jueves, 16 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS


    SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 5.
           -.¿estas listo?.- dijo el cardenal desde el otro lado de la puerta.
            -.si, cinco minutos por favor.- respondió el cura.
Se vendo la pierna se puso el pantalón. La camisa y su saco. Luego los zapatos.
Una vez que termino de vestirse, se paro y trato de mantearse de pie, le costaba mucho, pero por suerte, no sentía dolor alguno. Tan solo, un ardor.
               -. Aquí estoy.- dijo el cura abriendo la puerta y mostrando una gran sonrisa.
              -. Perfecto es hora de que nos vayamos.- dijo el cardenal.
Los dos salieron hacia la calle nuevamente. Afuera, los estaba esperando un taxi.
Primero, subió el cura y luego el cardenal.
                -.¿ hacia donde se dirigen?.- pregunto el taxista.
                -. Hacia este lugar.- dijo el cardenal, entregándole un papel con la dirección hacia donde tenían que ir.
             -. Perfecto, estamos a una hora de aquí.- respondió el taxista.
Luego, puso primera y arranco el auto.
Los dos iban callados, como siempre solía pasar en todo viaje que compartían.
El cardenal, mirando por la ventana. Pensativo.
Mientras que, el cura miraba al cardenal y miraba hacia adelante. Estaba nervioso, como tratando de decir algo.
De pronto, toma coraje y habla.
                  -. Señor.- dijo el cura.
El taxista, miro por el espejito del auto. Pero, se dio cuenta que no era el a quien se dirigía el cura.
El cardenal, al escuchar esto, posa su mirada sobre el cura.
                -. Debo contarle algo, estoy un poco intranquilo por algo que me sucedió.- dijo el cura.
             -. ¿Que es lo que te sucedió?.- pregunto el cardenal, un poco preocupado.
            -. Hoy tuve un sueño. Un poco raro.- dijo el cura con miedo.
           -. Pero, ¿Qué es lo que soñaste?.- pregunto el cardenal.
         -. Tuve un sueño, con una mujer.- dijo el cura.
        -. ¿Cómo era esa mujer?.- pregunto el cardenal, con cara de preocupación.
       -. No la recuerdo. Lo único que sé, es que, en ese sueño me corrieron unos guardias de un castillo y me atravesaron la pierna derecha con una flecha y aunque usted no lo crea, cuando desperté. Tenía la herida de la flecha en mi pierna.- explico el cura.
El cardenal, lo miro. Pero, no dijo nada. Se quedó pensando en lo que le dijo. Y se dio cuenta que lucifer, está empezando a trabajar en la mente del joven cura.
Hubo un silencio, de unos cinco minutos. Hasta que el cura, le pregunto al cardenal:
                -.¿qué debo hacer?.-
El cardenal lo miro y le respondió:
         -. Tan solo, se fuerte. No tengas miedo. Es lucifer que quiere controlarte, para que su plan siga adelante.-
El cura, se quedó pensando que iba hacer la próxima vez, ya que aquella mujer lo atrajo mucho.
De pronto, el taxista les dice:
            -. Señores ya llegamos a destino.-
El cura baja y se queda esperando al cardenal mientras paga al taxista.
 Los hombres de dios, ya estaban en la puerta del neuropsiquiátrico.
El hombre de seguridad del lugar, les abre la puerta. Ya los estaban esperando.
Los dos, pasan y comienzan a caminar por ese lugar tenebroso.
Iban callados. Solo se podían escuchar sus pasos.
Hicieron unos dos cientos metros hasta que llegaron a otra puerta que los iba a dirigir hacia el pabellón que tenían que ir.
Un guardia de seguridad los acompaño una vez que llegaron a la segunda puerta, hicieron unos cincuenta metros y un doctor los recibió.
              -.buenas tardes cardenal. Buenas tardes padre.- dijo el doctor.
Los dos asintieron con la cabeza y le estrecharon la mano.
         -. ¿Por dónde es el lugar doctor?.- pregunto el cura.
       -. Síganme que yo los llevare con el interno.- respondió el doctor.
Caminaron unos cuantos pasos más, hasta que llegaron a una puerta. Era de hierro. Tan solo tenía una pequeña ventana, con una mirilla que era corrediza, la cual también era de una especie de hierro. Servía para cuando llegaban los doctores y veían a su paciente, para ver cómo estaba. Y quizas a veces para controlarlos que no se lastimen o hagan algo que solamente los locos hacen y que nadie se lo espera.
              -. Muy bien. Aquí es. Un guardia se quedara afuera. Solo por prevención.- dijo el doctor.
            -. No hay problema, doctor.- respondió el cardenal.
Luego, el guardia, saco un gran manojo de llaves, busco la que abría la puerta, y una vez que la encontró nos hizo pasar al cuarto.
Antes de que cierre la puerta el hombre de seguridad, el doctor, les dijo:
             -. Estarán bien. No tengan miedo es tranquilo. Desde el día que lo trajeron, no hablo.-
El cardenal, lo miro al doctor sorprendido. Luego, el doctor cerró la puerta.
Ya estaban los dos adentro del cuarto, el paciente estaba en la cama. Acostado, mirando hacia la pared.
Los dos hombres de dios no sabían que hacer, se iban acercando muy lentamente, hasta que de pronto, el silencio se rompió.
             -. ¿Qué es lo que vienen a buscar?.- dijo el paciente.
           -. Tu sabes a que venimos, ¿no es así?.- dijo el cura.
         -. Si, se a que vienen a este lugar.- respondió el paciente.
       -. Queremos saber dónde está su hija.- dijo nuevamente el cura.
     -. Aquí no está, se fue, se la llevo.- respondió el paciente, sin sacarle la mirada a la pared.
  -. ¿Dónde está ella?.- pregunto el cardenal.
-. No lo sé. Todo paso muy rápido. Ella se acercó a mí y el cuchillo que llevaba en su mano, se puso rojo como el mismísimo infierno.- cuando dijo esto el paciente, comenzó a respirar más fuerte y rápido.
      -. Tranquilícese, estamos para ayudarlo. Y usted también puede ayudarnos a nosotros.- dijo el cura.
     -. ¡¡¡Jajajajajajajajaja!!!, ¿Cómo piensan que podría ayudarlos?.- dijo elevando su voz.
No paraba de reír, y los enviados, no sabían que hacer.
    -. Señor, ¿Qué le paso que termino aquí?.- pregunto el cardenal.
  -. Tienen que tener cuidado, mucho cuidado. Es fuerte. Principalmente usted debe tener cuidado.- dijo señalándolo al cardenal.
-. ¿Por qué?,¿Qué me pasara?.- pregunto el cardenal.
     -. ¡¡¡Ajajajajajajajaja!!!, todo va a terminar muy pronto, nadie se va a salvar…¡¡¡aaaaaaaahhhh!!!, ¡¡¡ME QUEMAAAA!!!,¡¡¡ME QUEMAAAAA!!.- comenzó a gritar el paciente.
    -. Tranquilícese. Señor, por favor.- dijo el cura, pero de nada servía.
Se escuchaban los gritos hasta afuera en el pasillo y los internos estaban empezando a alborotarse.
             -. ¡¡¡ME QUEMAAAAAAA!!!,¡¡¡AAAAAAAAAAAHHH!!!,¡¡¡AYUDENME, AYUDENME!!!.- gritaba sin parar.
           -. ¿Qué es lo que sucede?.- dijo el médico.
           -. Solo un poco nervioso.- dijo el cardenal.
Al escuchar esto, el doctor entro con el guardia.
   -. ¡¡¡ME QUEMAAAAA!!!, ¡¡¡ME QUEMAAAA!!!.- gritaba sin parar y esta vez tomándose el pecho.
Ya todo se había vuelto un caos, los internos gritaban y pedían por dios, que los ayudara, otros tan solo gritaban o reían.
Hasta que, de pronto, el paciente, deja de gritar. Comienza a moverse muy lentamente, hasta que queda boca arriba en la cama.
         -.¡¡¡jajajajajajaajjajajjjaa!!!.- comienza a reír.
Al ver esto, los cuatro comienzan a reír con él.
     -. Ssshhhhhh.- dice el paciente.
De pronto, comienza a correr una brisa fría por el cuarto.
     -. ¡¡¡Jajajajajajajajajaja!!!.- volvió a reir.
Pero, volvió a callar. Era un silencio de tumba el que se estaba viviendo en el cuarto.
Hasta que, de pronto, el paciente se levanta y queda sentado como un perro sobre la cama. Tenía los ojos cerrados.
Los cuatro, lo miraban atentamente. Estaban esperando a que haga algo.
Muy lentamente, el paciente abrió los ojos. Y miro a su alrededor.
               -. ¿Qué sucede cardenal?.- pregunto el doctor.
             -. No. Salgan de aquí rápido.- dijo el cardenal.
Pero, ya era tarde la puerta se cerró con violencia. Y los cuatro, se quedaron ahí encerrados.
 El paciente, tenía sus ojos rojos. Llenos de odio, llenos de muerte.
En el cuarto, se podía sentir el aroma a azufre.
El cura y el cardenal, podían saber que estaba sucediendo ahí adentro, pero el doctor y el guardia, no.
Pero, algo sucedió, muy rápido. El paciente, salto sobre el cardenal, tirándolo al suelo.
 Al ver esto, el guardia de seguridad, saco su bastón para golpearlo, pero el paciente, con su mano izquierda, lo tomo del brazo que llevaba el bastón quebrando su miembro. Y en un abrir y cerrar de ojos, arranco su garganta.
El doctor, estaba en un rincón. Como un niño asustado. Tan solo, observaba toda la situación.
Luego, de matar al guardia, el paciente, dirigió la mirada al cardenal, se fue acercando muy lentamente hacia su rostro, hasta que su boca quedo cerca de la oreja.
               -.exercitus Angelorum,quod initio dixi potuit consummare.- dijo el paciente.
Al escuchar estas palabras, el cardenal, se dio cuenta que el paciente estaba poseído por el mismísimo Lucifer.
             -. Malum, non regnum huius mundi. In itinere antequam moreretur.- le dijo el cardenal.
             -.¡¡¡jajajajajajajajajajaja!!!, quid illud, morte morietur in incepto.- respondió el paciente.
Luego, de decir esto. Se desmaya.
Con la ayuda del cura y del doctor, el cardenal se saca de encima al paciente.
          -.¿Qué es lo que sucedió aquí?.- pregunto el doctor.
         -. Aquí, no ha sucedido nada.- dijo el cura.
El cardenal, estaba shockeado por lo que paso.
       -. Vamos afuera.- dijo solamente.
Pero cuando estaban, por irse. El paciente, le toma el pie al cardenal y le dice:
       -. Austria, señor.- luego vuelve a desmayarse.
El cardenal, lo miro al cura. No entendían lo que estaba sucediendo. ¿Por qué Austria?, pensaron.

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