jueves, 18 de agosto de 2011

INVASIÓN - CAPITULO 10

DOS MESES MAS TARDE…
Ya pasaron dos meses. Todo se tranquilizó en la base. Ahora no solo hay jeeps y tanque de guerra sino que también hay helicópteros y más soldados.
Todo está muy bien, después de vivir esa presión desde la última vez que iba a llegar un horda de esas cosas infectadas acá a la base.
Mis padres estaban muy bien de salud por suerte, todos estaban bien en este lugar.
Además de quedarnos acá, todos los días íbamos a casa a buscar, lo poco que quedaba en la casa. La base se extendió más y se comenzaron a construir casas para que vivamos aquí. Aunque faltaba mucho toda la gente ponía muchas ganas en este proyecto. Íbamos a levantar nuevamente el pueblo de a poco y con esfuerzo. Todos estábamos cooperando hasta los más pequeños.
Por otra parte, Ricardo y yo nos hicimos muy buenos amigos, nos juntábamos siempre a cenar las dos familias.
Ya por suerte, en la base al ser tantos soldados y tener más armamento, las luces de las carpas no se apagaban. Cada uno tenía que hacerlo cuando se acostaba. Todo estaba volviendo a la normalidad por suerte.
Quizas algún que otro infectado aparecía a la noche, pero no teníamos miedo, los soldados nos defendían muy bien.
Además de levantar el pueblo nuevamente, también se les estaba dando una enseñanza a los más pequeños, y se habla de hacer una escuela.
Hay una guardería para los más chicos, para que los padres puedan trabajar en sus obras de construcción.
Yo por otra parte, ayudaba a mi padre y a mi madre con la casa que estábamos construyendo. Era idéntica a la que teníamos antes.
Ya mi pensamiento de que no había más futuro se estaba yendo de a poco. Ahora si hay futuro en este lugar.
                      VIERNES 17:35HS…
Sonó el timbre de que todos debíamos dejar de trabajar. Cada uno se fue a su carpa, algunos se quedaban mirando lo lindo que estaba quedando todo.
Mis padres y yo llegamos a la carpa, y nos sentamos a tomar un café. Ahí nos pusimos a charlar.
Hablamos de cómo está quedando todo. Mi padre y mi madre estaban muy entusiasmados.
Si fuera por ellos trabajarían día y noche para terminar esa bendita casa.
Yo también estaba contento, pero extrañaba a mis amigos, no sabía nada de ellos desde la última vez que los vi.
Quisiera que estén acá conmigo, riéndonos, divirtiéndonos. Pero no están. Eso me pone muy mal. Lo único que me ponía mal era eso, pensar en que mis amigos quizas estén muertos.
Aunque paso mucho tiempo ya, los científicos no pueden saber porque rayos empezó todo esto, trajeron miles de cadáveres de esas cosas aquí para estudiarlas y nada.
Yo mismo los vi con mis propios ojos, lo único que si se, es que esas cosas estaban flacas cuando las trajeron se les notaba las costillas. Según lo que hablaban una noche, los científicos es que morirán de hambre. Eso fue lo único que pudo diagnosticar uno de los científicos, después de ver uno de los cuerpos que los soldados mataron.
Por suerte, el frio se había ido ya estábamos en primavera, eran fines de octubre.
El sol tardaba en esconderse, podíamos aprovechar un poquito más el día.
Después de tomar el café con mis padres, me fui hacia la carpa de Ricardo.
Una vez ahí, llamo a Ricardo. El sale y me dice:¡ espérame un momento Fernando!.
Yo lo espere en la puerta. Él estaba discutiendo con su mujer.
Me quede ahí parado como diez minutos, hasta que salió.
¡hey!, ¿Qué paso?; Le pregunte.
¡Nada!. Me respondió, luego siguió.
¡ Es que mi mujer ya no quiere estar más aquí, porque ya hace dos meses que estamos en este lugar, y ella piensa que van a venir esas cosas a matarnos en cualquier momento!.
¡Pero no tiene de que preocuparse, estamos bien custodiados con todos estos soldados, creo que si vendría una horda de esas cosas, los matarían a todos!.
Ricardo me miro, y me dijo: ¡ yo voy a contarte una cosa!. Yo me quede mirándolo esperando que me cuente.
Saco un cigarrillo lo prendió y comenzó a contar su historia:¡ nosotros cuando llegamos a este lugar veníamos de otra base escapando de esas cosas que lo arrasaron sin dejar rastros, muchos fuimos los que nos escapamos, pero seguramente ya deben estar muertos. Yo quiero que pienses una cosa. Arrasaron pueblos y bases militares. ¿No piensas que podrían venir y arrasarnos a nosotros también?. Esas cosas deben estar muertas de hambre. En algún momento llegaran muchas, eso lo sé. Hace dos meses que estamos aquí. Y te puedo asegurar que está sucediendo lo mismo que sucedió en la otra base. Primero aparecieron de a uno o de a dos. Luego de un día para otro llegaron todos!.
Luego de decir esto me quede pensado y es verdad. No darían abasto las municiones, ni la velocidad de los soldados para cargar las armas cuando se terminasen las balas en sus cargadores.
Ricardo me miro, pero no me dijo más nada. Dio media vuelta y se fue adentro de la carpa.
La esposa de Ricardo se fue a buscar a Santiago que estaba en la guardería. Yo por mi parte me fui nuevamente a mi carpa reflexionando lo que me había dicho Ricardo.
                          VIERNES 20:45HS…
Tenía la cabeza en otro lado después de escuchar lo que me dijo Ricardo, que iba a pasar si esas cosas llegaban a venir.
Otra vez estoy intranquilo. Mientras ceno con mis padres pienso y pienso.
Por otra parte, ellos están hablando como van a hacer la casa por dentro, de qué color la van a pintar, como la van a decorar. Me preguntaban cómo quedaría la casa con las ideas que ellos proponían, pero yo nos los escuchaba. Hasta que de pronto mi padre me miro y me pregunto:¿ qué te pasa hijo?.
Yo lo mire y le dije que nada. Pero no podía ocultar la cara de preocupación que tenía.
Mis padres igualmente no me hicieron caso y siguieron hablando de como decorar la casa.
Una vez que termine de comer, me tire en la cama a descansar después de aquel golpe mental de Ricardo.
Mientras estoy tirado en la cama, escucho que sale el helicóptero, que todas las noches vuela para controlar todo desde arriba.
De pronto, mis ojos se cierran y me duermo.
                      SABADO 06:00HS…
¡Hijo despierta!. Esas fueron las palabras de mi padre. Me había quedado dormido profundamente. Ya estaba amaneciendo, teníamos que ir a trabajar en la casa.
Me levante y me lave la cara, me tome un café y me fui con mis padres a la casa. Estaba un poco fresco afuera, mientras nos dirigíamos a la casa llegaba el helicóptero que vigila a la noche. Ya era de día por suerte.
Iba caminando y miraba al helicóptero como aterrizaba. Bajo un soldado corriendo, y fue directo a la oficina del general. Al ver esto yo les digo a mis padres. Miren algo sucedió, les dije.
Mi padre miro y me dijo:¡ no pasa nada, vamos!.
Algo sucedía el helicóptero estaba prendido, como esperando a alguien para despegar.
Pude ver que el general salió de su oficina con un maletín y algunas cosas más. Ahí fue cuando sonó una alarma en mi cabeza. Detuve a mis padres y les dije :¡ miren el general se va!.
¿Qué está sucediendo?, me pregunte.
El general ya había subido al helicóptero, una vez que se subió, el helicóptero se elevó y se fue.
No fui el único que lo vi, Ricardo también lo había visto. El venia caminando detrás de mí con su esposa.
Se acercó y me dijo:¡algo sucedió, que raro que se haya ido el general. Quizas se hizo otra base militar!.
Yo le hice un gesto como que no entendía lo que pasaba.
Seguimos caminando pero estaba vez, la esposa de Ricardo se llevó a Santiago a la guardería. Ahí estaba hasta la tarde comía, jugaba y estaba cuidado por unas enfermeras que hacía en el trabajo de una maestra jardinera.
Todos iban a trabajar tranquilos. Pero de pronto, se escuchó la sirena, pero nadie le dio importancia.
Todos pensaron que sonó por equivocación, pero lo tomaron enserio, cuando comenzaron la corrida de los soldados.
Salieron los jeeps, y los tanques de guerra. Luego se subió un piloto al otro helicóptero que estaba apagado. Lo encendió espero un momento, a un soldado que suba con la ametralladora, que lleva el helicóptero y se fue.
Todos empezaron a correr en busca de sus hijos que estaban en la guardería.
Pero de pronto, llega el helicóptero que se había ido con el general. Pero esta vez solo con los soldados que la tripulaban. Yo fui corriendo hasta un soldado y le pregunte :¿ qué rayos pasa maldito?,¿ no era que andaban de noche?.
Pero el soldado lo único que alcanzo a decirme fue:¡vienen hacia acá me avisaron por radio y son demasiados, si puedes irte ahora hazlo, por lo menos trata de escapar, vamos a hacer todo lo posible para detenerlos!.
Al escuchar esto, yo me fui hacia donde estaban mis padres, les dije lo que sucedía y nos fuimos hacia la carpa.
Una vez ahí, comenzamos a agarrar todas las cosas que podíamos llevar en el auto. Luego de que ellos ya agarraron sus cosas yo les dije :¡ vayan al galpón donde está el auto de Ricardo, nos vamos con el yo voy a buscar armas!.
Salí de la carpa y me fui corriendo hacia el deposito, en el camino me lo cruce a Ricardo que me dijo:¡te espero en mi auto, quince minutos y nos vamos!.
Al escuchar esas palabras yo seguí mi camino hacia el depósito.
Saque la llave de mi bolsillo y abrí la puerta. Comencé a agarrar armas, las guarde en un bolso que había en un casillero abierto y una vez que lo llene de armas y balas me fui.
Corrí hasta el galpón en donde estaban esperándome mi padres y Ricardo con su familia. Pero cuando llego al galpón mis padres no estaban ahí, solamente estaban Ricardo, su mujer y su hijo. Me acerque a ellos y les pregunte donde estaban mis padres, pero no sabían.
Deje las cosas y les dije que me esperen.
Me fui directo hasta la carpa para ver si estaban ahí.
Mientras iba corriendo, ya todos los soldados afuera estaban en posición, esperando. Por otra parte, todos corrían para todos lados desesperados.
Pero de pronto, algo sucedió. Se podían escuchar los gritos de esas cosas. Parecía que venía una manada de antílopes corriendo por la sabana africana. Yo me quedé estupefacto al ver que eran miles. Estábamos perdidos pensé. De repente, aparece mi madre y mi padre. Luego comenzaron los disparos de los tanques, pero aunque mataba a muchos, seguían avanzando sin parar.
Luego comenzaron los francotiradores y los siguieron los soldados con sus ametralladoras y granadas. Era la tercera guerra mundial.
Pero aunque los soldados disparaban sin cesar, nada detenía a esas cosas. Eran demasiados, la mujer de Ricardo tenía razón con lo que dijo anoche.
Esas cosas estaban hambrientas y cada vez se acercaban más. Creo que a tan solo unos metros del portón se encontraban. Era una horda numerosa.
Creo que nadie quería que pase esto, pero paso.
La horda llego al portón y lo derribo como si fuera de cartón. Eran demasiados.
El helicóptero estaba sobre nuestras cabezas, y disparaba sin hacer una pausa, pero ya nada los detenía, estaban adentro de nuestro lugar que estaba tan asegurado.
Aquí vienen, el tiempo empezó a correr, debemos escapar. Ellos no dudaran en matarnos.
Es hora de que nos demos prisa, estas cosas viene con hambre…

                        CONTINUARA…



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