viernes, 31 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS

        SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 8.
Una gota despertó al cura. Se encontraba nuevamente en aquel campo, justo en donde aquel gigantesco guardia iba a cortarle la cabeza.
Levanto su cabeza y miro hacia sus costados. No había nadie. Tan solo él estaba ahí tirado.
Se levantó muy lentamente, pudo sentir que su espalda estaba húmeda, ya que el pasto estaba mojado.
Una vez que estuvo de pie, se dio cuenta que recién estaba amaneciendo en aquel lugar. Hacía mucho frio.
Comenzó a caminar muy lentamente, adentrándose por el campo.
No podía ver por donde pisaba, ya que los rayos del sol todavía no habían invadido todo el bosque.
Caminaba y caminaba, solo. Pero, ¿A dónde iba?.
Algunos ojos brillantes de algunos animales nocturnos, lo espiaban desde la altura de los grandes árboles.
Estuvo merodeando por el bosque unos quince minutos, hasta que se encontró con una gran muralla.
Miro para arriba y vio que era muy alta. No iba a poder saltarla.
Entonces, comenzó a seguirla. No le importaba cuanto más tenía que caminar, pero iba hacerlo. Algo en su interior decía que lo debía hacer.
Camino un largo tiempo siguiendo el mural. Tanto, que el sol ya estaba brillando con todo su esplendor.
De pronto, escucha algunas personas a lo lejos. No sabía de donde provenían las voces, si del otro lado de la muralla o de más adelante.
No podía ver nada. Buscaba esas voces, pero no podía saber su ubicación.
Luego de caminar un largo rato, las voces ya no se escuchaban y a los lejos se podía ver como una especie de laguna.
Cuando pudo llegar hasta ella, sus ojos vieron el lugar más hermoso del mundo.
Se quedó parado mirando unos minutos. No podía creer lo que estaba viendo.
Era una gran laguna, con sus plantas acuáticas con flores perfectas. Algunos patos nadaban tranquilos y se también se podían ver algunos lugareños pescando en un pequeño bote, que seguramente ellos con sus propias manos construyeron.
Se fue acercando lentamente, hasta que vio su cara reflejada en el agua.
Podía ver los peces nadar, su agua era cristalina.
Hasta que, de pronto, ve a aquella mujer que había encontrado. Aquella mujer perfecta que le llamo tanto la atención, que se había olvidado que su amor era de dios y no de esa mujer perfecta.
Ella caminaba por la orilla del lago, disfrutando la mañana. De pronto, ella lo ve y sonríe.
Él se quedó petrificado, no sabía qué hacer. Pero, ella si sabía qué hacer.
Fue costeando el lago hasta llegar al cura y como aquella primera vez en que se miraron a los ojos, se tomaron de la mano y se fueron de ese lugar, adentrándose nuevamente en el bosque.
No emitían sonido, ninguno de los dos hablaba.
El tan solo, la seguía sin preguntarle a donde van.
De pronto, él puede ver, una pequeña cabaña. Parecía abandonada.
Ella se soltó de la mano del cura y salió corriendo hacia aquel lugar. El tan solo la miraba. Miraba como corría y como su pelo perfecto se deslizaba por el viento.
Una vez que ella llego a la puerta de aquella cabaña, dio medio giro con su cara y tan solo con una mirada le dijo lo que quería de él.
El cura, entendió su llamado y fue caminando muy lentamente hasta llegar a ella.
Entraron y pudo ver una cama grande. Ella, lo llevo a él, hasta la cama y lo sentó.
Luego la mujer fue hacia una gran máquina, que para el cura, parecía extraña. Ya que todo parecía la edad media.
Pero dejo de pensar en eso, y fue cuando ella tomo como una especie de disco vinilo y lo puso en la gran máquina.
Fue ahí cuando el cura se dejó llevar por la música.
Ella giro muy lentamente, parecía que su movimiento estaba sincronizado con la música.
Comenzó a caminar muy lentamente, mientras el “adagio” de Tomaso Albinoni, ambientaba ese momento. Parecía una novela de amor.
Ella se acercaba a él y cuando llego a estar frente al cura, dejo caer su ropa muy lentamente.
No podía creer lo que veía, era el cuerpo más perfecto del planeta. Ella tomo su mano e hizo que lo acaricie. Él sintió la piel como si fuera seda. Suave. Perfecta.
Ella inclino su cuerpo quedando frente a frente con su cara y le dijo:
                         -. Tú, serás mío.-
Fue ahí cuando ella lo beso apasionadamente. Él se dejó llevar por ese momento, olvidándose de todo.
Olvidándose que estaba traicionando a dios.
Sus besos fueron de fuego, sus manos contenían brazas.
Todo ese momento fue único. Podía sentir en su pecho la presión. Mientras él, descubría los secretos más puros de aquella dama. Aquellos secretos que a nadie conto.
Pero, de pronto, unos guardias rompen la puerta.
                     -. ¡Ahí esta!, captúrenlo.-
El cura, no tuvo tiempo a escapar. Y un golpe fue el que lo desmayo. Viendo como última imagen a la bella mujer.
                     -.¡despiértate!.- alguien dijo.
El cura sacudió su cabeza, y miro a su alrededor.
Había muchos guardias, lo miraban fijo.
Trato de moverse, pero se dio cuenta que estaba encadenado. De pies y mano.
                     -.¿Qué sucede aquí?.- dijo el cura.
Pero nadie contestaba su pregunta.
                    -. Escúchenme, ¿Qué está sucediendo aquí?.- volvió a preguntar.
Nuevamente, nadie respondió a su pregunta.
De pronto, unos pasos se escucharon. Y la puerta de aquel cuarto se abrió muy lentamente.
Vio entrar a un hombre vestido con un traje de color blanco, con una corbata roja que combinaba con el pañuelo de color rojo que tenía en el bolsillo del saco.
Se acercó muy lentamente hacia el cura, lo miro y no dijo nada.
                     -. Oiga,¿ Quién es usted?.- pregunto el cura.
                        -. ¡Cállate!.- grito el hombre de blanco.
El cura no emitió sonido.
                        -. ¿Tú sabes quién soy?, ¡jajajajaja!. Pues, claro que no lo sabes. Yo soy el padre de la adorable muchacha. Si, la muchacha con la que estabas acostado haciendo asquerosidades. Maldito degenerado.- Luego de decir esto, le dio una bofetada en la cara que le dejo sangrando el labio superior al cura.
                      -. Señor, yo no sabía que era su hija. No sabía. No me haga daño. Solo soy un simple cura. No quería caer en la tentación.- dijo el pobre hombre de dios.
Al escuchar esto, se le pusieron los ojos rojos al hombre de blanco. La furia recorría su cuerpo.
                         -. ¿Eres un hombre del señor?.-pregunto el hombre.
                        -. Sí, señor. No me haga daño por favor. Limpiare mis pecados.- dijo el cura.
                        -. No, yo limpiare tus pecados.- dijo el hombre de blanco.
Hubo un silencio.
                        -. ¡¡¡SALGAN TODOS DE AQUÍ!!!.- grito el hombre.
Una vez que el cura y él se quedaron solos en el lugar, Él le dijo:
                       -.tú quieres lavar tus pecados, por haber hecho, lo que hiciste con mi hija.¿ no es así?.- dijo el hombre de blanco.
                       -.si, señor. Dios me ayudara.-respondió el cura.
                      -.¡¡¡jajajajajjajaja!!!.-rió muy fuerte. Luego se puso serio.
                      -. Aquí no existe ningún dios que pueda ayudarte, solo yo. Yo soy el único dios en este lugar.- dijo el hombre.
                    -.¿ qué?.- pregunto el cura.
                   -. Lo que escuchaste, este es el reino del infierno. Y no creo que tu dios quiera ayudarte en este momento después de abusar de mi pobre hija.- respondió el hombre.
                    -.¿qué?, no puede ser posible.- dijo el cura.
                     -. Si, querido amigo, me presento.- dijo- Soy lucifer.-
El cura, no sabía qué hacer. Tan solo lo miro a los ojos.
                     -. Esto es lo que haremos. Como tú entraste a mi reino, yo seré quien te limpie de tus pecados. Pero, quiero decirte, que no es casualidad todo esto. No existen las casualidades. Yo vengo observándote desde hace mucho tiempo, y esto era lo que el destino quería que pase.- dijo Lucifer.
                     -. No, déjame. Déjame ir.- dijo el cura.
                     -. ¡NOOOOOOOOOOOO!.- grito Lucifer.
Comenzó a rezar el padre nuestro, pero no resultaba.
                    -.¡¡¡jajajajajajaja!!!, ¿crees que ese pobre rezo te salvara de mí?.- pregunto Lucifer.
                  -.si, el señor me protegerá.- respondió el cura.  
                  -. El señor, no te protegerá. Porque tú envidias al cardenal. Quieres su poder. Eso es lo que anhelas. Quieres poder. Entonces yo puedo ayudarte. Dios ya no existe para ti.- dijo Lucifer.
Al escuchar eso, el cura levanto la mirada y dijo:
                     -. Nunca traicionaría, a mi maestro.- respondió el cura.
                   -. Yo dije lo mismo.- dijo Lucifer.
Luego, le dio un empujón que fue como si un choque eléctrico de miles de voltios sacudiera todo su cuerpo.
                   -. ¡¡¡AAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!.- grito el cura con sus ojos abiertos.
De pronto, escucha que golpean una puerta.
Trato de volver en sí, y cuando lo logro. Se dio cuenta que estaba en su cuarto, y el que golpeaba era el cardenal.
                  -. ¿ Estás bien?.- pregunto.
                  -. Sí, señor. Solo una pesadilla.- respondió el cura.
                -.muy bien, vístete. Nos vamos a Italia.- dijo el cardenal.
Luego de escuchar esas palabras, el cura se quedó pensando en Lucifer.

             

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