viernes, 4 de noviembre de 2011

SUBESSE IN TENEBRIS

      SUBESSE IN TENEBRIS
  (EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS)
                  Capitulo 1.
El corazón de Sara late muy rápido. El padre esta ebrio otra vez.
Ella sabe lo que sucederá más tarde. El abusara de ella y nadie podrá defenderla. Tan solo ellos dos viven en esa casa, su madre murió cuando ella tenía tan solo cuatro años.
Ya pasaron doce de su muerte, y ya van doce años que el padre hace esto.
Sara está en su pieza no quiere salir, en estas circunstancias, ella quisiera hacerse invisible para que él no la vea y no le haga daño de nuevo, como casi todos los días.
Desde su cuarto puede escuchar el ruido a las botellas vacías que él va descartando, mientras toma otra para aumentar su borrachera.
De pronto, ella escucha la voz de su padre, que con tono de borracho le dice:
                     -.!!!Sara ven aquí!!!.-
Pero ella no quiere salir de su cuarto, pero sabe que si no lo hace el, la vendrá a buscar y será peor.
                -.!!!Sara, maldición dije que vinieras aquí!!!.- vuelve a gritar.
No sabe qué hacer si salir o quedarse, de todos modos nada cambiara.
Pero Sara escucha sus pasos, que se van acercando al cuarto.
Agarra un rosario y comienza a rezar, mientras que los pasos se hacen más y más fuertes. De pronto, se detienen. Se escucha el picaporte de la puerta y luego lentamente se va abriendo.
Ella no quiere levantar su cabeza. La sombra de su padre se ve ahí parada, mirándola.
De pronto, el comienza a acercarse hacia ella, diciéndole:
                 -. Te dije que vinieras, eres igual que tu madre, una maldita perra.-
Sara comenzó a llorar, sus brazos temblaban, y unas lágrimas caían por sus mejillas.
                -. Maldita no llores, ven aquí.- volvió a decir el padre.
Ella no se resistió, el, la agarro de los brazos y la levanto del suelo. Le saco su rosario y lo tiro lejos.
Luego paso lo que pasaba todos los días, el abuso de ella. Nadie pudo escuchar sus gritos. Nadie pudo ayudarla.
Otra vez, él se salió con la suya.
Ya al día siguiente, Sara se despertó en su cama, estaba completamente desnuda.
Estaba cansada, todavía tenía la sensación de lo que había pasado a la noche.
Comenzó a llorar y pidió a dios y a todos los santos que la ayudaran. Que la protegieran.
Pero dios no está de su lado. Se olvidó de ella.
De pronto, Sara mira el reloj, era tarde y tenía que ir a la escuela.
Se levantó de su cama, con mucho dolor en su cuerpo. Se vistió, se arregló un poco el pelo y salió.
Su padre no estaba en la casa, mayormente no está cuando es de día, se la pasa vagando por las calles con sus amigos borrachos.
Casi como todos los días ella estaba llegando tarde, seguramente y como siempre la maestra le iba a preguntar porque llego tarde, y ella le respondería siempre lo mismo, me quede dormida.
Nadie sabía lo que sucedía en su casa con su padre. Nadie sabía que el abusaba de ella. Si alguien supiera seguramente su padre iría a la cárcel.
Pero ella por un lado, no quiere decirle a nadie, porque si su padre va a la cárcel, ella se quedaría sola, sin saber qué hacer.
Estaba a unas pocas cuadras de la escuela, y como todos los días, ella va a una estación de servicio. Entra al baño y se arregla bien el pelo. Luego se mira al espejo muy detenidamente, para ver si no tiene alguna marca de la noche anterior.
Se quedó unos diez minutos mirándose al espejo, y por suerte no tenía nada.
Salió del baño y se fue volando hacia la escuela, a la cual, llego muy rápido.
La portera como todas las mañana le abrió la puerta y la saludo. Pero Sara tan solo la miro y con un gesto le dio a entender que la había saludado.
Camino hasta su salón, y una vez ahí respiro unas cuantas veces y entro.
Cuando ella abrió la puerta, todo el salón quedo en silencio. Todos la miraban a ella. Que estaba parada sin saber qué hacer.
Muchas veces ella sentía que todos sabían que pasaba, por como la miraban. Ella se imaginaba que todos sus compañeros por dentro decía: ramera, se deja violar por el padre porque le gusta….
Pero luego, volvía en sí y sin saludar siquiera a la maestra ella se sentaba en su banco, que quedaba atrás de todo.
Cuando está en la escuela, nunca quería que pasen las horas así nunca volvería al infierno que era su casa.
Pero aunque eso era lo que más deseaba, nunca se hacía realidad.
La hora ya había pasado, tenía que volver a su casa.
Salió de la escuela. Nadie la esperaba. Afuera soplaba viento frio, y estaba por llover.
Camino muy lentamente hacia su casa, con la ilusión de que las cuadras se vuelvan infinitas así no llegaría jamás a su casa.
Ya estaba harta de vivir la vida que llevaba. Todo estaba en su contra. Nadie la ayudaba, su madre no estaba. ¿En dónde está?, se preguntaba todos los días que despertaba. ¿En dónde está dios?, era otra pregunta que ella se hacía siempre.
Pero estaba rendida a todo, no tenía fuerzas. Aunque a veces, trataba de sacarlas, ya no tenía.
Después de caminar lentamente, otra vez se encontraba con la puerta de su casa enfrente de su cara. El infierno que vivía ahí adentro la esperaba.
Se quedó algunos minutos ahí parada, pensando en que hacer. Pero, luego de unos minutos, tomo un poco de aire y entro.
El padre no se encontraba en la casa, y ella por suerte pudo respirar tranquila.
Antes de que el llegara, se dio un baño, luego comió y después hizo los deberes de la escuela en su cuarto, escuchando música tranquila.
Se sentía tan bien cuando él no estaba en la casa, sentía que estaba en el paraíso.
Pero la tranquilidad desaparece cuando el padre llega a la casa. Sara escucho el portazo que dio el padre cuando cerró la puerta.
Ella apago rápido la música, guardo las cosas de la escuela y luego se quedó sentada en su cama, mirando hacia la puerta, esperando a que el entrara y haga algo con ella.
Su corazón latía muy rápido, y comenzaba a transpirar nuevamente. Cuando comenzó a escuchar los pasos de los zapatos de su padre acercándose hacia el cuarto.
Tenía ganas de llorar, de desaparecer, de gritar a que la ayuden, ¿pero quién iba hacerlo?.
Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, cuando de pronto, se detuvieron.
Ella se quedó mirando, con algunas lágrimas en sus ojos a punto de caer por sus mejillas.
Solo esperaba a que se abra la puerta y el entre, y haga lo que hace todos los días con ella.
Los pasos se detuvieron, él estaba parado en su puerta. De pronto, se escucha:
                 -. ¡¡¡Sara!!!, ¿estás ahí?.-
Ella se quedó congelada. No se animó a responderle.
                 -.Maldita, sé que está ahí. En quince minutos quiero que comiences hacer la comida. Ahora me iré a dormir y quiero que cuando me levante la comida este echa.- volvió a gritar.
Sara se levantó de su cama y espero a que el padre cierre la puerta de la misma manera que cerró la puerta de entrada.
Luego salió y se fue hacia la cocina. Sin mirar a la puerta del cuarto del maldito de su padre.

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