jueves, 13 de junio de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS

SUBESSE IN TENEBRIS
  (EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 13.
Ya habían pasado unas cuantas horas desde que Sara se encontraba en el hospital.
Gloria estaba en la sala de espera con zabut en brazos, todavía no podía verla a la pequeña, ni tampoco sabía que estaban haciendo con ella, tan solo tenía la información que le había dado aquel doctor que hablo con ella.
De pronto, sale un enfermero y le dice:
                        -.Lady, können Sie gehen, um seine Tochter zu sehen.-
                          -.danke schön.- respondió ella.
Se levantó de su asiento y entro al cuarto en donde se encontraba Sara.
Vio a la pequeña ahí acostada, con sus ojos cerrados y llena de cables.
                          -.nicht brauchen Sauerstoff?.- le pregunto Gloria al enfermero.
                          -.Nr. sie ist normal wie ich schlief. weiß nicht, warum das so kennen.- respondió el enfermero.
Entonces, Gloria agarro una silla que estaba cerca de ella y la acerco para sentarse al lado de la pequeña.
La miraba, la acariciaba. Hasta que le dijo:
                      -. Sara, que te ha ocurrido. ¿Dónde estás?.-
Pero la pequeña, estaba dormida completamente.
                       -. Aquí lo tengo a Zabut. Él te extraña, quiere que vuelvas.- dijo Gloria esperando una respuesta que nunca tendrá.
Mientras tanto la pequeña seguía en aquella celda. Dejo pasar unos minutos hasta que salió del lugar en donde estaba escondida.
Camino hacia la puerta, la abrió y salió nuevamente hacia aquel pasillo.
Pudo ver que en el piso había mucha sangre, que seguramente era de Máximo.
Sara quería saber hacia dónde lo habían llevado. Entonces decidió por seguir las manchas de sangre.
Camino nuevamente por ese pasillo largo, iluminado por las antorchas. Todo ese lugar seguía silencioso, ni siquiera podía escuchar algo como para guiarse hacia donde lo habían llevado a máximo.
Hasta que después de unos minutos de caminata, escucho un grito.
                               -.¡NOOOOO!.-
Entonces, comenzó a correr. Hasta que llego a otra puerta. Pego su oreja en ella. Para escuchar. Pero una mano se apoyó en su hombro y dijo:
                              -. Sara, no.-
La pequeña se dio vuelta y vio que era su padre.
                            -. ¿Qué sucede aquí?.-
                           -. Nunca entenderás, hija mía.- respondió el padre.
                          -. ¿Por qué lo golpean a ese muchacho?.- pregunto nuevamente.
                          -. No puedo decírtelo, a mí me hicieron lo mismo. Tú me viste. Ahora vámonos de aquí, yo no puedo estar en este lugar.- dijo el padre de la pequeña tomándola de la mano.
                           -. No, papa. Quiero quedarme aquí. Debo ayudarlo.- dijo Sara.
                          -. No, ya no puedes ayudarlo. Déjalo.- dijo él.
                          -. No me quedare aquí.- dijo Sara nuevamente, soltándose de la mano del padre.
                        -. Está bien, hija.- dijo el padre.
Luego, él se marchó.
La pequeña se quedó escuchando ahí en la puerta. Pudo notar que solo estaba máximo y otra persona más ahí adentro. Seguramente, Lucifer era el otro, ya que la pequeña reconoció su voz.
                          -. No deberías haber venido a este lugar. Ahora tú me servirás a mí.- dijo Lucifer.
                         -. ¡Por favor, no me haga daño!.- dijo máximo.
Sara no sabía qué hacer, estaba ahí en la puerta escuchando como torturaban a máximo.
Hasta que no pudo aguantar y entro.
                          -. ¡Déjalo en paz!.- grito Sara.
Lucifer, la miro. Sonrió y le dijo:
                         -. Pero a quien tenemos aquí. Bienvenida Sara.-
La pequeña vio a máximo atrapado en una silla de tortura. Mientras que Lucifer tenía en sus manos un cuchillo.
El cuerpo del joven estaba todo cortado. Y había mucha sangre por todos lados.
                            -. Déjalo en paz, maldito.- dijo Sara.
                            -. ¡¡¡jajajajajaja!!!, ¿que lo deje en paz?.- pregunto Lucifer.
                          -. Si, déjalo.- dijo Sara tomando un cuchillo que había en una mesa.
                         -. Nunca lo hare, ahora su alma me pertenece.- respondió Lucifer.
                        -. No puedes hacer eso.- dijo Sara mientras se acercaba a Lucifer.
                       -. Nadie puede contra mí, querida.- dijo Lucifer.
Pero Sara ni lo dudo y con el cuchillo atravesó el estómago de Lucifer.
                      -. ¡¡¡aaaaaaahhh!!!.- grito el rey de las tinieblas.
Entonces la niña, fue directo hacia donde estaba máximo y trato de liberarlo.
 Lucifer seguía en el piso dando gritos de dolor.
                    -. Vete, vete, suéltame y vete de aquí.- dijo máximo.
Sara lo miro a los ojos y le dijo:
                  -. Yo te salvare, vamos. Has un esfuerzo más.-
                   -. No, no puedo.- dijo máximo.
                  -. No tienes que quedarte aquí. Yo puedo salvarte.- dijo Sara.
                 -. No pequeña, yo merezco estar aquí. Toma esto, te cuidara.- dijo máximo obsequiándole una cruz de oro.
La niña, lo miro. Algunas lágrimas recorrieron sus mejillas.
Luego, se fue alejando muy lentamente.
                           -. ¡¡¡SARAAAA!!.- grito Lucifer.
La pequeña se dio vuelta y lo miro.
                       -. Te dije que nadie puede contra mi.- dijo Lucifer sacando el cuchillo de su estómago.
 Sara, tan solo dijo:
                      -. Nada saldrá como esperas.-
Lucifer ya con el cuchillo en la mano, lo lanzo con todas sus fuerzas en el pecho de Máximo.
La pequeña se quedó sorprendida al ver lo que había hecho.
Entonces, salió corriendo de ahí.
Cruzo el pasillo, el patio y la gran puerta. Hasta que llego al bosque. Estaba cansada. Se apoyó en un árbol y abrió su mano donde tenía la cruz de oro.
La miro y se la colgó en su cuello.
Mientras que en la sala en donde se encontraba Máximo.
Lucifer se acercó a este, muy lentamente. Con sangre en su ropa.
                          -. Ya me harte de ti.- dijo Lucifer.
Luego comenzó a abrir su boca hasta dejarla gigante. Parecía una serpiente.
 Máximo empezó a gritar con todas sus fuerzas, pero no podía escapar. Ya nada podía hacer.
Lucifer comenzó a tragar al joven como si fuera un ratón y él una boa.
Tan solo le llevo unos segundos tragarlo. Luego lucifer se quedó solo en ese cuarto.
Pensando en su próxima víctima. Sara.

Mientras tanto los dos hombres de dios, estaban en el avión a pocas horas de llegar a Viena.
Los dos estaban durmiendo, pero de pronto, el cura se despierta gritando.
El cardenal, al escuchar este grito se despierta también y le pregunta:
                     -. ¿Qué ocurre?.-
Pero el cura, no respondía a la pregunta del cardenal.
Estaba temblando completamente. Entonces se levantó y fue al baño del avión.
Abrió la puerta, entro. Y se acercó al retrete y comenzó a vomitar.
Se sentía mareado. Se mojó un poco la cara. Y respiro profundamente.
Levanto su cabeza muy lentamente y se miró al espejo.
Estaba pálido. Blanco como la nieve.
Comenzó a llorar, él no sabía porque. Pero lloraba sin parar.
Entonces, con su mano derecha quiso tomar su cadena con su cruz de oro. Pero no la tenía.
No sabía que estaba sucediendo. El llevaba su cadena, nunca la dejaba.
Se quedó pensando, si la había dejado en su mesa de luz del cuarto del Vaticano.
Pero, no puede ser, Si el, la tenía cuando salieron.
Decidió por mojarse nuevamente la cara, se miró al espejo por última vez. Ya su color de piel había vuelto a la normalidad.
Entonces salió, y se volvió a sentar en su asiento.
El cardenal, lo miro, pero no le pregunto nada. Tan solo siguió leyendo el libro santo.

Mientras que el cura, cerro nuevamente sus ojos.

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