viernes, 16 de septiembre de 2011

SUPERVIVENCIA:escrito por Nicolas Paolella.

Todos los días era la misma rutina: levantarme temprano, ir a trabajar con el Sr. Carlos hasta tarde, llegar a casa, comer algo e irme a dormir. La verdad que estaba saturado pero no había otra opción tampoco ya que no estudie ni me especialicé en nada. Para lo único que servía era destapar cañerías y arreglos típicos del oficio de un plomero. Yo por lo menos soñaba con tener mi negocio de plomería y dirigirlo y poder comprarme una casa para llevar adelante una familia pero faltaba mucho para eso. Mientras tanto, yo me debía únicamente a seguir trabajando para el Sr. Carlos. Era un buen hombre aunque cuando las cosas no salían como lo había planeado su humor y cortesía se transformaban en gritos, testarudez y groserías. Pero yo siempre respete que fue el que me dio la oportunidad de aprender su trabajo y poder practicarlo.
Un lunes cualquiera, llegue al negocio cinco minutos tarde y el sr Carlos ya estaba de mal humor. Lo habían llamado del consorcio de una serie de tiempos compartidos en los suburbios de la ciudad para hacer un gran trabajo y mi impuntualidad le había hecho saltar los nervios. Cuando llegamos nos atendió el encargado del lugar. Eran como pequeñas casas una al lado de la otra con una pared que separaba cada unidad.  Parecían muy modestas, ya rozando lo humilde, pero quien soy yo para juzgar cuando vivo en una pensión.  El encargado, un señor de unos cincuenta años aproximadamente, nos explico que varios vecinos se quejaban de un mal olor que venía probablemente del pozo ciego. Si bien este no es un trabajo para un par de plomeros, el consorcio no podía afrontar mayores gastos y decidieron que por lo menos echáramos un vistazo.  El olor era realmente nauseabundo e iba aumentando su intensidad a medida que nos íbamos acercando al pozo. El desayuno de esa mañana amagaba con salirse de mi boca pero pude contenerlo. Después de estar un rato forcejeando con la tapa logramos levantarla. El corazón me dejo de latir y la respiración se me corto por un momento al ver ese pozo lleno de torsos, manos, pies y distintas partes de humanos mutiladas. En seguida me volví hacia el sr Carlos quien estaba pálido y boquiabierto ante semejante monstruosidad. No quise mirar otra vez pero estaba seguro que ahí dentro había cuerpos de hombres, mujeres y niños a juzgar por el tamaño.
-¿Qué es todo esto?
-No lo sé… Me respondió el Sr. Carlos
- Hay que avisarle ya a la policía! Le dije.
-Espera, vos quedate acá que yo voy a hablar con el encargado.
No sé porque pero sospeche que el Sr. Carlos no le había contado toda la verdad al encargado del consorcio. En el viaje de vuelta tenia la mirada perdida y en mi cabeza volvían esas imágenes horribles una y otra vez. Estuve a punto de preguntarle que le había dicho a este señor pero me mordí los labios y me ubique, ya que a mi jefe no le agradaba que lo cuestionen.
-Volveremos mañana a revisar unas cañerías y listo. No quiero que hables de esto con nadie por tu seguridad… y la mía también-  Me dijo.
Al día siguiente regresamos a este lugar. Obviamente no había dormido nada bien y estaba exhausto. Cuando baje de la camioneta sentí un escalofrío en la nuca. Acompañe al Sr. Carlos a la parte trasera del complejo donde se reunió con Osvaldo Riggieri, así se presento el dueño de dicho lugar. Cuando le comento lo que paso, el sr Riggieri tuvo la misma reacción que mi jefe el día anterior. Pasaron 5 minutos hasta que se recompuso y en seguida salió caminando hacia una de las unidades,  decía saber quién era el autor de estos feroces crímenes. Al llegar al departamento nº 5 tumbo la puerta y nos encontramos con un lugar completamente revuelto. No había nadie pero de seguro que no se había ido hace mucho. 
- La puta madre! Se escapo… Estoy seguro que fue este profesor degenerado. Siempre lo veía traer chicos para acá con la excusa de darles clases particulares, aunque nunca vi a ninguna madre venir a buscar a su hijo.  Yo sabía que este tipo andaba en algo raro…
-No es su culpa, Osvaldo- le dijo mi jefe.
-Escúchenme, todo este asunto queda entre nosotros 3 ¿ok?  No quiero que este lugar se transforme en el chusmerio del barrio. No es nuestra culpa que un psicópata ande matando gente por ahí y haciendo locuras.
-Pero hay un demente dando vueltas por la calle! Hay que avisar a la policía- conteste.
- Si, pero me van a pedir una coima para empezar una investigación y no tengo dinero ahora. Así que será mejor que no comenten nada y se cuiden porque cualquiera de nosotros puede ser el próximo que aparezca tirado en ese pozo.

¿Sabrá este desquiciado que el sr Carlos y yo vimos su “obra maestra”? ¿Podrá localizarnos de algún modo?  ¿No sería mejor hacer la denuncia en la policía y estar con custodia? Durante los días siguientes esto fue en lo único que podía pensar. Ni la deuda de la renta, ni la falta de comida en la heladera, ni nada podía sacarme todas estas dudas y miedos de la cabeza. Lo único bueno fue que tenía una licencia de una semana en el trabajo, aunque a medida que pasaban los días me di cuenta que por lo menos cuando trabajaba mi mente estaba ocupada en algo, en cambio ahora solo podía pensar en una cosa y la paranoia se presentaba muy a menudo.
En el sexto día de mis pequeñas”vacaciones” el sr Carlos me llamo temprano a la mañana. Su voz era temblorosa y no le entendía bien lo que me quería decir. Luego entendí que lo había llamado el encargado de los tiempos compartidos para contarle que hacia un rato nomas había encontrado a Osvaldo Riggieri con el cuerpo lleno de apuñaladas. Su cara era difícil de identificar aunque reconoció que era el por su vestimenta.
-Ahora si estamos jodidos- me dijo el sr Carlos.
Había empezado lo que probablemente iba a ser una seguidilla de asesinatos y yo estaba en esa lista. El miedo me invadió y quede paralizado con el teléfono en la mano. En el fondo tenía una mínima esperanza que el profesor psicópata no supiera quienes más sabíamos de los crímenes y solo haya ido en busca del  propietario del complejo de departamentos.
A la semana siguiente, luego de haber vuelto de un trabajo en la ciudad, se presentaron unos detectives en el negocio del Sr. Carlos.
-Buen día ¿usted es Carlos Van Haousi?
-No, soy el asistente. Ahora lo llamo.
-¿En qué puedo ayudarlos señores? – pregunto mi jefe.
- Hemos sido informados que hallaron un cadáver en muy mal estado esta mañana en una serie de departamentos en la calle Savoy al 2600. Se trata de Fernando Uriburu, el encargado del lugar.
-¿Y yo que tengo que ver?- Respondió el Sr. Carlos como si no sospechara de que se tratara este asunto.
-Los vecinos del lugar nos contaron que la semana pasada lo habían visto a usted junto con alguien más reunidos con la víctima. Supongo que era su asistente.
El Sr. Carlos asintió con la cabeza. Nos hicieron preguntas de rutina a ambos y luego se fueron. Había sido ingenuo de mi parte pensar que el asesino se conformaría con el dueño solamente, ahora había ido en busca del encargado. Pero… ¿Nos habrá visto al igual que otros vecinos? Si fuera así realmente estaríamos en peligro ahora. Me tome el resto del día libre, almorze en un bar cercano y emprendí la vuelta a mi casa. Todas las personas eran sospechosas para mí, ya que nunca había visto a este psicópata y no sabía cómo era físicamente. Di una vuelta manzana para despistar a algún posible perseguidor y entre a la pensión. Al ingresar en mi departamento se me cayó la caja de herramientas de la mano al notar a alguien sentado en mi sillón leyendo un libro. Era un hombre con unas cuatro décadas vividas aproximadamente, de piel blanca y pálida, con entradas pronunciadas y anteojos de gran tamaño sobre su tabique.
-Así que te gusta leer a Freud… un personaje interesante ¿no te parece? ¡El creador del psicoanálisis! Jajaja…. Y todos los psicólogos le chupan las medias. Se piensan que pueden entender cómo funciona la mente humana, el subconsciente, que se yo… pero te aseguro que hay cosas que por más libros que hayan leído de este anciano sexopata, nunca van a entender. Se los ve tan seguros de sí mismos en sus consultorios, sentados delante de su diploma colgado en la pared ¡¿Acaso tendrán idea de lo que es ser criado por un padre alcohólico que le pegaba a su propio hijo y una madre que para darles de comer a su familia se prostituía por las noches!? Te aseguro que eso no aparece en ningún libro. Y ahora me acusan de asesino y violador, después de todo lo que he pasado durante mi infancia. Que injusto ¿no? Además yo no hacía nada de malo, solo traía algunos alumnos que estaban atrasados con la tarea y les ayudaba, aunque me enojaba mucho cuando sin haber terminado querían regresar a sus hogares. Eso me ponía de muy mal humor y me veía obligado a castigarlos, pero todo lo hacía por su bien. Confieso que cierta parte de mi se alegraba y excitaba mientras los apuñalaba… supongo que será porque me humillaban y se burlaban de mi apariencia. Una clase entera de niños de diez años gritándote “estúpido, idiota, fracasado, etc.”  ¿Cómo te sentirías, eh? ¿y si tus amantes te tratarían también como algo inservible y desechable?  Hombres que primero te tratan tan tiernamente que te sientes único y luego te usan y nunca más te llaman o se contactan contigo.  Supongo que empecé a matarlos en la cama para no darles la oportunidad de dejarme después de eso.
-¿Que es lo que queres?- le pegunte.
-Quiero que encuentres quien eres realmente por dentro. Que te saques todos tus miedos y prejuicios. Tranquilo que si hubiera venido a matarte ya lo habría hecho. Además el próximo en mi mente era tu jefe. Pero decidí delegarte esa tarea a vos….
-¿Yo? ¿Matar al sr Carlos? ¡No, jamás!
-“¿Yo? ¿Matar al sr Carlos?” Por favor… es hora de hacerte hombre ¿no crees?  Es tu decisión, o el o vos.  Pensalo un momento, es el crimen perfecto porque nadie sospecharía de vos, todas las miradas vendrían sobre mi y podrías tener tu propio negocio. Si no lo haces tendré que matarte y sería una lástima- Me dijo mientras se corría el saco y mostraba el arma que tenía en la cintura.
Esa noche me quede pensando cual podía ser la manera más discreta de realizar mi tarea hasta que me di cuenta de lo que estaba pasando por mi cabeza. No podía creer que estuviera tramando semejante cosa. Por otro lado tenía sus puntos positivos y era una cuestión de supervivencia. El profesor había sido muy claro “o el o yo”. Espere hasta la madrugada de ese mismo día, tome mi caja de herramientas y me dirigí hacia la casa del Sr. Carlos…  

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