martes, 8 de noviembre de 2011

SUBESSE IN TENEBRIS

      SUBESSE IN TENEBRIS.
  (EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
              CAPITULO 3.
Sara abrió los ojos y nuevamente se encontró en ese campo que parecía un paraíso. Esta recostada en el pasto que parecía una alfombra. Se levantó, y miro a su alrededor, y por lo lejos lo diviso al hombre que le había regalada aquella rosa que ella guardo en un libro.
Él también la vio y la llamo con su mano, Sara al ver esta seña, fue corriendo hacia él.
Mientras se acercaba, podía sentir una brisa muy débil que traía consigo un aroma a flores hermoso, que jamás ella había sentido.
Este lugar era perfecto, pensaba ella. No quería volver a su casa.
Hasta que después de tanto correr al fin estaba cara a cara con el extraño.
Sara se detuvo a unos metros de él, los dos se miraron, el vestía aquel traje blanco que al estar expuesto al sol parecía que brillaba, y en su cuello tenía un pañuelo de color negro.
Estuvieron unos minutos mirándose, hasta que de pronto el extendió su mano derecha y con el idioma que Sara no entendía le dijo:   
                 -. Venite mecum paulo.-            
Ella lo miro fijamente a los ojos y entendió lo que él quería decirle, pero no las palabras. Sino que entendió lo que quería decir su mirada.
Sara tomo su mano y se fueron caminando los dos. Mirándose mutuamente, sin sacarse los ojos de encima.
Pasearon por todo ese campo que solo en una pintura se puede encontrar. Luego se adentraron por un bosque, en donde había plantas y flores exóticas, y más tarde comieron de algunas frutas que había en ese bosque que parecía de un cuento de hadas.
Luego siguieron su camino, hasta cruzar el bosque. Ahí fue cuando la pequeña vio a lo lejos un gran castillo en la cima de una montaña, tan alta que seguramente llegaría hasta el cielo.
El extraño, se detuvo y detuvo a la pequeña, y luego la miro a los ojos y le dijo:
                      -. Ut redire.-
Pero la pequeña no entendía, él le soltó la mano, y volvió a repetir:
                    -. Ut redire.-
Sara se largó a llorar, lo miro con sus lágrimas en sus ojos, y no le dijo nada. Pero él, se acercó al oído de ella y le dijo muy suavemente:
                     -.puteus  ‘animadverto.-
Luego, Sara cerro los ojos muy lentamente, mientras veía como el extraño se iba caminando muy lentamente con dirección hacia el castillo.
                        -.¡Sara!, ¡Sara!. Reacciona por favor.-
Dijo una voz, ella trataba de abrir sus ojos pero no podía. Pero cuando logro abrirlos, se encontró en el hospital, con su directora y su maestra.
No entendía lo que estaba sucediendo, ella las miro, pero no les dijo nada.
               -.quédate tranquila, estamos aquí para cuidarte, ¿sí?, ahora lo único que tienes que hacer es descansar.- dijo la maestra.
Sara la miro y sonrió, al escuchar lo que dijo. Pero de pronto, pregunto:
                    -.¿ dónde está mi papa?.-
                   -.tu padre está preso Sara. Hicimos la denuncia por lo que te hizo. Seguramente estará un par de años ahí encerrado, pienso. Pero, una vez que estés bien, podrás venir a mi casa a vivir.- respondió nuevamente la maestra, mientras la directora sonreía.
Al escuchar esto, Sara sonrió pero al mismo tiempo se le escaparon unas lágrimas de sus ojos. Pero no sabía si era de tristeza o porque estaba feliz.
                  -.tranquila Sara, todo estará bien de ahora en más.- dijo la directora, mientras le acariciaba la frente a la pequeña.
Luego Sara, cerró sus ojos y se durmió profundamente.
Por otra parte, la maestra y la directora se fueron a tomar un café, dejando a Sara durmiendo tranquila.
                -.pobre Sara.- dijo la directora.
               -.la verdad que sí. No se merece que pase todo esto. Tenemos que ayudarla. Esperemos que me puedan dar la tenencia de ella. Hay que sacarla de ahí lo antes posible.- comento la maestra.
La directora no le respondió, solo asintió con su cabeza.
Luego las dos, se sentaron en el bar del hospital. En silencio.
Estuvieron unos veinte minutos, sentadas ahí. Hasta que la directora mira la hora y se da cuenta que ya son pasada las doce del mediodía, al ver esa hora, se levanta y le dice a la maestra:
                  -.tengo que volver a la escuela, vos quédate con sarita, tienes que cuidarla.-dijo la directora.
                -. Está bien, anda tranquila, yo me quedo con ella. Cualquier cosa te llamo.- respondió la maestra.
Una vez que termino de decir esto la directora salió volando del hospital, para ir a la escuela.
De pronto, se acerca una enfermera, y le dice:
                  -. Señora, ¿usted está a cargo de la niña del cuarto 246?.-
               -. ¿Me está hablando de Sara usted?.- respondió con una pregunta.
            -.si, es la niña que trajeron hoy. Golpeada.- respondió la enfermera.
          -. Si ¿qué sucede con ella?.- pregunto nuevamente la maestra.
         -. No sucede nada, tan solo van hacerle unos estudios para ver como esta ella físicamente. Además recién se despertó con algunos dolores en el abdomen y los doctores quieren saber qué es lo que le sucede, porque puede ser que tenga algo interno.- respondió nuevamente la enfermera, mientras se acomodaba el pelo.
                -.muy bien, vamos entonces.-dijo la maestra, tomándose de un trago el café que le quedaba en su tasa, mientras se levantaba.
Luego las dos se fueron hacia el cuarto donde se encontraba la niña.
Subieron hasta el tercer piso por el ascensor y luego caminaron hasta un despacho. Entraron y ahí había un doctor, el cual le dijo:
                  -. Hola señora, ¿cómo es su nombre?.-
                 -. Gloria, ¿el suyo doctor?.-dijo la maestra mirándolo directo a sus ojos.
              -. Antonio Lafuente.- dijo el doctor.
             -. Muy bien, señor Lafuente.- dijo la maestra.
           -. Por favor, dígame Antonio.- dijo el con una sonrisa. Luego cambio su cara y se puso más serio, y comenzó a decirle a la maestra Gloria que estudios iban a hacerle a Sara:
                      -. Ahora vamos a hacerle un tomografía, para ver si tiene algún hueso roto, ¿sí?.- dijo el doctor.
Gloria asintió con la cabeza.
                         -.bueno vamos a buscar a la niña.- volvió a decir el doctor.
Los dos salieron de su despacho y se fueron caminando hacia el cuarto donde estaba la niña.
Una vez que entraron, vieron que Sara estaba despierta.
                 -. Holaaa, pero que preciosura tenemos aquí.-le dijo el doctor haciéndole una caricia en la mejilla a Sara.
Ella tan solo sonrió.
             -. Bueno ahora vamos a ir al sector de traumatología para ver cómo están tus huesitos, ¿si hermosa?.- dijo el doctor mirándola a Sara y haciéndole una sonrisa.
Sara se sentó en la cama y espero a que venga la enfermera con la silla de ruedas.
Una vez que la enfermera trajo la silla, la pequeña se sentó en ella y con el doctor y la maestra se fueron hacia el sector de traumatología para empezar a hacer los estudios, para ver si ella está bien.
Caminaron hacia el ascensor, entraron en él, y luego bajaron hasta el primer piso. Ahí salieron y siguieron su rumbo hacia su destino.
                     -.muy bien señorita. Llegamos.- dijo el doctor.
Prepararon todas las cosas, para comenzar con el trabajo.
                 -.bueno hermosura, ahora quiero que te acuestes allí y te quedes quieta. Así sabremos si estás bien, ¿sí?.- le dijo el doctor a Sara.
Ella con su cabeza dijo que si.
Luego se acostó y lentamente fue hacia el interior del tomógrafo.
Una vez que estaba ahí, tomaron radiografías de sus huesos.
Les llevo unos diez minutos hacerlo, luego Sara salió con esa sonrisa que tiene siempre.
            -.¡muy bien!.- dijo el doctor sacando un chupetín de su bolsillo para regalárselo a la pequeña.
Siguieron otras series de estudios que les llevo toda la tarde para hacerlas. Anduvieron por todo el hospital.
                        -. Bueno, ahora falta el ultimo pequeña, y vas a poder volver a tu cuarto y quizas mañana te puedas ir.- comento el doctor.
Luego el doctor se dio vuelta y le dijo a la maestra:
    -.vamos a hacerle, una ecografía para ver como esta su útero y riñones, ¿sí?.-
   -.muy bien doctor, usted haga lo que tenga que hacer.- respondió Gloria.
Entraron los tres al lugar, y acostaron a Sara en una camilla para hacerle una ecografía.
      -.bueno ahora vamos a colocarte el gel, vas a sentir frio pero, después ya no lo vas a sentir.- dijo la doctora especialista en ecografías que se encontraba en el lugar.
Sara sintió el gel y luego comenzaron a pasarle el tansductor, y comenzaron a ver sus riñones. El doctor miraba muy concentrado todo lo que estaba emitiendo la pantalla.
     -. Sus riñones están en perfecto estado, no hay ningún daño interno. Enfoca su útero.- dijo el doctor.
La doctora movió el transductor y comenzó a mostrarle el útero al doctor.
El seguía mirando muy atentamente. Hasta que de pronto, le llamo la atención una imagen, algo que había visto o creyó ver.
        -. ¡Espera!, vuelve, que quiero ver una cosa.- dijo el doctor con un tono preocupado.
      -. Sigue un poco más, no, no, no.- decía el doctor.
  Hasta que de pronto dijo:
                -.¡¡¡ahí!!!.- grito muy fuerte, asustando a las tres mujeres que estaban con él.
Luego se preguntó:
                   -.¿qué rayos es eso?.

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