. Prenditi cura di lui, mio figlio. Fare molta attenzione. Che il giovane, é sufficiente sapere tutte queste cose solo preché istruiscono con i libri. É troppo per lui.- dijo el papa.
             -. Si, signore. Stare tranquilli. Mi  occuperó.- respondió el cardenal.
             -. Avere, qualcosa di altro da segnalare?.- pregunto Juan pablo.
             -.no signore.- respondió el cardenal.
              -. Molto bene. Saremo in contatto.- dijo Juan Pablo V.
               -. Benne fino ad allora.- respondió el cardenal.
               -. Finno ad allora, e che dio lo protegga.- dijo el papa.
               -. Vi ringrazio molto, signore.- agradeció el cardenal.
Luego de colgar el teléfono, el cardenal escucha que alguien toca la puerta.
             -.¿ quién es?.- pregunto el cardenal.
             -.yo, señor.- respondió el cura.
Al escuchar la voz de su compañero, se levantó de la silla en la que estaba sentado y fue hacia la puerta.
La abrió y vio que el cura estaba ahí parado. Esperando con una sonrisa.
                 -.¿Qué sucede?.- pregunto el cardenal.
                -. Debo contarle lo que soñé.- dijo el cura.
Al escuchar esto, el cardenal hace pasar al cura a su cuarto. Los dos se sientan y una vez que están cómodos, el cura comienza a hablar.
              -. No recuerdo todo el sueño, tan solo algunas partes.-
            -. Muy bien. Cuéntame.- dijo el cardenal.
             -.recuerdo que llegue a un lugar. Era todo campo, había un bosque. Y vi a una mujer.- dijo el cura.
          -. ¿Cómo era esa mujer?,¿ la recuerdas?.- pregunto el cardenal.
         -. No la recuerdo. Lo que si se, es que era muy hermosa, me atraía mucho. Ella me tomo de la mano y me llevo hacia un lugar donde había un castillo. Pero, de pronto aparecieron unos guardias y me escape. Corrí con todas mis fuerzas por el bosque, pero eran muchos. Podía escuchar las flechas como pasaban cerca de mí. Hasta que una, da en mí pierna derecha y caigo sobre el pasto. Una vez que sucede esto, un guardia se acerca y desenvaina su espada y cuando me está por matar, despierto. Todo fue muy rápido, pero lo peor de todo es que aquella herida con la flecha fue de verdad.- dijo el cura.
                 -. ¿ Cómo que fue de verdad?.- volvió a preguntar el cardenal.
                    -. Sí, señor. Mire.-dijo el cura.
Al decir esto, muestra que tiene vendas en su pierna. El cardenal, al ver, no emitió ninguna palabra, tan solo miraba.
                 -. Mire esto, señor.- dijo nuevamente el cura.
Comenzó a sacarse la venda muy lentamente, hasta que, el cardenal vio lo que el cura tenia.
                 -.¿ Te sientes bien, hijo?.- pregunto el cardenal.
                -. No puede ser, yo tenía una herida.- dijo con un tono de voz sorprendido.
                 -. Porque mejor no vas a acostarte, y descansas bien, quizas todo esto que pasó, te afecto, creo que viste demasiado por hoy.- dijo el cardenal.
                -. Pero, señor. Juro por dios y por todos los santos que tenía una herida de flecha aquí, justo en mi pierna.- dijo el cura.
              -. Está bien, hijo. Pero es mejor que vayas a descansar, hicimos mucho por hoy.- dijo el cardenal.
El cura, se levantó de su silla, enojado. Con rabia. No dijo ni una sola palabra, tan solo se levantó y se fue dando un portazo.
Mientras que el cardenal, se quedó pensando en todo lo que dijo el cura, y también en todo lo que dijo Juan Pablo V. Tendrá que cuidar mucho más a su ayudante, está corriendo peligro.
Por otra parte, el cura entro a su cuarto. Arrojo la venda a la cama, y se quedó pensando con mucha rabia. No podía creer lo que había sucedido, quedo como un mentiroso.
                 -. Maldito sueño. No puede ser posible.- decía el cura.
             -. No vas a ganarme, yo soy un hombre de dios.- decía cada vez más fuerte.
                -. Soy más fuerte que él. No tengo que temerle. Él no es nadie a comparación de mí, yo soy joven tengo fuerza, vitalidad. El no podrá conmigo.- esta vez lo decía con la voz tan baja, que parecía un susurro.
Pero, de pronto, se da cuenta que estaba equivocado.
               -.¿ Qué estoy diciendo?, él es mi amigo. No puedo estar enojado con el.- dijo el cura.
Fue ahí cuando saco su rosario y comenzó a rezar.
  
-. Pater noster qui es in caelis
santificétur nommen tuum;
advéniat regnum tuum;
fiat volúntas tua,
sicut in caelo,
et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis  hódie;
Et dimitte nobis débita nostra,
Sicut et  nos dimíttimus debitóribus nostris,
Et  ne nos indúcas in tentatiónem;
Sed líbera nos a malo.
Amén.-
 Luego, hubo un silencio en todo su cuarto.
Seco sus lágrimas, y miro hacia arriba.
                      -. Discúlpeme, padre. Discúlpeme.- dijo el cura con su voz quebrada por el llanto.

lunes, 20 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS


        SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 6.
En Europa, el invierno está golpeando como nunca lo hizo.
Principalmente en Austria, se encuentran gloria, Sara y el pequeño zabut.
                       -. ¡Sara!, ya está lista la cena.- dijo Gloria.
Al escuchar esto, la pequeña Sara vino con su niño y se sentó para comenzar a comer.
                    -.¿cómo estás?.- le pregunto Gloria.
                   -. Bien, contenta del hijo que tengo.- respondió Sara.
                   -. Estoy muy orgullosa de ti.- dijo Gloria.
                  -. Y yo, estoy muy feliz de estar con usted.- dijo Sara.
Gloria, al escuchar estas palabras sonrió. Las dos estaban contentas de estar juntas.
                -. Bueno. Ahora come; que si no se te va enfriar la comida. ¿Quieres que te tenga al pequeño zabut, así comes tranquila?.- dijo Gloria.
             -. Bueno, ya casi está dormido, el pequeño.- respondió Sara.
Gloria, tomo al pequeño y se lo llevo a la sala de estar, ya que tenía un hogar y estaba encendido para calentar la casa.
Hizo unos pasos, y se sentó en un gran sillón que había ahí. Luego, dijo:
                   -. Domine, ecce adsum.-
En ese instante, él bebe abre sus ojos. Los cuales, no eran del color normal que tenía, ahora sus ojos eran rojos como el fuego del hogar.
                 -. Tempus erat voca me.- respondió.
Era el mismísimo belcebú, quien hablaba.
             -.omnia bene.- dijo gloria, que ahora es Astaroth.
            -.queritur, socer ait homo dei ubi es.- dijo Belcebú.
        -.magna civitas a nobis nunquam potest.- respondió Astaroth.
      -. Cura tibi vir dei.- dijo belcebú.
     -. Lucifer ut laoreet scito omnia.- dijo con una sonrisa Astaroth.
De pronto, se escuchan unos pasos. Era Sara, y le pregunta a Gloria:
       -. ¿Con quién hablabas?.-
       -. Con Zabut.- respondió Gloria.
      -. Aquí había alguien más.- dijo Sara.
      -. Quizas fue tu imaginación.- le dijo Gloria sonriendo.
Lo única que hizo Sara, fue suspirar y decir:
      -. Puede ser, ¿Zabut está dormido ya?.-
   -. Si, ¿quieres llevarlo a su corral?.- pregunto Gloria.
Al escuchar esto, Sara fue hacia Gloria y tomo a el pequeño y se lo llevo.
Una vez que dejo al bebe en su corral. La pequeña Sara se acostó en su cama.
Mirando, el techo, comenzó a recordar todo lo que había pasado hace unos largos meses atrás.
Cayeron algunas lágrimas de sus ojos, que recorrieron sus mejillas. Se las seco. Y siguió pensando.
Pensaba en su padre, en cómo estará. A pesar, de que la violo muchas veces, y la golpeo, ella lo amaba. Era su padre.
Estuvo un buen rato pensando, hasta que sus ojos se fueron cerrando lentamente.
De pronto, comenzó a escuchar el canto de unos pájaros, que jamás en su vida escucho.
Entonces fue ahí cuando abrió sus ojos, y vio nuevamente, que estaba en aquel castillo, donde había visto a su padre golpeado.
No podía entender como había llegado ahí, ella sabía quién estaba ahí. Sabia de quien era ese castillo. Era de Lucifer.
Levanto su cabeza, y vio que no había nadie en el cuarto, miro a su alrededor y se dio cuenta que no era el mismo cuarto en donde estuvo las primeras veces. Este era diferente.
Tenía una gran cama, una puerta que por lo que se podía ver era de hierro. También había un gran ventanal, por donde se podía ver todo el campo, era perfecto el paisaje.
Se quedó observándolo unos minutos, hasta que decidió salir de ese lugar.
Abrió la puerta, primero asomo la cabeza. No había nadie en el pasillo.
Entonces al ver que no había ni un alma comenzó a caminar por él.
No se escuchaba ni un ruido ni una voz.
Pero de pronto, se escuchaba como un murmullo que venía de la dirección hacia donde ella caminaba. Cada vez era más fuerte.
Hasta que se dio cuenta que había muchísimas voces, todas hablando al mismo tiempo, gritando.
Entonces, ella apuro su paso hasta salir a un gran patio que había en el lugar.
Pudo ver a muchísima gente, campesinos que trabajaban y que eran siervos de Lucifer.
Todos estaban mirando y gritando hacia un lugar, pero ella no podía ver, que era a lo que le estaban gritando.
Solo podía escuchar que la gente decía; mátenlo, mátenlo, merece la muerte.
Entonces, decidió meterse entre la gente para saber a quién le gritaban. Iba avanzando entre la gente.
Hasta que al fin llego a estar delante de toda la multitud.
Lo único que hacía, era mirar a los ciudadanos de este oscuro reino.
Sus caras estaban transformadas en odio. En furia.
De pronto, ve que suben a una persona, con su cabeza tapada con una capucha negra, al igual como cuando vio a su padre.
Lo pararon enfrente de la multitud, y toda la gente comenzaba a acercarse al encapuchado y comenzaron a escupirlo, a insultarlo. Deseaban su muerte.
De pronto, se acerca aquel hombre que invadió los sueños de la pequeña. Era Lucifer.
La gente, al verlo, comenzaron a aplaudirlo, enloquecidos. Era el rey del lugar.
Una vez enfrente de todos, Lucifer hizo un gesto con sus manos para que todos se calmen y dejen de gritar.
                -. Muy bien gente del infierno, quiero informarles que aquí está el invasor, el hombre que penetro este lugar, y que por suerte, gracias a los guardias de este reino, él está aquí para ser ejecutado.- dijo Lucifer.
La gente, al escuchar estas últimas palabras, comenzaron a gritar y a aplaudir.
                    -. Y esto lo hacemos, para que aquellos invasores, se den cuenta que con este reino nadie puede. Y yo, Lucifer, les aseguro que allá arriba lo verán.- Dijo con un tono de enojado.
El pueblo, más loco se volvió. Lo aplaudían, algunos arrojaban rosas. Como si fuese una especie de torero en el momento en que mata al toro.
Se mostraba victorioso, o mejor dicho, poderoso.
                 -. A descubriremos su cara, para que sus hijos vean, quien es, este invasor. Que vino a nuestro reino a meter su nariz, que se infiltro para husmear, nuestro plan para gobernar la nueva tierra.- dijo nuevamente Lucifer.
La gente, se mostraba feliz al escuchar lo que decía.
Luego, Lucifer se acercó al encapuchado, y puso su mano sobre la capucha.
                -. Muy bien, vean todos y no olviden su rostro, este es el invasor.- dijo a los gritos Lucifer.
Pero, cuando le saco la capucha a esa persona, que estaba ahí parada delante de todo el reino, Sara se despertó.
Al lado de ella, estaba Gloria que le pregunto:
                  -. ¿Qué sucede Sara?.-
                 -. Nada, solo una pesadilla.- respondió la pequeña.
                 -. ¿Qué era lo que soñabas?.- pregunto Gloria.
               -. Nada, solo cosas.- respondió la pequeña.
              -. No eran solo cosas, estabas a los gritos.- dijo Gloria.
            -. Cosas que me pasaban cuando estaba viviendo con mi padre.- dijo Sara.
Gloria, la miro. Pero, no le dijo nada.
Se levantó de la cama, y camino hacia la puerta de la habitación, y antes de salir le dijo Sara:
         -. El desayuno está preparado.-
Luego salió.
Mientras que la pequeña Sara, se quedó pensando en todo lo que vio y escucho en el reino del Infierno.

jueves, 16 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS


    SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 5.
           -.¿estas listo?.- dijo el cardenal desde el otro lado de la puerta.
            -.si, cinco minutos por favor.- respondió el cura.
Se vendo la pierna se puso el pantalón. La camisa y su saco. Luego los zapatos.
Una vez que termino de vestirse, se paro y trato de mantearse de pie, le costaba mucho, pero por suerte, no sentía dolor alguno. Tan solo, un ardor.
               -. Aquí estoy.- dijo el cura abriendo la puerta y mostrando una gran sonrisa.
              -. Perfecto es hora de que nos vayamos.- dijo el cardenal.
Los dos salieron hacia la calle nuevamente. Afuera, los estaba esperando un taxi.
Primero, subió el cura y luego el cardenal.
                -.¿ hacia donde se dirigen?.- pregunto el taxista.
                -. Hacia este lugar.- dijo el cardenal, entregándole un papel con la dirección hacia donde tenían que ir.
             -. Perfecto, estamos a una hora de aquí.- respondió el taxista.
Luego, puso primera y arranco el auto.
Los dos iban callados, como siempre solía pasar en todo viaje que compartían.
El cardenal, mirando por la ventana. Pensativo.
Mientras que, el cura miraba al cardenal y miraba hacia adelante. Estaba nervioso, como tratando de decir algo.
De pronto, toma coraje y habla.
                  -. Señor.- dijo el cura.
El taxista, miro por el espejito del auto. Pero, se dio cuenta que no era el a quien se dirigía el cura.
El cardenal, al escuchar esto, posa su mirada sobre el cura.
                -. Debo contarle algo, estoy un poco intranquilo por algo que me sucedió.- dijo el cura.
             -. ¿Que es lo que te sucedió?.- pregunto el cardenal, un poco preocupado.
            -. Hoy tuve un sueño. Un poco raro.- dijo el cura con miedo.
           -. Pero, ¿Qué es lo que soñaste?.- pregunto el cardenal.
         -. Tuve un sueño, con una mujer.- dijo el cura.
        -. ¿Cómo era esa mujer?.- pregunto el cardenal, con cara de preocupación.
       -. No la recuerdo. Lo único que sé, es que, en ese sueño me corrieron unos guardias de un castillo y me atravesaron la pierna derecha con una flecha y aunque usted no lo crea, cuando desperté. Tenía la herida de la flecha en mi pierna.- explico el cura.
El cardenal, lo miro. Pero, no dijo nada. Se quedó pensando en lo que le dijo. Y se dio cuenta que lucifer, está empezando a trabajar en la mente del joven cura.
Hubo un silencio, de unos cinco minutos. Hasta que el cura, le pregunto al cardenal:
                -.¿qué debo hacer?.-
El cardenal lo miro y le respondió:
         -. Tan solo, se fuerte. No tengas miedo. Es lucifer que quiere controlarte, para que su plan siga adelante.-
El cura, se quedó pensando que iba hacer la próxima vez, ya que aquella mujer lo atrajo mucho.
De pronto, el taxista les dice:
            -. Señores ya llegamos a destino.-
El cura baja y se queda esperando al cardenal mientras paga al taxista.
 Los hombres de dios, ya estaban en la puerta del neuropsiquiátrico.
El hombre de seguridad del lugar, les abre la puerta. Ya los estaban esperando.
Los dos, pasan y comienzan a caminar por ese lugar tenebroso.
Iban callados. Solo se podían escuchar sus pasos.
Hicieron unos dos cientos metros hasta que llegaron a otra puerta que los iba a dirigir hacia el pabellón que tenían que ir.
Un guardia de seguridad los acompaño una vez que llegaron a la segunda puerta, hicieron unos cincuenta metros y un doctor los recibió.
              -.buenas tardes cardenal. Buenas tardes padre.- dijo el doctor.
Los dos asintieron con la cabeza y le estrecharon la mano.
         -. ¿Por dónde es el lugar doctor?.- pregunto el cura.
       -. Síganme que yo los llevare con el interno.- respondió el doctor.
Caminaron unos cuantos pasos más, hasta que llegaron a una puerta. Era de hierro. Tan solo tenía una pequeña ventana, con una mirilla que era corrediza, la cual también era de una especie de hierro. Servía para cuando llegaban los doctores y veían a su paciente, para ver cómo estaba. Y quizas a veces para controlarlos que no se lastimen o hagan algo que solamente los locos hacen y que nadie se lo espera.
              -. Muy bien. Aquí es. Un guardia se quedara afuera. Solo por prevención.- dijo el doctor.
            -. No hay problema, doctor.- respondió el cardenal.
Luego, el guardia, saco un gran manojo de llaves, busco la que abría la puerta, y una vez que la encontró nos hizo pasar al cuarto.
Antes de que cierre la puerta el hombre de seguridad, el doctor, les dijo:
             -. Estarán bien. No tengan miedo es tranquilo. Desde el día que lo trajeron, no hablo.-
El cardenal, lo miro al doctor sorprendido. Luego, el doctor cerró la puerta.
Ya estaban los dos adentro del cuarto, el paciente estaba en la cama. Acostado, mirando hacia la pared.
Los dos hombres de dios no sabían que hacer, se iban acercando muy lentamente, hasta que de pronto, el silencio se rompió.
             -. ¿Qué es lo que vienen a buscar?.- dijo el paciente.
           -. Tu sabes a que venimos, ¿no es así?.- dijo el cura.
         -. Si, se a que vienen a este lugar.- respondió el paciente.
       -. Queremos saber dónde está su hija.- dijo nuevamente el cura.
     -. Aquí no está, se fue, se la llevo.- respondió el paciente, sin sacarle la mirada a la pared.
  -. ¿Dónde está ella?.- pregunto el cardenal.
-. No lo sé. Todo paso muy rápido. Ella se acercó a mí y el cuchillo que llevaba en su mano, se puso rojo como el mismísimo infierno.- cuando dijo esto el paciente, comenzó a respirar más fuerte y rápido.
      -. Tranquilícese, estamos para ayudarlo. Y usted también puede ayudarnos a nosotros.- dijo el cura.
     -. ¡¡¡Jajajajajajajajaja!!!, ¿Cómo piensan que podría ayudarlos?.- dijo elevando su voz.
No paraba de reír, y los enviados, no sabían que hacer.
    -. Señor, ¿Qué le paso que termino aquí?.- pregunto el cardenal.
  -. Tienen que tener cuidado, mucho cuidado. Es fuerte. Principalmente usted debe tener cuidado.- dijo señalándolo al cardenal.
-. ¿Por qué?,¿Qué me pasara?.- pregunto el cardenal.
     -. ¡¡¡Ajajajajajajajaja!!!, todo va a terminar muy pronto, nadie se va a salvar…¡¡¡aaaaaaaahhhh!!!, ¡¡¡ME QUEMAAAA!!!,¡¡¡ME QUEMAAAAA!!.- comenzó a gritar el paciente.
    -. Tranquilícese. Señor, por favor.- dijo el cura, pero de nada servía.
Se escuchaban los gritos hasta afuera en el pasillo y los internos estaban empezando a alborotarse.
             -. ¡¡¡ME QUEMAAAAAAA!!!,¡¡¡AAAAAAAAAAAHHH!!!,¡¡¡AYUDENME, AYUDENME!!!.- gritaba sin parar.
           -. ¿Qué es lo que sucede?.- dijo el médico.
           -. Solo un poco nervioso.- dijo el cardenal.
Al escuchar esto, el doctor entro con el guardia.
   -. ¡¡¡ME QUEMAAAAA!!!, ¡¡¡ME QUEMAAAA!!!.- gritaba sin parar y esta vez tomándose el pecho.
Ya todo se había vuelto un caos, los internos gritaban y pedían por dios, que los ayudara, otros tan solo gritaban o reían.
Hasta que, de pronto, el paciente, deja de gritar. Comienza a moverse muy lentamente, hasta que queda boca arriba en la cama.
         -.¡¡¡jajajajajajaajjajajjjaa!!!.- comienza a reír.
Al ver esto, los cuatro comienzan a reír con él.
     -. Ssshhhhhh.- dice el paciente.
De pronto, comienza a correr una brisa fría por el cuarto.
     -. ¡¡¡Jajajajajajajajajaja!!!.- volvió a reir.
Pero, volvió a callar. Era un silencio de tumba el que se estaba viviendo en el cuarto.
Hasta que, de pronto, el paciente se levanta y queda sentado como un perro sobre la cama. Tenía los ojos cerrados.
Los cuatro, lo miraban atentamente. Estaban esperando a que haga algo.
Muy lentamente, el paciente abrió los ojos. Y miro a su alrededor.
               -. ¿Qué sucede cardenal?.- pregunto el doctor.
             -. No. Salgan de aquí rápido.- dijo el cardenal.
Pero, ya era tarde la puerta se cerró con violencia. Y los cuatro, se quedaron ahí encerrados.
 El paciente, tenía sus ojos rojos. Llenos de odio, llenos de muerte.
En el cuarto, se podía sentir el aroma a azufre.
El cura y el cardenal, podían saber que estaba sucediendo ahí adentro, pero el doctor y el guardia, no.
Pero, algo sucedió, muy rápido. El paciente, salto sobre el cardenal, tirándolo al suelo.
 Al ver esto, el guardia de seguridad, saco su bastón para golpearlo, pero el paciente, con su mano izquierda, lo tomo del brazo que llevaba el bastón quebrando su miembro. Y en un abrir y cerrar de ojos, arranco su garganta.
El doctor, estaba en un rincón. Como un niño asustado. Tan solo, observaba toda la situación.
Luego, de matar al guardia, el paciente, dirigió la mirada al cardenal, se fue acercando muy lentamente hacia su rostro, hasta que su boca quedo cerca de la oreja.
               -.exercitus Angelorum,quod initio dixi potuit consummare.- dijo el paciente.
Al escuchar estas palabras, el cardenal, se dio cuenta que el paciente estaba poseído por el mismísimo Lucifer.
             -. Malum, non regnum huius mundi. In itinere antequam moreretur.- le dijo el cardenal.
             -.¡¡¡jajajajajajajajajajaja!!!, quid illud, morte morietur in incepto.- respondió el paciente.
Luego, de decir esto. Se desmaya.
Con la ayuda del cura y del doctor, el cardenal se saca de encima al paciente.
          -.¿Qué es lo que sucedió aquí?.- pregunto el doctor.
         -. Aquí, no ha sucedido nada.- dijo el cura.
El cardenal, estaba shockeado por lo que paso.
       -. Vamos afuera.- dijo solamente.
Pero cuando estaban, por irse. El paciente, le toma el pie al cardenal y le dice:
       -. Austria, señor.- luego vuelve a desmayarse.
El cardenal, lo miro al cura. No entendían lo que estaba sucediendo. ¿Por qué Austria?, pensaron.