Desde
el cielo.
Parte 5.
13:30 pm.
La lluvia paro. Pero yo seguía en
el sillón. No podía reaccionar después de lo que paso.¿ de dónde salieron
tantas ranas?. Hay miles afuera.
No quiero salir, no voy a abrir la
puerta. Puede que entren todas.
Tengo que llamar a mi madre y a mi
padre. Me levante del sillón fui directo al teléfono. Marque el número de
celular de mi madre, pero no me atendía. Maldición.
Trate de hablar con ella tres
veces más pero no me contestaba. Entonces llame a mi padre, el si me atendió.
-. Hola, papa.-
-. Si, hijo. ¿Qué
sucede?.- dijo mi padre.
-. ¿Estás bien?.- le
pregunte.
-. Si, hijo. ¿Me
llamas por la lluvia de ranas?.-
Me quede callado unos segundos,
luego seguí hablando.
-. Si, ¿fue una
lluvia?.- pregunte sorprendido.
-. Si, hijo.¿ no
estás viendo la televisión?.- pregunto mi padre.
-. No hay cable.
Está cortado. Ahora voy a prender la televisión para ver que dicen en el
noticiero. Bueno no te molesto más, perdón papa.- dije.
-. No hay problema
hijo. Nos vemos a la tarde.- dijo mi padre. Luego corto.
Colgué el teléfono y fui directo al control remoto. Prendí la
tele, por suerte el cable ya había vuelto.
En la televisión se hablaba de
este fenómeno que sucedió hace una hora.
Un biólogo explico que por la alta
temperatura el vapor elevo los huevos de las ranas que sé que encontraban en
los lagos, arroyos, ríos y que por eso había miles de ranas por todos lados.
Dio una larga explicación de todo
este acontecimiento y por lo visto el conductor se quedó satisfecho por lo que
escucho y yo más tranquilo.
Lo primero que se me cruzo por la
cabeza fue lo que había dicho el cura sobre las plagas y esas cosas que dice la
biblia.
Ahora me doy cuenta como la
televisión genera paranoia.
14:45 pm.
Despues ver televisión y almorzar,
me fui a mi cuarto. Por suerte, la lluvia había parado y de a poco se podía ver
el cielo celeste.
Me acosté en mi cama y lo que hice
fue dormir. No tengo nada para hacer y no hay nada para ver en la televisión.
17:30 pm.
Calor. Mucho calor. El sol gobernó
la tierra otra vez. Estaba feliz.
Me levante y abrí la ventana. Mire
hacia afuera, ya las ranas no estaban.
Luego, mire el cielo. Estaba celeste. Parecía que el mar estaba en las
alturas.
También mire la casa de mi vecino,
estaban todas las ventanas tapadas con madera.
¿Qué pasara en esa casa?, me
gustaría estar ahí.
En esa casa vive mi vecino con su
esposa y sus hijos. Uno tiene 7 años y otro 4 .
¿Cómo estarán?, esa es mi
pregunta, además de todas las que tengo.
Me quede mirando unos minutos,
como esperando a que haya algún ruido. Pero no, todo está en silencio en esa
casa.
18:45 pm.
Estaba afuera de mi casa. La
temperatura levanto una humedad tremenda. Era imposible estar en cualquier
lugar de la casa o afuera. No se podía evitar la humedad.
Sentado en el cordón de la calle,
disfrutando como se iba escondiendo el sol. Qué lindo que es cuando termina de
llover en el verano.
18:55 pm.
Me levante después de estar
sentado un rato. Busque plata y me fui a caminar por el barrio.
Iba muy tranquilo por la vereda,
mientras avanzaba, saludaba a mis vecinos que estaban afuera disfrutando de la
tarde.
La tarde estaba perfecta para
salir a caminar, toda la gente estaba afuera.
De pronto veo al auto de mi padre.
Hago una seña para que me vea y por suerte me vieron.
Freno. Bajo su ventanilla y me
pregunto:
-. ¿ a dónde vas,
hijo?.-
-. Voy a dar una vuelta por el centro, está
lindo para caminar.-
-. Estábamos pensando
con tu madre en ir a comer algo afuera. ¿Quieres venir?.- me dijo sonriendo.
-. Claro.- respondí.
-. Bueno sube,
nosotros nos cambiaremos y saldremos. Vamos hasta casa.- me dijo mi padre.
Entonces abrí la puerta del auto y
nos fuimos los tres.
Mientras íbamos en el auto,
hablamos de lo que sucedió hoy. Me reí con mi padre, porque mi madre dijo que
se había asustado y que se encerró en el baño del trabajo.
Una vez que llegamos a mi casa,
mis padres se fueron a bañar, mientras tanto yo, me quede mirando un poco de
televisión para hacer tiempo hasta que ellos terminen.
19:30 pm.
Despues de tanto esperar, mis
padres al fin estaban listos para salir.
Mientras mi padre salió, mi madre
se dio los últimos retoques en un espejo que quedaba de pasada antes de llegar
a la puerta.
Nos subimos al auto. Mi padre
arranco el auto y comenzamos a movernos por la calle.
Ya casi era de noche, se podía ver
apenas el sol, o mejor dicho algo de su luz que ya desaparecía.
Mi padre iba manejando muy
tranquilo, quizas tocaba la bocina cuando se cruzaba con algún conocido. Mi
madre iba mirando para afuera.
Yo iba tranquilo con mi celular,
mirando lo que mis amigos publicaban en la red social.
Recuerdo que íbamos escuchando la
radio, estaban pasando un tema de una banda de rock de los 70. Mi padre conocía
la canción, entonces subió un poco el volumen.
Mientras el tema sonaba, mi padre
cantaba y molestaba a mi madre, siempre lo hacía. Yo reía como un niño.
20:00 pm.
Por suerte, ya llegamos al lugar.
Mi padre estaciono el auto. Yo y mi madre bajamos muy tranquilamente y
esperamos a mi padre.
Mi madre, saco un pequeño espejo
que siempre lleva, para verse. Ella o mejor dicho la mujer siempre lo tienen
que tener para ver que toda su belleza esté en orden.
Yo seguía con mi celular en la
mano, de pronto, veo que me quedo sin señal en mi celular, y las luces de la
calle empiezan a titilar, como si hubiera una baja tensión.
Le pregunto a mi madre si tiene
señal, ella me responde que no. Mi padre tampoco tenía, porque cuando bajo del
auto nos preguntó si teníamos señal.
Las luces de la calle seguían
titilando, hasta que de pronto, se volvió a escuchar lo que escuche el 17 de
diciembre por la tarde cuando estaba en la pileta.
Las trompetas del apocalipsis
estaban sonando de nuevo. Mi madre, mi padre y yo miramos hacia el cielo. No
había nada, solo se veían las estrellas.
Sonaban igual que aquel día.
Cuando baje la mirada, las
personas que estaban en el restaurant, salieron y miraban el cielo. Algunos
grababan con sus celulares, otros tan solo miraban.
Duraron un poco más que la primera
vez. Luego una vez que pararon. Todos nos miramos las caras. Asustados.
Muchas de las personas que estaban
ahí, entraron nuevamente al restaurant, tomaron sus cosas y se fueron. Con cara
de pánico.
Nosotros no nos fuimos, entramos y
disfrutamos de una rica cena en el restaurant.
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