martes, 21 de mayo de 2013

SUBESSE IN TENEBRIS


        SUBESSE IN TENEBRIS
(EL RESURGIR DE LAS TINIEBLAS).
PARTE 2.
                       Capítulo 7.
Los dos hombres de dios, ya estaban de regreso en el lugar donde ellos se alojaban.
El cardenal, al llegar se va a su cuarto, para comunicarse con el vaticano. Por otra parte, el cura, cuando entro a su cuarto fue directo hacia la cama, dejándose caer como si fuera un edificio en el momento en que es derribado.
Ahí se quedó, boca arriba, mirando el techo, fue entonces, cuando comenzó a recordar aquel sueño.
Mientras tanto, en la otra habitación, el cardenal, pudo comunicarse al vaticano. Tan solo tuvo que esperar unos minutos para que lo atendiera Juan Pablo V.
             -. Ciao, Cardinale. Avete  notizie  per me?.- Dijo Juan Pablo.
           -.si, signore. Ma non credo che sono  buone notizie.- respondió el Cardenal.
            -.dillo a  me. ¿Che cosa é successo?.- pregunto nuevamente el papa.
            -. Diamo al padre del bambino. Ma, ci ha detto non qui nel paese.- respondió el Cardenal.
            -. Ma, gli ha  detto dove si trova ora?.- pregunto el papa con un tono algo preocupado.
            -. Se questo in Austria. Non perché fossero li.- respondió el cardenal.
            -. Erano dalla lancia.- dijo el papa.
El cardenal, se quedó pensando, si la verdadera lanza está en el vaticano.
            -. Solo che é successo?.- pregunto el papa.
            -. Se ho qualcos´altro. Quando siamo andati a parlare con il padre della ragazza. Lucifero, ha ottenuto  nel suo corpo.- respondió el Cardenal.
             -.  ¿Questo é quello che ha detto?.- pregunto Juan Pablo.
             -.nulla, si sa come sia. Dire  cose che non valgono esso.- respondió el cardenal.
             -. Va bene. Ma ricordare. Lucifero, non é solo un demone.- le dijo el papa.
             -. Lo so, signore.- respondió el cardenal.
             -. Il suo compagno. Come questo?.- pregunto el papa con su tono de preocupación.
             -.la sensazione bene. Uno soffre alcuni incubi.- respondió el cardenal.
             -. Incubi, sui quali sono questi incubi?.- volvió a preguntar el papa.
             -. Non lo so. Non ricordare gli incubi.- respondió el cardenal.
             -. Prenditi cura di lui, mio figlio. Fare molta attenzione. Che il giovane, é sufficiente sapere tutte queste cose solo preché istruiscono con i libri. É troppo per lui.- dijo el papa.
             -. Si, signore. Stare tranquilli. Mi  occuperó.- respondió el cardenal.
             -. Avere, qualcosa di altro da segnalare?.- pregunto Juan pablo.
             -.no signore.- respondió el cardenal.
              -. Molto bene. Saremo in contatto.- dijo Juan Pablo V.
               -. Benne fino ad allora.- respondió el cardenal.
               -. Finno ad allora, e che dio lo protegga.- dijo el papa.
               -. Vi ringrazio molto, signore.- agradeció el cardenal.
Luego de colgar el teléfono, el cardenal escucha que alguien toca la puerta.
             -.¿ quién es?.- pregunto el cardenal.
             -.yo, señor.- respondió el cura.
Al escuchar la voz de su compañero, se levantó de la silla en la que estaba sentado y fue hacia la puerta.
La abrió y vio que el cura estaba ahí parado. Esperando con una sonrisa.
                 -.¿Qué sucede?.- pregunto el cardenal.
                -. Debo contarle lo que soñé.- dijo el cura.
Al escuchar esto, el cardenal hace pasar al cura a su cuarto. Los dos se sientan y una vez que están cómodos, el cura comienza a hablar.
              -. No recuerdo todo el sueño, tan solo algunas partes.-
            -. Muy bien. Cuéntame.- dijo el cardenal.
             -.recuerdo que llegue a un lugar. Era todo campo, había un bosque. Y vi a una mujer.- dijo el cura.
          -. ¿Cómo era esa mujer?,¿ la recuerdas?.- pregunto el cardenal.
         -. No la recuerdo. Lo que si se, es que era muy hermosa, me atraía mucho. Ella me tomo de la mano y me llevo hacia un lugar donde había un castillo. Pero, de pronto aparecieron unos guardias y me escape. Corrí con todas mis fuerzas por el bosque, pero eran muchos. Podía escuchar las flechas como pasaban cerca de mí. Hasta que una, da en mí pierna derecha y caigo sobre el pasto. Una vez que sucede esto, un guardia se acerca y desenvaina su espada y cuando me está por matar, despierto. Todo fue muy rápido, pero lo peor de todo es que aquella herida con la flecha fue de verdad.- dijo el cura.
                 -. ¿ Cómo que fue de verdad?.- volvió a preguntar el cardenal.
                    -. Sí, señor. Mire.-dijo el cura.
Al decir esto, muestra que tiene vendas en su pierna. El cardenal, al ver, no emitió ninguna palabra, tan solo miraba.
                 -. Mire esto, señor.- dijo nuevamente el cura.
Comenzó a sacarse la venda muy lentamente, hasta que, el cardenal vio lo que el cura tenia.
                 -.¿ Te sientes bien, hijo?.- pregunto el cardenal.
                -. No puede ser, yo tenía una herida.- dijo con un tono de voz sorprendido.
                 -. Porque mejor no vas a acostarte, y descansas bien, quizas todo esto que pasó, te afecto, creo que viste demasiado por hoy.- dijo el cardenal.
                -. Pero, señor. Juro por dios y por todos los santos que tenía una herida de flecha aquí, justo en mi pierna.- dijo el cura.
              -. Está bien, hijo. Pero es mejor que vayas a descansar, hicimos mucho por hoy.- dijo el cardenal.
El cura, se levantó de su silla, enojado. Con rabia. No dijo ni una sola palabra, tan solo se levantó y se fue dando un portazo.
Mientras que el cardenal, se quedó pensando en todo lo que dijo el cura, y también en todo lo que dijo Juan Pablo V. Tendrá que cuidar mucho más a su ayudante, está corriendo peligro.
Por otra parte, el cura entro a su cuarto. Arrojo la venda a la cama, y se quedó pensando con mucha rabia. No podía creer lo que había sucedido, quedo como un mentiroso.
                 -. Maldito sueño. No puede ser posible.- decía el cura.
             -. No vas a ganarme, yo soy un hombre de dios.- decía cada vez más fuerte.
                -. Soy más fuerte que él. No tengo que temerle. Él no es nadie a comparación de mí, yo soy joven tengo fuerza, vitalidad. El no podrá conmigo.- esta vez lo decía con la voz tan baja, que parecía un susurro.
Pero, de pronto, se da cuenta que estaba equivocado.
               -.¿ Qué estoy diciendo?, él es mi amigo. No puedo estar enojado con el.- dijo el cura.
Fue ahí cuando saco su rosario y comenzó a rezar.
  
-. Pater noster qui es in caelis
santificétur nommen tuum;
advéniat regnum tuum;
fiat volúntas tua,
sicut in caelo,
et in terra.
Panem nostrum cotidiánum da nobis  hódie;
Et dimitte nobis débita nostra,
Sicut et  nos dimíttimus debitóribus nostris,
Et  ne nos indúcas in tentatiónem;
Sed líbera nos a malo.
Amén.-
 Luego, hubo un silencio en todo su cuarto.
Seco sus lágrimas, y miro hacia arriba.
                      -. Discúlpeme, padre. Discúlpeme.- dijo el cura con su voz quebrada por el llanto.

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