martes, 15 de noviembre de 2011

SUBESSE IN TENEBRIS

      SUBESSE IN TENEBRIS.
 (EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
              CAPITULO 4.
El doctor se quedó mirando. No podía creer. Se levantó de la silla en la que estaba. Y tomo del brazo a la maestra de la niña.
                -. ¿Usted vio lo mismo que yo?.- dijo el doctor.
               -.no, ¿qué paso doctor?.- pregunto la maestra.
             -. La niña esta…embarazada.-dijo el en voz baja el doctor.
          -.¿qué?.- dijo la maestra tapándose la boca.
        -. Si, Gloria, y se lo tenemos que decir a la niña, lo antes posible, no puede ser que haya pasado esto, quizas esos son los dolores que ella tiene.- dijo el doctor rascándose la barbilla.
La maestra, no podía creer lo que escuchaba, como podía ser posible.
El maldito del padre la había dejado embarazada a la pequeña. Se lo tenían que decir de algún modo, igualmente ella entendería.
 El doctor se acercó a Sara y le dijo:
       -.bueno pequeña, vamos a llevarte a tu cuarto para que estés en observación y quizas mañana te vayas.-
  La pequeña se sentó en la silla de ruedas y se la llevaron hacia su cuarto.
Los dos adultos iban callados, no podía creer lo que a la nena le pasaba, y más el doctor que no sabía que el padre abusaba de la niña.
Después de cruzar casi todo el hospital, Sara ya estaba recostada en la cama de la habitación.
Por otra parte, el doctor la miro a Sara y le dijo:
   -. Hermosa mañana ya te vas ¿sí?, cualquier cosa que necesites, tienes que apretar este botón. ¿De acuerdo?.-
 La pequeña dio a entender con su cabeza, que dijo que sí.
Pero antes de irse el doctor, llamo a Gloria.
Los dos salieron del cuarto y ahí fue cuando le pregunto el doctor a la maestra:
           -. ¿Qué está pasando aquí?, hay algo que me perdí.
          -.mire doctor la niña esta así porque el padre abusaba de ella, y por eso tiene esos golpes y por eso está embarazada.- respondió la maestra.
Al doctor se le puso la piel de gallina ni bien escucho esas palabras. No lo podía creer, entonces le siguió preguntando:
             -.¿ el padre donde está ahora?.
            -.preso doctor, a la niña me la llevo yo.- respondió la maestra.
           -.muy bien, mañana a la mañana si quiere podrá venir a buscarla.- le dijo el doctor.
Luego de hablar con la maestra el doctor se fue a su oficina, mientras que Gloria entro nuevamente a la habitación de la niña.
Sara al verla sonrió, y la maestra también lo hizo.
           -. Sara voy a tener que irme, mañana volveré por ti, ya son casi las tres de la tarde, debo volver al colegio.- dijo Gloria.
        -. Está bien seño, gracias.- respondió la pequeña.
       -. No me tienes que dar las gracias, de ahora en más voy a cuidarte yo misma, y ni nada ni nadie va hacerte daño.- dijo la maestra sonriendo.
Sara no respondió, tan solo hizo una sonrisa de oreja a oreja, estaba contenta de que la maestra hizo todo lo que hizo.
Luego la maestra se acercó a Sara y le dio un beso y un abrazo, y antes de irse le dijo:
       -. Mañana vendré por ti.-
Sara se la quedó mirando, hasta que Gloria su maestra se fue.
Se quedó pensando que era lo que había sucedido. Que era lo que habían hablado el doctor con la maestra. De pronto, vuelven los dolores, con unos gritos muy fuertes, al escucharlos gritos de la pequeña, entra una enfermera y luego el doctor.
    -.quédate quieta pequeña, enfermera de la inyección para que se duerma.- dijo el doctor.
La enfermera que estaba con él, le dio la inyección y fue ahí cuando la pequeña Sara se fue durmiendo muy lentamente bajando cada vez más el tono de sus gritos.
Luego Sara cierra sus pequeños ojos, y se duerme.
                    -.¡expergiscere, expergisere parva!.- dijo una voz.
La pequeña lentamente comenzó a abrir los ojos. Su vista estaba nublada.
                      -.¿quién es?.- pregunto ella mientras frotaba sus ojos con sus manos.
                   -. ¿Non menimi?.- pregunto él.
Sara seguía frotándose los ojos, y cuando logra ver, vio a aquel extraño, que aparecía en sus sueños. Estaba vestido, con un traje rojo como si fuera lava. Ella sonrió y le pregunto:
                     -. ¿Eres real?.-
                    -.praesent otium, omnes erit etiam.- dijo el, estirando nuevamente su mano derecha como aquella vez, cuando caminaron por el bosque.
La pequeña tomo la mano del extraño, y caminaron hasta llegar nuevamente al camino que llevaba al gran castillo que el extraño le señalo la última vez.
Sara miro el castillo, estaba muy lejos, tendrían que caminar muchísimo. Pero a ella no le importaba, con él se sentía bien, no quería regresar al mundo donde ella vivía.
Los dos caminaron sin hablar, no emitían palabra, pero si se miraban todo el tiempo y tan solo con las miradas se decían todo.
Siguieron sin parar hasta llegar, a las puertas del castillo, ahí se quedaron parados los dos, ella agarro su mano con más fuerza todavía, el con su voz suave le dijo:
                           -.noli timere, nihil erit.-
De pronto, las grandes puertas de aquel castillo comenzaron a abrirse muy lentamente, el con su cabeza bien en alto, espero hasta que se abran bien para después pasar.
Y una vez que cruzo las puertas, la pequeña Sara camino junto a él.
Primero cruzaron el mercado que había en el medio del lugar. Había gente, eran una especie de campesinos. También algunos hombres a caballo andaban, eran como una especie de caballeros con unas armaduras, que por lo que se podía ver era realmente pesadas.
Todo era increíble, pero el extraño seguía caminando sin mirar hacia abajo, iba caminando como mostrando que él estaba ahí.
De pronto, uno de los caballeros que estaba ahí, grita:
                      -.¡omnis inclinatio, hic dominus!.-
Al escuchar esto toda la gente se inclinó a sus pies, mejor dicho, a los pies del extraño.
Fue ahí cuando la pequeña se dio cuenta de que el extraño era un rey, pero, ¿de qué?.
Los dos cruzaron todo ese lugar hasta llegar a unas escalinatas, que por lo que Sara podía ver eran muchas. Pero no le importó, comenzaron a subir muy lentamente y la pequeña pudo ver como toda la gente los miraba.
Estuvieron un largo rato subiendo esas escaleras que parecían de mármol.
Luego de un buen rato, llegaron a la cima. Sara miro lo que nunca en su vida pudo ver, el cielo. Quedo petrificada, el castillo estaba por encima del mundo, podía ver todo. Podía ver hasta el fin del mundo.
Dos guardias estaban en la puerta principal del castillo, quienes al igual que las personas, se inclinaron a él.
La pequeña Sara paso entre medio de ellos dos. Para seguir caminando con aquel rey.
                      -.sedes, uos pertaesum est.- dijo el, mientras señalaba un sillón gigante de oro.
Sara se sentó y el extraño pidió a un sirviente, algo para la niña.
Él se la quedó mirando. Luego ella le pregunto:
                       -. ¿ cuál es tu nombre?.-
Hubo un silencio entre los dos, hasta que el extraño le dijo:
                        -. Nomen meum.-
Pero no pudo escucharlo, ya que la pequeña abrió los ojos nuevamente, y vio que estaba el doctor junto a ella.
                         -.¿estás bien?.- pregunto el doctor.
                    -. Si estoy bien.- respondió la pequeña.
Movió su cabeza y vio que estaba la enfermera, y su maestra.
                        -. Hoy te vas Sara. No pudimos despertarte anoche para comer.- volvió a decir el doctor con una sonrisa.
La pequeña sonrió con la noticia que le daban. Se iba a ir del hospital, pero no se iba a su casa, se iba con su maestra, la cual ahora era su tutora e iba a cuidar de ella.
                      -.muy bien vístete Sara, así nos vamos.-le dijo la señorita.
La niña salto de la cama y se vistió muy rápido, mientras que el doctor se fue a buscar unos papeles para que, Gloria la maestra, firme el papeleo donde dice que Sara se va a la casa.
Ya todo estaba listo, Gloria firmo los papeles y la pequeña estaba vestida. Pero antes de irse el doctor llamo a Gloria y le dijo:
            -. Dígaselo a la pequeña, y dele estas pastillas por si el dolor aparece, ¿me escucho?, cuídela.-
        -. Si, doctor la voy a cuidar como si fuera mi propia vida.- respondió Gloria.
Luego las dos se fueron del hospital con rumbo a una nueva vida para Sara.

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