jueves, 8 de septiembre de 2011

INVASIÓN - CAPÍTULO 20

¿Qué más tiene que suceder?, me pregunte.
Esas cosas llegaron aquí. Mi madre mientras nos íbamos acercando al lugar me mira y lloraba al igual que Santiago, mientras que el soldado iba con su rifle listo para dispararle en el medio de la frente a la mujer de Ricardo.
Después de esto,¿ qué vamos hacer?.
Comenzó a llover fuerte nuevamente, pero no nos importa mojarnos. Seguimos el rumbo hacia el lugar en donde se encuentra esta pobre mujer moribunda.
Caminamos bastante hasta que al fin pudimos llegar.
                    DOMINGO 16:10HS…
La mujer de Ricardo estaba en el piso, el cura al lado con su escopeta.
Cuando nos acercamos pudimos ver lo que había sucedido.
Había sangre en su rostro y tenía mordidas en sus brazos.
No estaba muy bien.
El soldado al verla, lo primero que hizo fue agarrar su rifle. Apuntar.
El cura lo mira y le dice:¡ deja que se vaya como tiene que irse!.
¡Usted no sabe que puede llegar hacer ella!, respondió el soldado.
¡Vamos, déjala tranquila!, volvió a decir el cura.
¡No podemos, tenemos que hacerlo ahora padre!, le respondió el soldado.
¡Déjame rezar por lo menos así ella va al cielo!, dijo el cura muy serio.
¡Está bien pero apresúrese!, respondió el soldado muy enojado.
El cura comenzó a rezar, ella estaba muy tranquila ahí en el piso agonizando. Ya no le quedaba mucho tiempo de vida.
Podía ver al soldado con ganas de darle un tiro en medio de la frente. Tenía su rifle totalmente preparado.
El cura seguía dándole su sermón a la mujer de Ricardo que se podía ver que sus ojos se iban cerrando lentamente.
El soldado nuevamente apunto su rifle contra la mujer, pero el cura lo miro y le dijo: ¡espera!, todavía no término.
¡Vamos malditos, que aquí ya tu cielo y tu dios no existen!, respondió el soldado.
El cura lo miro, pero no dijo nada. Todos estábamos mirando como la mujer de Ricardo se iba muriendo de a poco.
Mi madre lloraba, mientras sostenía a Santiago en sus brazos, para que no vea.
¿Cómo sucedió todo esto?, me pregunto pero no lo sé.
De repente, mi madre se pone a orar por ella. Ya no había nada para hacer. Todo estaba terminado, su vida ya no valía nada.
Mi madre se persigna. Ya había terminado su oración, miro al cielo y pidió que ella forme parte del paraíso de aquel dios que en este mundo no existió y nos dejó aquí en este infierno.
El padre le estaba haciendo la señal de la cruz, pero de pronto, ella abre sus ojos y dice :¡Santiago, ¿Dónde está?, quiero verlo por última vez!.
Mi madre llevo a Santiago hasta su madre y ella al verlo sonrió. Lo acaricio y el entendió lo que sucedía. Algunas lágrimas derramaron aquellos ojos cansados, muertos, de ella.
Santiago la abrazo y le dijo:¿ vas a ir con papá?.
Ella le sonrió nuevamente y le respondió:¡ si, vamos a estar esperándote!.
Santiago la beso, y no dijo más nada. El pequeño entendía todo, sabía que ella iba a morir. Pero él fue fuerte y no lloro.
Mi madre lo tomo nuevamente y lo abrazo.
¡Van a matarme, ¿no es así?, pregunto ella.
El cura asintió con la cabeza. Ya no había más nada por decir.
El soldado se acercó con su rifle. Apunto, justo en su cabeza pero antes de dar el disparo, ella lo miro y le sonrió, también le dio las gracias por salvarla.
Él estaba preparado para tirar del gatillo, cuando de pronto se escucharon unos gritos. Eran ellos y esta vez la horda era más grande que la que ataco la base.
Todos miramos ellos estaban cerca, nosotros no los escuchamos venir. Era como si ello tramó todo, sin que nos demos cuenta.
Tenemos que escapar, pensé. Tome a Santiago y a mi madre y dije :¡vámonos!.
Pero el soldado tenía que liquidar a la mujer. Esas cosas estaban a unos cincuenta metros de nosotros.
No íbamos a llegar a la cabaña, estaba a unos cientos de metros.
Teníamos  que correr con todas nuestras fuerzas.
El cura nos miró y dijo:¡váyanse, yo me ocupare!.
¡noooo, vámonos podemos salvarnos!.
Y el cura con su cabeza dijo que no, se levantó la manga de su sotana y nos mostró su brazo. Estaba mordido.
Seguramente fue cuando quiso salvar a la mujer.
¡Váyanse!, grito el cura.
El soldado comenzó a correr, yo lo seguí.
Mi madre corría pero no tan rápido como nosotros.
Mientras llevaba a Santiago en mis brazos, mire hacia atrás y vi la escena muy lentamente como si fuera de película. El cura cargo su escopeta, miro a la mujer de Ricardo se persigno y apunto justo en su cabeza, seguido de un grito, se escuchó el disparo. Luego el miro hacia adelante y comenzó a disparar hacia los infectados.
Nosotros ya estábamos lejos, pero aun así se escuchaban los disparos. Pero de pronto, todo fue un silencio, luego gritos. El cura había sido asesinado, pensé.
El silencio volvió a apoderarse de nosotros, mientras iba corriendo hacia la cabaña podía sentir la presencia de la muerte cerca nuestro.
Se podía escuchar ahora las corridas de esas cosas, me di vuelta mientras corría y vi que ya no estaban alcanzando.
Trate de correr más rápido pero no quería dejar a mi madre.
Ya podíamos ver a la cabaña, no estaba lejos.
Pero esas cosas eran rápidas, mucho más rápidas que aquella vez.
De pronto, paso lo que tenía que pasar, mi madre cayó al suelo. Yo retrocedí, trate de levantarla pero no podía, ya que tenía a Santiago en mis brazos.
¡Ayúdame!, le grite al soldado.
Él se dio vuelta y vino corriendo, hacia nosotros.
Comenzó a disparar contra los infectados, pero eran demasiados, estaban muy cerca ya de nosotros.
¡Vamos, levántate!, le dije a mi madre.
Pero ella me miro y con su cabeza me dijo que ya no quería.
¡Vete, sálvate y salva a Santiago!, esas palabras me dijo.
El soldado seguía disparando, pero era inútil. Trate de disparar. Pero no podía hacer nada eran demasiados.
¡veteeeee!, grito mi madre.
Luego el soldado la siguió diciendo :¡hazle caso, maldito!.
Me fui corriendo, el soldado se quedó con ella disparando, hacia los infectados.
Mientras yo corría, miraba para atrás, de pronto el soldado saca de adentro de su camisa, algo. Era baste grande, cuadrado.
¡Corre lo más rápido que puedas!, me grito.
Yo le hice caso y corrí con todas mis fuerzas.
Ya estaba cerca de la cabaña a tan solo unos metros de ella y los infectados a unos quince metros de mí.
Tengo que llegar rápido, pensaba.
Santiago lloraba sin parar, el veía esas cosas que se acercaban a toda velocidad hacia nosotros.
Por suerte, pudimos llegar a la cabaña. Abrí la puerta. Entre. Deje a Santiago y antes de cerrar la puerta, dispare con mi arma a algunos de los infectados. Por suerte derribe a algunos.
Casi no veía a mi madre, pero si al soldado estaba siendo atacado por esas cosas. Seguramente mi madre ya está muerta pensé. De pronto se escuchó una explosión, pero enorme. Volaron infectados por todos lados. La onda expansiva de esa explosión me dejo aturdido y en el piso.
No podía levantarme, todo giraba a mí alrededor. Escuchaba el llanto de Santiago como un eco muy lejano. De repente cierro mis ojos y tomo una bocanada de aire, vuelvo a abrirlos.
Ahora veía las cosas un poco más claras. Lo primero que pude ver fue la puerta, estaba abierta todavía.
Me levante mareado, fui hasta la puerta pero era tarde cuando quise cerrarla esas cosas ya estaban ahí. Podía ver sus manos queriéndome agarrar, pero yo hacía fuerza para que ellos no entraran.
Santiago lloraba, lo mire y le dije :¡ve hacia el cuarto donde está la radio, rápido!.
Santiago me entendió y fue corriendo hacia allá. Entro y cierro la puerta.
Maldición, pensaba. No quiero morir. Entonces pensé.
Pero nada se me ocurría. No tengo que morir, esta era la única frase que se me venía a la mente.
De pronto, dejo la puerta y salgo corriendo hacia el cuarto donde Santiago estaba esperándome.
Abrí la puerta, entre. Luego cerré la puerta con unos pasadores que tenía.
Fui directo a donde estaba Santiago, lo agarre y lo abrase.
El seguía llorando, yo no sabía qué hacer. Tome una silla que estaba en el cuarto y me senté con él.
Esas cosas estaban adentro de la cabaña, y ya estaban golpeando la puerta. Podía ver como se movía, en cualquier momento la iban a derribar.
Por suerte, Santiago se calmó. Yo lo mire y podía ver sus lágrimas como caían. Creo que sabía lo que estaba por suceder.
¡Quédate tranquilo, nadie va a hacerte daño, yo estoy aquí contigo!, le dije.
El me miro y secándose sus pequeñas lágrimas, me abrazo.
¿Qué más queda por hacer?, me pregunte.
Mientras estaba ahí sentado y esas cosas golpeado la puerta que dividía la salvación con la muerte, comencé a recordar aquellos buenos momentos que pase con mis padres.
Todas aquellas imágenes pasaban rápidamente por mi cabeza.
¿Qué hicimos mal, para que dios (si existe) nos haga sufrir de esta manera?,¿ es el fin del mundo?, me venían estas preguntas todo el tiempo.
Santiago me miro y me pregunto :¿ voy a ir con mi mamá y mi papá?.
Yo lo mire con mis ojos llenos de lágrimas y le dije:¡no lo sé!.
¡Los extraño!, me dijo.
Luego hubo un silencio entre él y yo.
Después vino otra pregunta:¿ vos extrañas a tus papás?.
Yo asentí con mi cabeza.
Los extraño mucho y por no ser tan valiente están muertos, es mi culpa. Podría haber sido otra la historia.
                          DOMINGO 17:00HS…
La lluvia ya había parado, el sol se podía ver por la una partecita de la ventana que estaba tapada con madera.
Santiago se había dormido. Los infectados seguían golpeando la puerta con más furia.
Tome mi arma, saco el cargador y miro cuantas balas me quedan.
Tan solo dos. Ya sé lo que voy hacer.
Desperté a Santiago, el me miro no entendía lo que sucedía.
¡Ahora vas a ir con tu mamá y tu papá!, le dije.
Puse mi arma en su cabeza, el me miraba. Me hizo una sonrisa tan dulce que me partió el alma. Pero tenía que hacerlo.
Tire del gatillo y le quite la vida.
Deje su cuerpo en el piso y comencé a llorar y a maldecir a todos los santos.
Los infectados que estaban del otro lado, comenzaron a golpear la puerta muy fuerte.
¡Malditos, hijos de puta. Bastaaa. Bastaaa. ¿Qué mierda hice mal para merecer todo lo que me paso?, gritaba muy fuerte.
De pronto miro la radio, tenía una cinta para grabar.
Prendí la radio, y comencé a hablar todo iba a ser grabado.
 Las siguientes palabras están en tiempo real:
NO PUDE HACER NADA. TODOS ESTÁN MUERTOS. LOS INFECTADOS TOMARON ESTE LUGAR, YA NO QUEDA NADIE. SI LLEGAN A ENCONTRAR ESTE LUGAR, QUIERO QUE DEN A  CONOCER TODAS LAS COSAS QUE PASAMOS, TODO ESTA ESCRITO.
ACABO DE MATAR A UN NIÑO DE CUATRO AÑOS, NO PUEDO SOPORTARLO, NO HAY SALVACIÓN PARA TODO ESTO.
ESPERO QUE ALGUIEN ME HAYA ESCUCHADO MIENTRAS GRABE ESTO.
La cinta de la radio seguía grabando.
Camine hasta la silla. Me senté, tome mi arma, y la cadena de mi padre que estaba en mi bolsillo, la mire y solté algunas lágrimas.
                  DOS SEMANAS MAS TARDE…
EL CUERPO DE FERNANDO FUE ENCONTRADO CON UN DISPARO EN LA CABEZA, AL IGUAL QUE SANTIAGO. LOS DEMÁS CUERPOS NO SE ENCONTRARON POR AHORA. LAS HIPÓTESIS DE LAS PERICIAS DICEN QUE PUEDE SER QUE HAYAN SIDO COMIDOS POR LOS INFECTADOS.
EL CUERPO DE FERNANDO Y DE SANTIAGO, TENÍAN YA MAS DE UNA SEMANA DESDE EL MOMENTO QUE MURIERON.
UN TROPA DE SOLDADOS LOS ENCONTRÓ AHÍ.
LA SITUACIÓN ACTUAL DEL PROBLEMA SIGUE IGUAL. LOS INFECTADOS TOMARON TODO EL PUEBLO Y CASI TODO EL PAÍS.
LOS SOLDADOS SIGUEN LUCHANDO CONTRA ELLOS TRATANDO DE VOLVER A LA NORMALIDAD.

                                                                     FIN.

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