lunes, 26 de septiembre de 2011

LA VERDAD - Parte 2

Se iba acercando cada vez más, hasta que aquel extraño lo miro y le dijo:
                      -.¡hey amigo!, ¿estás perdido?.-
Pero Sergio no le contesto siguió caminando unos pasos, hasta que el extraño camino hacia él y lo detuvo agarrándolo del hombro.
            -.¡hey!,¿no me escuchaste?.- le pregunto.
Sergio no sabía qué hacer, por su frente comenzó a correrle un sudor frio. Estaba nervioso.
De pronto, él le dice:
          -.no, no estoy perdido.-
         -.hasta que hablo.- dijo el extraño.
Luego hubo un silencio de unos segundos nada más, se escucharon las hojas como se las llevaba el viento, hasta que el extraño volvió a preguntar.
                   -.¿y qué haces a estas horas caminando solo?.-
                 -.vengo de la casa de los padres de mi novia.- respondió Sergio.
El extraño se lo quedo mirando con los ojos bien fijos en él, ni siquiera parpadeaba. Hasta que echo a reír.
Sergio lo miraba y no entendía por que se reía.
               -.pobre muchacho, ¿te ha dejado?.-pregunto acompañado de una risa.
              -.no lo sé.- respondió Sergio.
              -. No le hagas caso, querido amigo.- dijo el extraño sacando una petaca de whisky.
Sergio lo miraba, le parecía extraño.
De pronto, este hombre comienza a caminar se da vuelta, y dice:
                     -. Ven conmigo, vamos a mi casa a beber hasta morir, jajajajajaja.-
Sergio lo siguió, no sabe porque lo hizo pero fue detrás de él.
Caminaron unas cuantas cuadras, cuando el extraño miro a Sergio y le dijo:
                         -.esta es mi casa, ven pasa.-
Sergio desconfiado pero muy tranquilo paso. El extraño lo miraba sin sacarle los ojos de encima.
Era grandísima esa casa, también muy antigua. Se podía ver que estaba abandonada.
Estaba todo oscuro cuando entraron, no se veía nada.
                 -.siéntate.-dijo el extraño.
Sergio se sentó en unos sillones viejos. La casa seguía oscura. El extraño prendió una vela para alumbrar un poco.
Aunque había un poco de luz, no se podía ver nada.
Abrió una petaca de whisky y se puso a tomar, bebió unos cuantos sorbos, hasta que se lo paso a Sergio.
El tomo la botella y bebió un poco, le parecía raro no le había sentido el gusto a ese whisky.
De pronto, el extraño lo mira y le pregunta:
                -.¿te has peleado con tu novia?.-
               -.no lo sé, me desperté de una horrible pesadilla y ella ya no estaba al lado mío.- respondió Sergio.
               -.¿y que soñabas?.- volvió a preguntar.
              -.soñaba que estaba entrado en un cementerio. Veía a mi novia llorando y una tumba, a la cual no le podía ver el nombre que tenía grabado en su lápida.- respondió Sergio.
El extraño le sonrió, luego le dijo:
                            -. Yo tengo la respuesta, pero antes voy a contarte algo.-
Sergio al escuchar esto, lo miro con mucha atención. Que iba a decir se preguntaba.
                       -. Yo hace mucho tiempo fui parte esta casa, fui una persona muy conocida en este lugar. Pero la vida me llevo como lo hizo contigo.- dijo el extraño.
                      -. Perdón, pero no entendí lo que me dijo.- respondió Sergio.
                      -.muchacho yo ya no vivo en este lugar y tú tampoco vives en tu casa.- volvió a decir.
                    -. Yo si sigo viviendo en mi casa, todavía no me mude a ningún lugar.- respondió Sergio.
Pero el extraño echo a reír, con una carcajada macabra.
Sergio se lo quedo mirando, no entendía por que se reía.
                    -. ¡Que idiota eres muchacho!.- dijo el extraño.
Su risa seguía sin parar, hasta que Sergio se cansó y le pregunto:
                    -.¿qué rayos te pasa?.-
                   -.¡es que no entiendes, estas muerto maldito infeliz!.- respondió el extraño.
Sergio no podía entender esas palabras que entraron por sus oídos.
No quiso quedarse un minuto más en esa maldita casa. Se levantó del sillón viejo en el que estaba sentado y se fue.
Mientras Sergio se acercaba a la puerta el extraño reía de una forma muy macabra.
No podía dejar de pensar en aquellas palabras que le dijo el extraño.
El sol ya se estaba asomando sus rayos dorados como el oro y Sergio camino nuevamente hasta su casa.
Una vez que llego, se dio cuenta que el sol ya estaba arriba alumbrado con toda su energía.
En la puerta de su casa estaba el auto del padre de Beatriz y un camión de mudanzas. Se estaban llevando todo de la casa.
¿Que tenía que hacer el en ese momento?, no lo sabía. Se quedó parado en la mitad de la calle mirando como desbalijaban la casa. De repente, la ve a ella salir, el corrió hacia ella. Pero no pudo alcanzarla. Beatriz se había subido al auto del padre y ya se estaban alejando.
Sergio no pudo ni siquiera despedirse. De repente, escucha unos pasos que vienen hacia él. Se da vuelta y ve que es el extraño que se acerca.
                       -.¿qué quieres maldito?.- pregunto Sergio con cara de odio.
                     -. Lo lamento mucho amigo, así es la vida y así es la ley cuando uno muere. Te di la información, pero no tendrías que haber reaccionado de esa forma.- respondió el extraño.
                   -.¿porque no tendría que haber reaccionado así?,¿quién rayos eres?.- pregunto nuevamente.
            -. No te das cuenta   que ni siquiera puedes llorar, ya no sientes dolor. Si yo dejo que te vayas, serás un alma en pena vagando por las calles o mejor dicho serás un alma en esta casa que ya recuerdos tuyo no guarda.- respondió el extraño.
Luego hubo un silencio entre los dos. Sergio lo volvió a mirar y le dijo:
               -. Te falto responder una pregunta.-
Él lo miro y le respondió:
             -. Soy la muerte.-
En ese momento, la cara de Sergio se convirtió en una escena de horror, y aquel extraño hombre que fumaba en la oscuridad aquella noche en que Sergio lo encontró, dejo caer sus ropas para mostrar aquella capa negra, y su cara esquelética. Luego le toco el hombro y le dijo:
                -. Debes venir conmigo, ya es hora.-
Sergio lo miro trato de escapar pero la fuerza que tenía la muerte era más fuerte que cualquier fuerza conocida.
El cielo se nublo. Se puso negro, hasta que las nubes comenzaron a abrirse lentamente, dejando pasar un rayo solar que iluminaba a ellos dos. De a poco iban subiendo y mientras más subían, Sergio se desprendía de aquellos recuerdos que en el momento que vivía en la tierra eran sagrados para él.
Todo pasaba como una película por su cabeza. Ya nada le quedaba. La luz era más fuerte en su cara, y una voz muy lejana le dio la bienvenida.
Ya no quedaba nada de el en la tierra, no había recuerdos, no había cosas materiales. No había nada. Tan solo se llevó con él, la verdad…

sábado, 24 de septiembre de 2011

LA VERDAD - Parte 1

Sergio se despertó desorientado después de tener una pesadilla horrible.
Estaba transpirado y temblaba. Se quedó algunos minutos en la cama, cuando se dio cuenta de que estaba completamente vestido.
Se destapo. Se levantó y camino hacia el switch de la luz para encenderla. No lograba entender como se había quedado dormido con toda la ropa de trabajo puesta.
Una vez que las luces estaban encendidas, se dio cuenta que su novia no estaba. La busco por toda la casa pero no había presencia de ella.
Sergio comenzó a pensar si tuvieron alguna especie de pelea anoche, pero nada había sucedido.
Fue hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua. Se sentó y lo tomo. Comenzó a pensar en donde debe estar su querida amada.
El único lugar es la casa de su madre, en otro lugar no puede estar.
Miro el reloj. Marcaban las tres y dos minutos. Tomo su abrigo y se fue en busca de su novia.
Comenzó a caminar por la calle, él era el único que lo hacía. De vez en cuando, miraba para atrás para ver si venia alguien, pero no estaba completamente solo.
Se podía escuchar al viento llevarse las hojas que estaban tiradas en el piso, como si las estaría barriendo. Pero por otro lado, se armaban como una especie de remolinos y luego volvían a caer las hojas.
Los arboles estaban pelados con sus ramas desnudas, se movían como si fueran brazos y se podían escuchar como chocaban entre sí con el movimiento.
Se sentía perseguido todo el tiempo. Miraba para atrás a cada rato.
Camino unas cuantas cuadras acompañado con el viento, hasta que al fin llego a la casa de la madre de su novia.
Estaba todo oscuro, se podía ver desde la calle. Seguramente estaban todos durmiendo.
Pero a él no le importó, fue caminando hacia la puerta y una vez que estaba enfrente de ella, golpeo.
Se quedó esperando, pero nadie respondía. Lo hizo nuevamente, y el resultado fue el mismo.
Se alejó de la puerta y miro la ventana que era del viejo cuarto en donde dormía su novia, luego grito:
                      -.¡¡¡Beatriz!!!.-
Pero nadie respondió. De pronto, escucha unos pasos que se acercaban al portón.
Entonces Sergio camino hacia él, pero no era su novia, sino el perro de ella.
El animal lo miro a Sergio y le movió la cola. El se acercó al perro y lo acaricio. Luego el animal se fue caminando.
Él se quedó varios minutos mirando, si alguien iba a atenderlo, pero parecía que nadie lo había escuchado. Solo el perro fue el único que lo vio.
No le quedó otro remedio que volver a la casa caminando como vino.
Iba caminando muy lentamente por la calle pensando que fue lo que hizo que ella se vaya.
Hizo unas cuantas cuadras, hasta que de pronto, vio una sombra. Era una persona y estaba fumado, se podía ver porque iluminaba su cara.
En ese momento, al ver a esa persona ahí parada, le dio miedo pasar por ahí, pero no le quedaba otro remedio. Tenía que tomar coraje y hacerlo.
Iba caminando muy atento. Mirando a aquella persona.

viernes, 16 de septiembre de 2011

SUPERVIVENCIA:escrito por Nicolas Paolella.

Todos los días era la misma rutina: levantarme temprano, ir a trabajar con el Sr. Carlos hasta tarde, llegar a casa, comer algo e irme a dormir. La verdad que estaba saturado pero no había otra opción tampoco ya que no estudie ni me especialicé en nada. Para lo único que servía era destapar cañerías y arreglos típicos del oficio de un plomero. Yo por lo menos soñaba con tener mi negocio de plomería y dirigirlo y poder comprarme una casa para llevar adelante una familia pero faltaba mucho para eso. Mientras tanto, yo me debía únicamente a seguir trabajando para el Sr. Carlos. Era un buen hombre aunque cuando las cosas no salían como lo había planeado su humor y cortesía se transformaban en gritos, testarudez y groserías. Pero yo siempre respete que fue el que me dio la oportunidad de aprender su trabajo y poder practicarlo.
Un lunes cualquiera, llegue al negocio cinco minutos tarde y el sr Carlos ya estaba de mal humor. Lo habían llamado del consorcio de una serie de tiempos compartidos en los suburbios de la ciudad para hacer un gran trabajo y mi impuntualidad le había hecho saltar los nervios. Cuando llegamos nos atendió el encargado del lugar. Eran como pequeñas casas una al lado de la otra con una pared que separaba cada unidad.  Parecían muy modestas, ya rozando lo humilde, pero quien soy yo para juzgar cuando vivo en una pensión.  El encargado, un señor de unos cincuenta años aproximadamente, nos explico que varios vecinos se quejaban de un mal olor que venía probablemente del pozo ciego. Si bien este no es un trabajo para un par de plomeros, el consorcio no podía afrontar mayores gastos y decidieron que por lo menos echáramos un vistazo.  El olor era realmente nauseabundo e iba aumentando su intensidad a medida que nos íbamos acercando al pozo. El desayuno de esa mañana amagaba con salirse de mi boca pero pude contenerlo. Después de estar un rato forcejeando con la tapa logramos levantarla. El corazón me dejo de latir y la respiración se me corto por un momento al ver ese pozo lleno de torsos, manos, pies y distintas partes de humanos mutiladas. En seguida me volví hacia el sr Carlos quien estaba pálido y boquiabierto ante semejante monstruosidad. No quise mirar otra vez pero estaba seguro que ahí dentro había cuerpos de hombres, mujeres y niños a juzgar por el tamaño.
-¿Qué es todo esto?
-No lo sé… Me respondió el Sr. Carlos
- Hay que avisarle ya a la policía! Le dije.
-Espera, vos quedate acá que yo voy a hablar con el encargado.
No sé porque pero sospeche que el Sr. Carlos no le había contado toda la verdad al encargado del consorcio. En el viaje de vuelta tenia la mirada perdida y en mi cabeza volvían esas imágenes horribles una y otra vez. Estuve a punto de preguntarle que le había dicho a este señor pero me mordí los labios y me ubique, ya que a mi jefe no le agradaba que lo cuestionen.
-Volveremos mañana a revisar unas cañerías y listo. No quiero que hables de esto con nadie por tu seguridad… y la mía también-  Me dijo.
Al día siguiente regresamos a este lugar. Obviamente no había dormido nada bien y estaba exhausto. Cuando baje de la camioneta sentí un escalofrío en la nuca. Acompañe al Sr. Carlos a la parte trasera del complejo donde se reunió con Osvaldo Riggieri, así se presento el dueño de dicho lugar. Cuando le comento lo que paso, el sr Riggieri tuvo la misma reacción que mi jefe el día anterior. Pasaron 5 minutos hasta que se recompuso y en seguida salió caminando hacia una de las unidades,  decía saber quién era el autor de estos feroces crímenes. Al llegar al departamento nº 5 tumbo la puerta y nos encontramos con un lugar completamente revuelto. No había nadie pero de seguro que no se había ido hace mucho. 
- La puta madre! Se escapo… Estoy seguro que fue este profesor degenerado. Siempre lo veía traer chicos para acá con la excusa de darles clases particulares, aunque nunca vi a ninguna madre venir a buscar a su hijo.  Yo sabía que este tipo andaba en algo raro…
-No es su culpa, Osvaldo- le dijo mi jefe.
-Escúchenme, todo este asunto queda entre nosotros 3 ¿ok?  No quiero que este lugar se transforme en el chusmerio del barrio. No es nuestra culpa que un psicópata ande matando gente por ahí y haciendo locuras.
-Pero hay un demente dando vueltas por la calle! Hay que avisar a la policía- conteste.
- Si, pero me van a pedir una coima para empezar una investigación y no tengo dinero ahora. Así que será mejor que no comenten nada y se cuiden porque cualquiera de nosotros puede ser el próximo que aparezca tirado en ese pozo.

¿Sabrá este desquiciado que el sr Carlos y yo vimos su “obra maestra”? ¿Podrá localizarnos de algún modo?  ¿No sería mejor hacer la denuncia en la policía y estar con custodia? Durante los días siguientes esto fue en lo único que podía pensar. Ni la deuda de la renta, ni la falta de comida en la heladera, ni nada podía sacarme todas estas dudas y miedos de la cabeza. Lo único bueno fue que tenía una licencia de una semana en el trabajo, aunque a medida que pasaban los días me di cuenta que por lo menos cuando trabajaba mi mente estaba ocupada en algo, en cambio ahora solo podía pensar en una cosa y la paranoia se presentaba muy a menudo.
En el sexto día de mis pequeñas”vacaciones” el sr Carlos me llamo temprano a la mañana. Su voz era temblorosa y no le entendía bien lo que me quería decir. Luego entendí que lo había llamado el encargado de los tiempos compartidos para contarle que hacia un rato nomas había encontrado a Osvaldo Riggieri con el cuerpo lleno de apuñaladas. Su cara era difícil de identificar aunque reconoció que era el por su vestimenta.
-Ahora si estamos jodidos- me dijo el sr Carlos.
Había empezado lo que probablemente iba a ser una seguidilla de asesinatos y yo estaba en esa lista. El miedo me invadió y quede paralizado con el teléfono en la mano. En el fondo tenía una mínima esperanza que el profesor psicópata no supiera quienes más sabíamos de los crímenes y solo haya ido en busca del  propietario del complejo de departamentos.
A la semana siguiente, luego de haber vuelto de un trabajo en la ciudad, se presentaron unos detectives en el negocio del Sr. Carlos.
-Buen día ¿usted es Carlos Van Haousi?
-No, soy el asistente. Ahora lo llamo.
-¿En qué puedo ayudarlos señores? – pregunto mi jefe.
- Hemos sido informados que hallaron un cadáver en muy mal estado esta mañana en una serie de departamentos en la calle Savoy al 2600. Se trata de Fernando Uriburu, el encargado del lugar.
-¿Y yo que tengo que ver?- Respondió el Sr. Carlos como si no sospechara de que se tratara este asunto.
-Los vecinos del lugar nos contaron que la semana pasada lo habían visto a usted junto con alguien más reunidos con la víctima. Supongo que era su asistente.
El Sr. Carlos asintió con la cabeza. Nos hicieron preguntas de rutina a ambos y luego se fueron. Había sido ingenuo de mi parte pensar que el asesino se conformaría con el dueño solamente, ahora había ido en busca del encargado. Pero… ¿Nos habrá visto al igual que otros vecinos? Si fuera así realmente estaríamos en peligro ahora. Me tome el resto del día libre, almorze en un bar cercano y emprendí la vuelta a mi casa. Todas las personas eran sospechosas para mí, ya que nunca había visto a este psicópata y no sabía cómo era físicamente. Di una vuelta manzana para despistar a algún posible perseguidor y entre a la pensión. Al ingresar en mi departamento se me cayó la caja de herramientas de la mano al notar a alguien sentado en mi sillón leyendo un libro. Era un hombre con unas cuatro décadas vividas aproximadamente, de piel blanca y pálida, con entradas pronunciadas y anteojos de gran tamaño sobre su tabique.
-Así que te gusta leer a Freud… un personaje interesante ¿no te parece? ¡El creador del psicoanálisis! Jajaja…. Y todos los psicólogos le chupan las medias. Se piensan que pueden entender cómo funciona la mente humana, el subconsciente, que se yo… pero te aseguro que hay cosas que por más libros que hayan leído de este anciano sexopata, nunca van a entender. Se los ve tan seguros de sí mismos en sus consultorios, sentados delante de su diploma colgado en la pared ¡¿Acaso tendrán idea de lo que es ser criado por un padre alcohólico que le pegaba a su propio hijo y una madre que para darles de comer a su familia se prostituía por las noches!? Te aseguro que eso no aparece en ningún libro. Y ahora me acusan de asesino y violador, después de todo lo que he pasado durante mi infancia. Que injusto ¿no? Además yo no hacía nada de malo, solo traía algunos alumnos que estaban atrasados con la tarea y les ayudaba, aunque me enojaba mucho cuando sin haber terminado querían regresar a sus hogares. Eso me ponía de muy mal humor y me veía obligado a castigarlos, pero todo lo hacía por su bien. Confieso que cierta parte de mi se alegraba y excitaba mientras los apuñalaba… supongo que será porque me humillaban y se burlaban de mi apariencia. Una clase entera de niños de diez años gritándote “estúpido, idiota, fracasado, etc.”  ¿Cómo te sentirías, eh? ¿y si tus amantes te tratarían también como algo inservible y desechable?  Hombres que primero te tratan tan tiernamente que te sientes único y luego te usan y nunca más te llaman o se contactan contigo.  Supongo que empecé a matarlos en la cama para no darles la oportunidad de dejarme después de eso.
-¿Que es lo que queres?- le pegunte.
-Quiero que encuentres quien eres realmente por dentro. Que te saques todos tus miedos y prejuicios. Tranquilo que si hubiera venido a matarte ya lo habría hecho. Además el próximo en mi mente era tu jefe. Pero decidí delegarte esa tarea a vos….
-¿Yo? ¿Matar al sr Carlos? ¡No, jamás!
-“¿Yo? ¿Matar al sr Carlos?” Por favor… es hora de hacerte hombre ¿no crees?  Es tu decisión, o el o vos.  Pensalo un momento, es el crimen perfecto porque nadie sospecharía de vos, todas las miradas vendrían sobre mi y podrías tener tu propio negocio. Si no lo haces tendré que matarte y sería una lástima- Me dijo mientras se corría el saco y mostraba el arma que tenía en la cintura.
Esa noche me quede pensando cual podía ser la manera más discreta de realizar mi tarea hasta que me di cuenta de lo que estaba pasando por mi cabeza. No podía creer que estuviera tramando semejante cosa. Por otro lado tenía sus puntos positivos y era una cuestión de supervivencia. El profesor había sido muy claro “o el o yo”. Espere hasta la madrugada de ese mismo día, tome mi caja de herramientas y me dirigí hacia la casa del Sr. Carlos…  

jueves, 8 de septiembre de 2011

INVASIÓN - CAPÍTULO 20

¿Qué más tiene que suceder?, me pregunte.
Esas cosas llegaron aquí. Mi madre mientras nos íbamos acercando al lugar me mira y lloraba al igual que Santiago, mientras que el soldado iba con su rifle listo para dispararle en el medio de la frente a la mujer de Ricardo.
Después de esto,¿ qué vamos hacer?.
Comenzó a llover fuerte nuevamente, pero no nos importa mojarnos. Seguimos el rumbo hacia el lugar en donde se encuentra esta pobre mujer moribunda.
Caminamos bastante hasta que al fin pudimos llegar.
                    DOMINGO 16:10HS…
La mujer de Ricardo estaba en el piso, el cura al lado con su escopeta.
Cuando nos acercamos pudimos ver lo que había sucedido.
Había sangre en su rostro y tenía mordidas en sus brazos.
No estaba muy bien.
El soldado al verla, lo primero que hizo fue agarrar su rifle. Apuntar.
El cura lo mira y le dice:¡ deja que se vaya como tiene que irse!.
¡Usted no sabe que puede llegar hacer ella!, respondió el soldado.
¡Vamos, déjala tranquila!, volvió a decir el cura.
¡No podemos, tenemos que hacerlo ahora padre!, le respondió el soldado.
¡Déjame rezar por lo menos así ella va al cielo!, dijo el cura muy serio.
¡Está bien pero apresúrese!, respondió el soldado muy enojado.
El cura comenzó a rezar, ella estaba muy tranquila ahí en el piso agonizando. Ya no le quedaba mucho tiempo de vida.
Podía ver al soldado con ganas de darle un tiro en medio de la frente. Tenía su rifle totalmente preparado.
El cura seguía dándole su sermón a la mujer de Ricardo que se podía ver que sus ojos se iban cerrando lentamente.
El soldado nuevamente apunto su rifle contra la mujer, pero el cura lo miro y le dijo: ¡espera!, todavía no término.
¡Vamos malditos, que aquí ya tu cielo y tu dios no existen!, respondió el soldado.
El cura lo miro, pero no dijo nada. Todos estábamos mirando como la mujer de Ricardo se iba muriendo de a poco.
Mi madre lloraba, mientras sostenía a Santiago en sus brazos, para que no vea.
¿Cómo sucedió todo esto?, me pregunto pero no lo sé.
De repente, mi madre se pone a orar por ella. Ya no había nada para hacer. Todo estaba terminado, su vida ya no valía nada.
Mi madre se persigna. Ya había terminado su oración, miro al cielo y pidió que ella forme parte del paraíso de aquel dios que en este mundo no existió y nos dejó aquí en este infierno.
El padre le estaba haciendo la señal de la cruz, pero de pronto, ella abre sus ojos y dice :¡Santiago, ¿Dónde está?, quiero verlo por última vez!.
Mi madre llevo a Santiago hasta su madre y ella al verlo sonrió. Lo acaricio y el entendió lo que sucedía. Algunas lágrimas derramaron aquellos ojos cansados, muertos, de ella.
Santiago la abrazo y le dijo:¿ vas a ir con papá?.
Ella le sonrió nuevamente y le respondió:¡ si, vamos a estar esperándote!.
Santiago la beso, y no dijo más nada. El pequeño entendía todo, sabía que ella iba a morir. Pero él fue fuerte y no lloro.
Mi madre lo tomo nuevamente y lo abrazo.
¡Van a matarme, ¿no es así?, pregunto ella.
El cura asintió con la cabeza. Ya no había más nada por decir.
El soldado se acercó con su rifle. Apunto, justo en su cabeza pero antes de dar el disparo, ella lo miro y le sonrió, también le dio las gracias por salvarla.
Él estaba preparado para tirar del gatillo, cuando de pronto se escucharon unos gritos. Eran ellos y esta vez la horda era más grande que la que ataco la base.
Todos miramos ellos estaban cerca, nosotros no los escuchamos venir. Era como si ello tramó todo, sin que nos demos cuenta.
Tenemos que escapar, pensé. Tome a Santiago y a mi madre y dije :¡vámonos!.
Pero el soldado tenía que liquidar a la mujer. Esas cosas estaban a unos cincuenta metros de nosotros.
No íbamos a llegar a la cabaña, estaba a unos cientos de metros.
Teníamos  que correr con todas nuestras fuerzas.
El cura nos miró y dijo:¡váyanse, yo me ocupare!.
¡noooo, vámonos podemos salvarnos!.
Y el cura con su cabeza dijo que no, se levantó la manga de su sotana y nos mostró su brazo. Estaba mordido.
Seguramente fue cuando quiso salvar a la mujer.
¡Váyanse!, grito el cura.
El soldado comenzó a correr, yo lo seguí.
Mi madre corría pero no tan rápido como nosotros.
Mientras llevaba a Santiago en mis brazos, mire hacia atrás y vi la escena muy lentamente como si fuera de película. El cura cargo su escopeta, miro a la mujer de Ricardo se persigno y apunto justo en su cabeza, seguido de un grito, se escuchó el disparo. Luego el miro hacia adelante y comenzó a disparar hacia los infectados.
Nosotros ya estábamos lejos, pero aun así se escuchaban los disparos. Pero de pronto, todo fue un silencio, luego gritos. El cura había sido asesinado, pensé.
El silencio volvió a apoderarse de nosotros, mientras iba corriendo hacia la cabaña podía sentir la presencia de la muerte cerca nuestro.
Se podía escuchar ahora las corridas de esas cosas, me di vuelta mientras corría y vi que ya no estaban alcanzando.
Trate de correr más rápido pero no quería dejar a mi madre.
Ya podíamos ver a la cabaña, no estaba lejos.
Pero esas cosas eran rápidas, mucho más rápidas que aquella vez.
De pronto, paso lo que tenía que pasar, mi madre cayó al suelo. Yo retrocedí, trate de levantarla pero no podía, ya que tenía a Santiago en mis brazos.
¡Ayúdame!, le grite al soldado.
Él se dio vuelta y vino corriendo, hacia nosotros.
Comenzó a disparar contra los infectados, pero eran demasiados, estaban muy cerca ya de nosotros.
¡Vamos, levántate!, le dije a mi madre.
Pero ella me miro y con su cabeza me dijo que ya no quería.
¡Vete, sálvate y salva a Santiago!, esas palabras me dijo.
El soldado seguía disparando, pero era inútil. Trate de disparar. Pero no podía hacer nada eran demasiados.
¡veteeeee!, grito mi madre.
Luego el soldado la siguió diciendo :¡hazle caso, maldito!.
Me fui corriendo, el soldado se quedó con ella disparando, hacia los infectados.
Mientras yo corría, miraba para atrás, de pronto el soldado saca de adentro de su camisa, algo. Era baste grande, cuadrado.
¡Corre lo más rápido que puedas!, me grito.
Yo le hice caso y corrí con todas mis fuerzas.
Ya estaba cerca de la cabaña a tan solo unos metros de ella y los infectados a unos quince metros de mí.
Tengo que llegar rápido, pensaba.
Santiago lloraba sin parar, el veía esas cosas que se acercaban a toda velocidad hacia nosotros.
Por suerte, pudimos llegar a la cabaña. Abrí la puerta. Entre. Deje a Santiago y antes de cerrar la puerta, dispare con mi arma a algunos de los infectados. Por suerte derribe a algunos.
Casi no veía a mi madre, pero si al soldado estaba siendo atacado por esas cosas. Seguramente mi madre ya está muerta pensé. De pronto se escuchó una explosión, pero enorme. Volaron infectados por todos lados. La onda expansiva de esa explosión me dejo aturdido y en el piso.
No podía levantarme, todo giraba a mí alrededor. Escuchaba el llanto de Santiago como un eco muy lejano. De repente cierro mis ojos y tomo una bocanada de aire, vuelvo a abrirlos.
Ahora veía las cosas un poco más claras. Lo primero que pude ver fue la puerta, estaba abierta todavía.
Me levante mareado, fui hasta la puerta pero era tarde cuando quise cerrarla esas cosas ya estaban ahí. Podía ver sus manos queriéndome agarrar, pero yo hacía fuerza para que ellos no entraran.
Santiago lloraba, lo mire y le dije :¡ve hacia el cuarto donde está la radio, rápido!.
Santiago me entendió y fue corriendo hacia allá. Entro y cierro la puerta.
Maldición, pensaba. No quiero morir. Entonces pensé.
Pero nada se me ocurría. No tengo que morir, esta era la única frase que se me venía a la mente.
De pronto, dejo la puerta y salgo corriendo hacia el cuarto donde Santiago estaba esperándome.
Abrí la puerta, entre. Luego cerré la puerta con unos pasadores que tenía.
Fui directo a donde estaba Santiago, lo agarre y lo abrase.
El seguía llorando, yo no sabía qué hacer. Tome una silla que estaba en el cuarto y me senté con él.
Esas cosas estaban adentro de la cabaña, y ya estaban golpeando la puerta. Podía ver como se movía, en cualquier momento la iban a derribar.
Por suerte, Santiago se calmó. Yo lo mire y podía ver sus lágrimas como caían. Creo que sabía lo que estaba por suceder.
¡Quédate tranquilo, nadie va a hacerte daño, yo estoy aquí contigo!, le dije.
El me miro y secándose sus pequeñas lágrimas, me abrazo.
¿Qué más queda por hacer?, me pregunte.
Mientras estaba ahí sentado y esas cosas golpeado la puerta que dividía la salvación con la muerte, comencé a recordar aquellos buenos momentos que pase con mis padres.
Todas aquellas imágenes pasaban rápidamente por mi cabeza.
¿Qué hicimos mal, para que dios (si existe) nos haga sufrir de esta manera?,¿ es el fin del mundo?, me venían estas preguntas todo el tiempo.
Santiago me miro y me pregunto :¿ voy a ir con mi mamá y mi papá?.
Yo lo mire con mis ojos llenos de lágrimas y le dije:¡no lo sé!.
¡Los extraño!, me dijo.
Luego hubo un silencio entre él y yo.
Después vino otra pregunta:¿ vos extrañas a tus papás?.
Yo asentí con mi cabeza.
Los extraño mucho y por no ser tan valiente están muertos, es mi culpa. Podría haber sido otra la historia.
                          DOMINGO 17:00HS…
La lluvia ya había parado, el sol se podía ver por la una partecita de la ventana que estaba tapada con madera.
Santiago se había dormido. Los infectados seguían golpeando la puerta con más furia.
Tome mi arma, saco el cargador y miro cuantas balas me quedan.
Tan solo dos. Ya sé lo que voy hacer.
Desperté a Santiago, el me miro no entendía lo que sucedía.
¡Ahora vas a ir con tu mamá y tu papá!, le dije.
Puse mi arma en su cabeza, el me miraba. Me hizo una sonrisa tan dulce que me partió el alma. Pero tenía que hacerlo.
Tire del gatillo y le quite la vida.
Deje su cuerpo en el piso y comencé a llorar y a maldecir a todos los santos.
Los infectados que estaban del otro lado, comenzaron a golpear la puerta muy fuerte.
¡Malditos, hijos de puta. Bastaaa. Bastaaa. ¿Qué mierda hice mal para merecer todo lo que me paso?, gritaba muy fuerte.
De pronto miro la radio, tenía una cinta para grabar.
Prendí la radio, y comencé a hablar todo iba a ser grabado.
 Las siguientes palabras están en tiempo real:
NO PUDE HACER NADA. TODOS ESTÁN MUERTOS. LOS INFECTADOS TOMARON ESTE LUGAR, YA NO QUEDA NADIE. SI LLEGAN A ENCONTRAR ESTE LUGAR, QUIERO QUE DEN A  CONOCER TODAS LAS COSAS QUE PASAMOS, TODO ESTA ESCRITO.
ACABO DE MATAR A UN NIÑO DE CUATRO AÑOS, NO PUEDO SOPORTARLO, NO HAY SALVACIÓN PARA TODO ESTO.
ESPERO QUE ALGUIEN ME HAYA ESCUCHADO MIENTRAS GRABE ESTO.
La cinta de la radio seguía grabando.
Camine hasta la silla. Me senté, tome mi arma, y la cadena de mi padre que estaba en mi bolsillo, la mire y solté algunas lágrimas.
                  DOS SEMANAS MAS TARDE…
EL CUERPO DE FERNANDO FUE ENCONTRADO CON UN DISPARO EN LA CABEZA, AL IGUAL QUE SANTIAGO. LOS DEMÁS CUERPOS NO SE ENCONTRARON POR AHORA. LAS HIPÓTESIS DE LAS PERICIAS DICEN QUE PUEDE SER QUE HAYAN SIDO COMIDOS POR LOS INFECTADOS.
EL CUERPO DE FERNANDO Y DE SANTIAGO, TENÍAN YA MAS DE UNA SEMANA DESDE EL MOMENTO QUE MURIERON.
UN TROPA DE SOLDADOS LOS ENCONTRÓ AHÍ.
LA SITUACIÓN ACTUAL DEL PROBLEMA SIGUE IGUAL. LOS INFECTADOS TOMARON TODO EL PUEBLO Y CASI TODO EL PAÍS.
LOS SOLDADOS SIGUEN LUCHANDO CONTRA ELLOS TRATANDO DE VOLVER A LA NORMALIDAD.

                                                                     FIN.

viernes, 2 de septiembre de 2011

INVASIÓN - CAPÍTULO 19


              DOMINGO 13:59HS…
Estábamos encerrados, los golpes en la puerta se hacían cada vez más fuertes. Pero no tenemos escapatoria. Ni siquiera una ventana tenemos. Todo está cerrado.
De pronto, nos damos cuenta de que la puerta en cualquier momento va a caerse. Algo tenemos que hacer.
El soldado estaba muy tranquilo, como si nada de esto estaría pasando.
De repente, el soldado se levanta y comienza a caminar.
Yo le pregunto:¿Qué hacemos ahora?.
Él no dice nada. Pero de pronto, mueve la mesa que había en el lugar, y saca la alfombra que cubría una parte del suelo. Cuando la saca, pudimos ver una puerta de un sótano.
Pero cuando la fuimos a abrir, estaba cerrada con llave.
Los dos comenzamos a buscar, la llave de esa maldita cerradura. Pero no la encontrábamos por ningún lado.
Hasta que el soldado se cansa de buscar y con la silla que había, comienza a golpear la puerta de ese sótano. Pero no se daba cuenta de que la iba a romper.
Los golpes daban justo en el centro de la puerta. Hasta que la rompe. No sé cuántos golpes le dio, pero lo que si se es que ahora podemos entrar a ese sótano.
Bajamos unas escaleras, hasta que por fin llegamos.
Estaba todo oscuro el lugar. No se podía ver nada.
Caminábamos hacia ningún lugar. De pronto, el soldado saca un encendedor y comienza a caminar, aunque daba muy poca luz, algo podíamos ver.
Pero algo me choque y caigo al suelo. Qué raro, pensé. El suelo era muy blando. Mi compañero me levanto y cuando me alumbro era el cuerpo de un hombre. Seguramente el dueño. Que todavía su nombre lo tengo en mi mente Darío, con su apellido italiano que no recuerdo.
Estaba casi en estado de descomposición por eso estaba blando.
Por suerte, este hombre tenía una linterna en su mano.
La agarre y me fije si prendía. ¡Sí!, funciona.
Alumbre el cuerpo del hombre y vimos que tenía un disparo en la cabeza. Agarramos su arma que estaba tirada al lado de su cuerpo, nos fijamos si tenía balas pero no. Era en vano tener un arma sin balas.
Había botellas de licor tiradas por todos lados. Seguramente este hombre se emborracho hasta no aguantar más y se disparó en la cabeza.
Que feo habrá sido para este hombre ese momento.
De pronto, vemos un cartelito que dice: SALIDA DE EMERGENCIA y luego lo acompaña una flecha que nos indica para donde tenemos que ir.
                      DOMINGO 14:35HS…
Caminamos hacia donde indicaba la flecha. Hasta que al fin pudimos llegar a la salida del lugar.
Teníamos que abrir la puerta solamente para poder irnos. Pero no sabíamos que había del otro lado.
Entonces el soldado se saca su camisa y agarra una botella de licor.
Rompe su camisa en varias partes. Luego inserta una pequeña parte de la camisa adentro de una botella y luego con su mano vierte la botella para que la tela se moje. Una vez que hizo esto con su encendedor prende fuego la tele. Listo ya teníamos una bomba molotov para tirarles a esas cosas.
Abrimos la puerta y vimos que había algunas de esas cosas. No eran muchas pero tampoco eran pocas.
El soldado tira su bomba molotov y acierta en esas malditas cosas.
Luego, salimos corriendo a toda velocidad. Porque solamente le dio a algunas.
Mientras corríamos teníamos que volver por el mismo lugar que vinimos antes.
Llegamos a una de las casas que pasamos antes y volvimos a hacer todo lo mismo que habíamos hecho antes.
Cruzamos la primera casa caminando y así sucesivamente.
Pudimos tomar un poco de aire, después de todo lo que pasó allá en el pueblo.
No nos cruzamos a ninguna de esas cosas. Estábamos a salvo, era raro que este todo tranquilo.
Llegamos a la última casa del otro lado estaba la ruta.
Después de esta casa ya podíamos estar más tranquilos.
Saltamos el último paredón. Por suerte, habíamos salido ilesos.
Llegábamos vivos a la cabaña.
Íbamos caminando muy tranquilos por la ruta, la tormenta que se veía lejana cuando nos fuimos a buscar comida. Ahora estaba sobre nuestras cabezas.
Mientras caminábamos con el soldado, tomábamos el licor que sacamos de la licorería.
Aunque hacía calor bebíamos el licor como si fuese invierno.
Nos faltaba bastante para llegar a la cabaña. Pero no nos hacíamos problema. Ya que esas cosas están en el pueblo todavía.
Comenzó a tronar, el cielo estaba negro. Iba a ser una tormenta fea.
                       DOMINGO 15:10HS…
Estábamos llegando al lugar en donde estaba el auto de Gabriel.
Pasamos por al lado del coche carbonizado, ya con oxido, y los pelos de mis brazos se erizaron. Se me vino a la mente aquella noche cuando la mujer lo ataco con una mordida en su cuello.
Por dios que locura todo esto que paso.
Luego de pasar el auto, las nubes dejaron caer sus gotas. La lluvia había empezado. Las gotas eran bastante grandes y caían con mucha fuerza.
A unos ciento veinte metros, veo la estación de servicio que estuve hace mucho tiempo.
Fuimos corriendo hasta ella y nos refugiamos ahí.
Era terrible como llovía, parecía que el cielo se estaba cayendo.
Íbamos a tener que esperar acá abajo hasta que pare.
Estuvimos un buen rato, hasta que la lluvia dejo de caer tan fuerte, fue ahí cuando decidimos salir y seguir caminando.
Estábamos a unas diez cuadras de la cabaña. Yo tenía muchas ganas de tirarme un rato y dormir. Estaba cansado. El soldado se podía ver, que todavía tenía energía para estar haciendo cosas por días.
Todavía tronaba iba a ser una tormenta bastante fuerte, sino nos apuramos nos va a agarrar un aguacero como el de recién.
Ya desde lejos se podía ver la cabaña, ya tenía ganas de dormir. Mis piernas, creo que se movían por inercia, estaba realmente exhausto.
El soldado me mira y me dice:¡ gracias por acompañarme, fuiste muy valiente al hacerlo!.
Yo lo mire y sonreí.
                      DOMINGO 15:52HS…
Por suerte, ya habíamos llegado a la cabaña. Entramos, pero no había nadie. ¿En dónde estaban todos?, nos preguntamos los dos.
Dejamos el bolso. Y buscamos, pero no había nadie en la casa.
Esto me huele mal, pensé por dentro.
De pronto escuchamos un grito que decía:¡ayúdenme, ayúdenme!.
El soldado y yo salimos rápido, ahí fue cuando pude ver a mi madre, que venía con Santiago en sus brazos y con sangre en sus manos y en su ropa.
Al ver esto, los dos fuimos hacia mi madre corriendo. Agarramos a Santiago para ver que le había ocurrido, pero él no tenía nada.
Mi madre me mira y me dice:¡él está bien, pero la madre no. Esas cosas la mordieron. Eran muchos. El curo pudo matar a algunos y rescatarla. Pero ya no puede más!.
¿Ahora dónde está?, le pregunte a mi madre.
¡Vengan conmigo!, me respondió.
Comenzamos a dirigirnos hacia donde estaba la esposa de Ricardo.
¡Tenemos que apresurarnos!, dijo el soldado.
¿Por qué?, pregunte.
¡Porque si no se va a convertir en una de esas cosa, hay que llegar y matarla!.
¡Maldición!, pensé. Ahora tenemos otro problema.

INVASIÓN - CAPÍTULO 18


DOMINGO 11:15HS…
Corríamos con todas nuestras fuerzas. Nos habían visto. Teníamos que llegar a la puerta de ese supermercado.
Esas cosas se iban acercando cada vez más a nosotros.
Ya estábamos ahí; abrimos las puertas. Entramos corriendo a toda velocidad. Nos fuimos adentrando en el lugar. Pero teníamos que refugiarnos. Mientras corríamos, escuchamos que las puertas del supermercado se abrieron. Ellos ya estaban adentro.
Pasábamos góndolas y góndolas, hasta que llegamos a la carnicería.
Pasamos por atrás del mostrador y fuimos hacia donde están todas las carnes.
Entramos a la heladera era gigante. Cerramos la puerta y nos quedamos ahí callados.
Se podían escuchar los gritos y las cosas que tiraban al suelo.
Íbamos a tener que quedarnos aquí encerrados por un largo tiempo.
No teníamos demasiadas armas. Ni tampoco íbamos a saber en qué momento salir de acá.
                      DOMINGO 11:45HS…
Seguíamos adentro de la heladera. Los gritos ya no se escuchaban afuera.
Entonces el soldado, abrió la puerta y Salió con su rifle apuntando hacia adelante por cualquier cosa que aparezca.
Yo lo seguí muy lentamente. Por suerte no andaban cosas por ahí.
Fuimos agarrando comida muy tranquilamente.
Todo lo que necesitamos fue guardado en un bolso que trajo el soldado.
Pero de pronto, cuando llegamos a la góndola de la comida enlatada, había unos cinco infectados.
Entonces, el soldado no dudo en dispararles en medio de la frente.
Cayeron los cinco. Lo hizo con una velocidad increíble.
Luego agarramos las latas y algunas cosas más que necesitábamos y nos fuimos rápidamente hacia afuera.
Aunque hay un inconveniente. Esas cosas están en la parte de adelante. Ahora vamos a tener que salir por la parte de atrás del lugar, y vamos a tener que dar toda la vuelta para poder escapar, y el tema es que no sabemos que hay atrás de este supermercado.
Buscamos alguna puerta de emergencia pero estaban en la otra punta del súper. Teníamos que llegar a salir antes de que una cosa de esas nos vea y con sus gritos llame a los demás.
Fuimos caminando por todo este lugar. Teníamos que llegar a las puertas de emergencias, que nos llevarían a la salida. Teníamos que hacerlo rápido.
Después de cruzarnos todo el supermercado, llegamos a una de las puertas de emergencia.
Por suerte, estaba abierta. Salimos, ya estábamos libres y a salvo.
Comenzamos a caminar por lo que se puede ver, en la calle por donde entran los camiones para ir al depósito.
Esta calle nos conducía a la parte de atrás del supermercado. Caminamos unos ciento cincuenta metros hasta llegar al portón.
Una vez que llegamos, nuevamente teníamos que salir hacia el peligro.
                  DOMINGO 12:30HS…
Saltamos el portón, ya estábamos del otro lado.
Teníamos que estar atentos, nuestros oídos debían escuchar todo.
Comenzamos a caminar y nos alejamos de a poco del supermercado.
Este lugar no lo conocía. Nunca había andado por acá.
No había ningún infectado por la calle, por suerte estábamos a salvo.
De pronto, vemos que ya estábamos llegando a la calle principal. Tan solo nos separa una calle de ahí.
Caminamos y esta vez más atentos que antes.
Por ahí veíamos alguna de esas cosas caminando lentamente sin rumbo.
Ya estábamos cerca. Teníamos que decidir mientras íbamos caminando, hacia donde saldríamos corriendo o mejor dicho o donde nos refugiaremos. Esas cosas seguramente deben estar esperando en la puerta del supermercado para comernos.
Nos camuflamos con algunos autos que estaban abandonados para que no nos vean.
Comenzamos a ver cuántos infectados había en el lugar. Por lo visto eran muchos.
Teníamos que hacerlo rápido. Pero antes de que salgamos corriendo. El soldado ve que enfrente del lugar hay una licorería. Ahí podríamos ir y armar algunas bombas molotov, seguramente hay mucho alcohol. Sería un buen lugar para estar refugiados y prepararnos para llevar a cabo nuestra retirada.
Estábamos ahí parados detrás de los coches. Veíamos a esas cosas.
Pero tomamos un respiro los dos, y corrimos hacia la licorería.
Había mucha de esas cosas en la calle y nos vieron.
Su reacción fue instantánea. Comenzaron a correr hacia nosotros. Pero por suerte, pudimos entrar al lugar.
Una vez adentro corrimos con toda nuestras fuerzas un armario para tapar la puerta.
Era muy pesado, pero de la desesperación pudimos correrlo.
¡Estamos a salvo!, pensé en mi interior; pero no estábamos a salvo. Dentro del este local con nosotros había unos diez de estos malditos asesinos.
Disparamos contra ellos rápidamente, porque casi los teníamos encima de nosotros.
Los matamos a todos por suerte. Ahora si estábamos a salvo.
El soldado comenzó a buscar algunas botellas, ya que el lugar seguramente fue saqueado en algún momento.
Encontró solamente siete botellas. Las guardo adentro del bolso y me dijo:¡esperaremos un buen rato hasta que estas cosas se vayan, todavía saben que estamos acá!.
Nos sentamos en el suelo y abrimos un licor. Era temprano para tomar pero no importa, qué más da.
                    DOMINGO 13:45HS…
Todavía estábamos ahí adentro del local y esas cosas por momentos golpeaban la puerta con fuerza. Se los podía escuchar afuera. Seguramente eran muchos, más de lo que nosotros pensamos.
Nos levantamos del suelo y comenzamos a ver que había en el lugar. Ahora necesitábamos buscar una salida para poder escapar de aquí.
Había unas puertas nada más en el lugar.
La primera que abrimos dio con una pequeña oficina, que seguramente era la del dueño del lugar.
En ella había un armario en que había papeles y nada más. También contaba con un escritorio.
Sobre la mesa había una computadora, una carpeta, un lapicero, y un cartelito que decía: Darío Sguazzini dueño.
Despues de registrar esa oficina, nos fuimos a la puerta de enfrente. Ahí encontramos el baño, y algunas cosas para limpiar.
Nos había más nada ahí. Salimos y nos fuimos para adelante.
Mientras vamos para adelante miro al soldado y le digo:¡tenemos que hacer algo pronto, tenemos que encontrar una salida. Porque esas cosas romperán el vidrio de la puerta y una vez que tiren lo que pusimos para bloquear la puerta. Vamos a tener un gran problema!.
 El soldado se quedó mirando la puerta del lugar y es verdad lo que le dije, algo tenemos que hacer.
No tenemos mucho tiempo para pensar las cosas.
Tenemos que actuar muy rápido.
Por lo que pudimos ver tan solo tenemos una puerta para escapar y es la misma por la que entramos.
                    DOMINGO 14:25HS…
El tiempo pasaba y estábamos aquí adentro. Esas cosas seguían golpeando la puerta sin parar. ¿Qué vamos hacer?, me preguntaba.
De pronto, se escucha que el vidrio de la puerta se rompe, y esas cosas comienzan a empujar lo que pusimos para bloquear la puerta.
Los dos nos fuimos hacia la oficina. Entramos cerramos la puerta y por suerte, tenía la llave en su cerradura.
Cerramos la puerta con llave y nos quedamos ahí.
Escuchábamos como esas cosas gritaban y de repente, se escuchó como callo lo el armario que habíamos puesto para bloquear la puerta.
Ellos ya estaban adentro,¿ qué íbamos hacer ahora?, pensaba.
Teníamos que escapar de este lugar. Podíamos escuchar los pasos de esas cosas. Luego vinieron los golpes en la puerta. Todos los sonidos se mezclaban golpes en la puerta, gritos y pasos.
¿Qué íbamos hacer ahora?, este era nuestro fin.